Tribuna libre
El fin de la caza
ANÁLISIS
El presidente de la Federación Andaluza de Caza, José María Mancheño, reflexiona sobre el impacto de la nueva 'Ley Animalista' sobre la actividad cinegética
La sequía y los altos precios lastran el inicio de las monterías
José María Mancheño
Córdoba
Desde principios de año, los cazadores españoles venimos luchando intensamente contra una iniciativa legislativa del Gobierno central que viene a despojarnos de nuestros derechos y libertades: el Anteproyecto de Ley de Protección, derechos y libertades de los animales (la denominada Ley Animalista).
Se ... trata de una iniciativa legislativa innecesaria, puramente ideológica, que no cuenta con respaldo alguno de la comunidad científica, tampoco con el dictamen favorable del Consejo de Estado, que ha generado un fuerte rechazo social, especialmente, en el mundo rural y que condena a la caza a su práctica desaparición. Por esta razón, los cazadores españoles rechazamos la Ley Animalista.
A pesar de lo que se afirma desde el Gobierno central, la Ley Animalista considera a los animales auxiliares de caza (perros, aves de cetrería, reclamos de perdiz roja o de acuáticas, etc…) animales de compañía imponiendo a sus dueños una serie de limitaciones, restricciones y prohibiciones que harían prácticamente imposible practicar la caza auxiliados de ellos.
Por evidentes razones de espacio no me puedo extender, por ello un solo botón de muestra para que entiendan lo que significa esta Ley para nosotros. La definición de maltrato que contiene en su artículo 3 la Ley Animalista es letal para la caza pues se define como toda conducta, tanto por acción como por omisión, que genera perjuicios y limita las necesidades fisiológicas del animal comprometiendo su salud y estado físico y psíquico.
Por su parte, en el artículo 25, se establece la prohibición de someter a tu animal de compañía a cualquier práctica que les pueda producir sufrimientos, daños físicos o psicológicos y ocasionar su muerte o someterlos a trabajos inadecuados o excesivos en tiempo e intensidad respectos a las características y estado de salud de los animales.
Mientras que, en su artículo 26, se establece la obligación para sus dueños de adoptar las medidas necesarias para evitar que su tenencia o circulación ocasionen molestias, peligros, amenazas o daños a las personas, otros animales o cosas. Ya me dirán como cazarán conejos o perdices nuestros perros sin hacerles daño.
«Regulando el bienestar animal se ha buscado un atajo para penalizar y restringir la actividad de los cazadores»
Por todo ello y en lo que a la caza se refiere, este anteproyecto de Ley es una iniciativa engañosa y cobarde. El Ministerio de Asuntos Sociales del Gobierno de España no ha sido lo suficientemente valiente para proponer la prohibición de la caza en España, algo por lo que suspira, pero sí que ha diseñado un atajo legal para penalizarla y restringirla: regulando el supuesto bienestar de los animales de compañía; una cuestión que ni siquiera necesita regulación porque es competencia exclusiva de las comunidades autónomas y, a día de hoy, todas tienen regulación propia, incluida Andalucía.
Pero esta Ley Animalista no es un problema sólo de cazadores, también afectará negativamente al resto de la sociedad española. En primer lugar, a nivel económico, pues instaura una red clientelar de chiringuitos animalistas sufragadas con dinero público de nuestros impuestos con obligaciones tan llamativas como que todos los ayuntamientos de España sin excepción deberán contar con un servicio de urgencia para la recogida de animales extraviados y a prestar asistencia veterinaria las 24 horas del día.
Y, en segundo lugar, porque contiene muchas obligaciones para el dueño de un animal de compañía, bastará una simple lectura para comprobar que usted deberá hacer un curso de formación para tener un animal de compañía; de forma habitual, no podrá dejar a su perro o gato en el patio de casa ya que se arriesga a una multa de hasta 10.000 euros en caso de incumplimiento; e idéntica multa puede imponérsele si su perra se queda preñada sin permiso del Estado.
En conclusión, esta Ley Animalista viene a colarse en su casa, a decirle cómo, cuándo y de qué manera debe relacionarse con su perro o su gato, a coartar su libertad personal, a obligarnos a desarrollar un determinado modo de vida, a que pague con sus impuestos los chiringuitos animalistas, en suma, viene a imponernos una ideología sectaria que prioriza a los animales incluso por encima de las personas.
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