Cultura
Carlos Aladro: «Falta apoyo al sector local y espero dar servicio a los creadores de Córdoba»
El nuevo responsable del Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE) sueña con «generar sector» para que las propuestas de los agentes locales lleguen a las tablas
Artes escénicas: Reto pendiente de la cultura cordobesa
Carlos Aladro, en las gradas del Teatro de la Axerquía
Desde septiembre está al frente del Instituto Municipal de Artes Escénicas de Córdoba Carlos Aladro, un profesional de gran experiencia tanto en el arte dramático, ya que fue director general de Teatro La Abadía y trabajó para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ... como en el institucional, por haber sido asesor del Ayuntamiento de Segovia.
- Llega desde fuera. ¿Cómo encuentra la situación de las propuestas culturales escénicas en Córdoba?
-Bueno, ya antes de presentarme al concurso eché una mirada atenta. Es un teatro de exhibición de lo que se produce en las grandes urbes, básicamente Madrid y Barcelona. Córdoba es una de esas ciudades receptora de propuestas. La riqueza de sus espacios contribuye a la riqueza de las propuestas que recibe. En ese sentido, el disponer de una infraestructura como el Instituto Municipal de Artes Escénicas, perfectamente dotado, con unos teatros estupendos y una programación estable, genera un marco de muchas garantías, y que en todo caso hay siempre mucho margen de poder ampliar, seguramente. A día de hoy da un servicio estupendo y la ciudad responde de una manera extraordinaria.
-¿Se nota el cambio con ciudades donde sí hay producciones propias?
-Creo que Córdoba es una ciudad privilegiada al disponer de la infraestructura, de un organismo como el IMAE, y como el resto de España, vive en esta situación en la que se produce poco fuera de las grandes metrópolis. Es una pena que falte producción local, porque hay insuficiente apoyo al sector y a los creadores locales. Todavía faltan oportunidades para que los creadores puedan desarrollar carreras profesionales estables en espacios que no sean las grandes urbes. Pero también hay un marco de oportunidad, que es uno de los sueños que traigo, de contribuir con mi experiencia y mi capacidad a ver qué posibilidades hay de contribuir a generar sector.
-¿Habría margen para ver propuestas de compañías de Córdoba, producidas en Córdoba?
-Espero que sí, espero que podamos caminar en esa dirección y que el IMAE dé servicio a sus propios creadores, a los creadores que son de aquí y a las asociaciones de creadores de aquí y de proximidad. Me estoy encontrando con creadores que se han formado fuera y están volviendo ahora. Son situaciones un poco generales del sector teatral español, que tiene esta peculiaridad, en el que está muy centrado en disponer de teatros, pero que se nutren de espectáculos creados en los grandes centros de producción.
-¿Ha tenido entonces contacto con ese tejido?
-Estoy recibiendo a todas las personas que lo solicitan, para entrar en contacto con el mayor número posible de agentes culturales y atender sus demandas, como es la obligación también de una institución pública.
«En el resto de Europa van al teatro después de cenar. Con esos horarios podría programarse fuera del fin de semana»
-Una queja recurrente es que el mismo personal que atendía una sola sala, el Gran Teatro, ahora tiene que trabajar para tres. ¿Es consciente? ¿Cree que puede cambiar?
-Yo me encuentro con esa situación y ese proceso, que, como en todas las Administraciones públicas, es largo y complejo. Una de mis tareas es intentar, de la mano del Consejo Rector, de la presidenta y de la nueva corporación, en la medida de lo posible agilizar esos procesos y atender esas demandas para que se puedan cubrir todas las plazas vacantes que están pendientes, pero los procesos de selección de las entidades públicas son muy complejos. Aquí tiene que haber una libre concurrencia, y por eso se demora, pero ojalá podamos, en este tiempo en que yo esté aquí, atender esa demanda y esa necesidad.
-Ahora lo normal es que los espectáculos sean en fin de semana, pero ¿es posible venir al teatro en lunes y martes?
-Eso no depende del teatro, porque es una pequeña anomalía estructural de la sociedad española, que tiene que ver con los horarios que hemos heredado, y que nos hacen un poco diferentes a los horarios europeos, que teníamos antes en España. Sería ideal que las personas pudiéramos disponer de vida personal de lunes a domingo y no tener que acumularla en viernes, sábado y domingo, o sólo el sábado y el domingo. Así se podría disponer de una vida cultural y artística de cuidado del cuerpo, de la mente y del espíritu a lo largo de toda la semana. Si los horarios lo permitieran seguramente se pudiera. Hay capacidad de dar dar el servicio.
Carlos Aladro, en las instalaciones del Instituto Municipal de Artes Escénicas
-¿Son los espectáculos demasiado tarde, entonces?
-Comemos demasiado tarde y cenamos demasiado tarde. No se puede disfrutar de un espectáculo tan tarde y sin cenar, ahí hay algo incompatible. No es la hora a la que se produce el espectáculo, sino la hora a la que las personas dejan de trabajar y se preparan para ver un espectáculo. La costumbre española hasta la Guerra Civil, cuando manteníamos los horarios europeos, era ir al teatro después de cenar. Con el estómago satisfecho y tranquilo estabas perfectamente preparado para dar de comer a tu corazón y a tu cabeza. Ahora ocurre un fenómeno en el que sales de trabajar y te metes en un teatro con el estómago vacío.
-¿Y fuera no es así?
-En el resto de Europa la gente cena antes de ir al teatro, o se cena en el intermedio si son espectáculos muy largos. El cuerpo está preparado de otra manera para atender a un ceremonial milenario que tiene sus propias leyes, y aquí las estamos maltratando un poco. Eso hace que los espectáculos sean cada vez más cortos, cada vez tienen que tener más capacidad de enganche, y estamos perdiendo como el 'tempo' de poder recuperar lo que es verdaderamente sagrado, ritual, profundo de la ceremonia del teatro. Y cuando hablo del teatro hablo de ópera, música y de esa situación en que la comunidad se reúne para atender a un ritual en que nos ponemos todos en comunión frente al misterio, en este caso a través de la belleza y de la pericia de nuestros conciudadanos.
«El Teatro de la Axerquía tiene muchas posibilidades, pero la dificultad es encontrar las producciones que se podrían traer»
-El Teatro de la Axerquía es el que más capacidad tiene, pero también a veces el más difícil de llenar, y muchos conciertos los promueven empresas privadas. ¿Es posible promover más uso?
-Es el equilibrio entre la cantidad de servicio que se puede dar con el personal adscrito al IMAE y las posibilidades de encontrar colaboraciones público-privadas que generen esa actividad. Ese es uno de los primeros encargos y de los primeros desafíos en que estamos ocupados para aprovechar y rentabilizar las posibilidades de este espacio, que es un activo fantástico y que debe tener más vida.
-¿Sería factible el uso para lo que no fueran conciertos?
-Creo que tiene posibilidades para determinadas cuestiones escénicas, por supuesto. De hecho tiene la forma de un teatro griego y romano, pero la dificultad ahí es encontrar las producciones que se podrían traer, que ya estuvieran hechas, o la dificultad de hacerlas por la baja rentabilidad.
-No ha vivido ningún Festival de la guitarra, pero es algo que atraviesa por una crisis. ¿Tiene alguna opinión sobre lo que tendría que ser?
-La verdad es que no tengo mucha opinión al respecto, porque ahí sí que soy realmente un neófito. Tiene que ver también con las peculiaridades propias del sector musical en sí mismo, que es un sector que ha tenido una gran transformación, una gran crisis en los últimos años, derivada de las nuevas herramientas y de la nueva manera de difundir la música a través de internet y de la desaparición de los réditos producidos por la venta de música. Toda la música pasa por el directo y eso también ha hecho que si hace 40 años un festival de música basado en la guitarra era una idea innovadora y era prácticamente un evento aislado, al cabo de los años esa idea se ha ido replicando, se ha ido expandiendo y ahora mismo hay un 'boom' de festivales relacionados con la música en toda España.
«Una de mis tareas es agilizar los procesos para que se puedan cubrir todas las plazas vacantes pendientes»
-¿Y qué se puede hacer?
-A mí me consta que la ciudad y este Ayuntamiento están en una reflexión y en una conversación sobre qué rumbo y qué estrategias tiene que encarar. El alcalde ya ha hablado sobre cómo recuperar ese espíritu singular y único del festival, cómo poner en valor el legado de la guitarra, el contexto de Córdoba, en este contexto tan complejo y tan nuevo de los flujos turísticos, de sobreoferta musical, también de proximidad. Es otra de las grandes tareas: volver a dar al Festival de la Guitarra ese lugar de experiencia singular cualitativa que vuelva a generar esa capacidad de fascinación, y vamos a poner toda nuestra energía.
-¿Ha repercutido la inflación en la llegada del público?
-Sobre todo repercute en que es uno de esos 'lujos' que uno primero se quita. Enseguida se detecta la pérdida de espectadores. Lo que ocurre en las artes escénicas, que tienen un espectador muy fiel, muy aficionado, muy devoto, es que baja su índice de repetición. No deja de venir, sino que viene menos. El precio de la gasolina influye en los transportes y el precio de la luz en la factura, y hay que encender la luz muchas horas. Todo repercute en la pauperización del medio y del sector. La pandemia ha sido terrible y es un sector muy frágil, es un enfermo crónico, de muerte. A veces un enfermo imaginario como bien decía Molière, pero el IMAE es un recordatorio permanente tanto para los políticos como para los ciudadanos de que deben existir estos lugares para que podamos preservar un gran hallazgo de la humanidad, que es hacer teatro, y un lugar de primeros auxilios espirituales, emocionales, lúdicos, que son el teatro, la música, el circo, la magia. Todo eso es lo que nos hace humanos.
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