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La otra cara de la Navidad en Córdoba: «Tengo ocho hijos y no puedo permitirme hacer nada especial»

Miles de cordobeses se intentan sobreponer a importantes dificultades económicas, sociales o emocionales para vivir estos días de celebraciones

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Parroquia del Parque Figueroa repleta de alimentos donados por los cordobeses en 2020 Valerio merino

Miles de cordobeses en situación de vulnerabilidad —por su situación económica, social o emocional— tendrán que saltar diferentes obstáculos y sobreponerse a muchas dificultades para mostrar su mejor cara en estos días de celebraciones. Son el otro rostro de la Navidad. ABC ... trata de acercarles hoy cómo personas en distintas circunstancias vivirán estos días, alejados del globalizado y casi impuesto consumismo y sacando el máximo provecho a los recursos de los que disponen o de la ayuda social que reciben.

ONGs, en auxilio de las instituciones, o diferentes asociaciones y colectivos sacan su parte más humana para entregar su solidaridad y hacer estos días más felices a los demás. Mujeres de familias monoparentales con hijos a cargo, mayores en soledad, migrantes y grupos familiares con sus adultos en paro son algunos ejemplos de cómo es la otra cara de la Navidad. No siempre triste. Hay también historias de superación. De ponerle buena cara al mal tiempo.

Adevida, Cruz Roja, Cáritas, las propias parroquias de la Iglesia Católica o plataformas civiles como el colectivo 'Cocinillas CCF' del Córdoba CF ponen todo su cariño, trabajo, voluntarios y recursos al servicio que los demás puedan tener una Navidad un poquito mejor.

Adevida, por ejemplo, justo antes de entrar en la Navidad ha atendido ya a más de 200 mujeres en situaciones complejas durante el embarazo o los primeros años de vida de sus bebés, lo que supone alcanzar «hasta 354 menores», apunta a ABC su presidenta, Isabel Guerrero, y más de mil personas en conjunto si se agrupa todo el ámbito familiar de estas mujeres.

Esta asociación provida ha repartido en 2023 hasta «25.000 toneladas de alimentos» que proceden del CEA y el Banco de Alimentos Medina Azahara. Además, por su función específica con madres y niños, han entregado «miles de pañales, más de mil latas de leche maternizada y 12.000 potitos».

En Cruz Roja, el responsable de Comunicación, José Luis Hitos, explica que, en lo que va de año, más de 4.500 personas se han beneficiado de los diferentes proyectos y servicios que para las personas mayores oferta la organización, todos ellos encaminados a paliar la soledad, prevenir el maltrato, el abuso o la negligencia, fomentar un envejecimiento activo o favorecer la autonomía de las personas para permanecer en su entorno habitual.

En la campaña de Navidad, Cruz Roja, recuerda, siempre pone especial énfasis en que los niños no se queden sin juguetes en Reyes Magos. Por eso, voluntarios de la asociación ayudan a sus majestades a repartir regalos. Para ello, buscan alguna empresa que done las cantidades necesarias para adquirir los juguetes o lo afrontan con medios propios.

Cáritas presentarán los datos de vulnerabilidad de 2023 esta semana. También es tradición por estas fechas las muestras de solidaridad que tiene el colectivo Cocinillas CCF, vinculado al Córdoba CF. Repartirán «530 menús» a los más necesitados, apunta Eduardo Sánchez, en Nochebuena.

Pilar Martín

«No podemos permitirnos hacer nada especial en estas fiestas»

Tiene 43 años y una experiencia descomunal en la vida. Es madre divorciada después de haber tenido dos parejas. Ahora está sola para salir adelante con ocho hijos a su cargo. Los menores van desde los 21 años hasta los nueve meses, a la que se oye llorar de fondo mientras atiende la llamada por teléfono de ABC desde su localidad de residencia: El Carpio.

A Pilar Martín, lógicamente, sola para afrontar los gastos del día a día y con ocho personas a su cargo (algunos en plenos estudios de Formación Profesional), no le queda más remedio que hacer malabares y tener ayuda social para sacar a la familia adelante. Si eso es una situación complicada en el día a día, mucho más ahora en Navidad, en unas fechas tan señaladas.

La Asociación en defensa de la Vida Humana de Córdoba, Adevida, es la única ayuda con la que cuenta ahora mismo para salir adelante a diario. Habla con este periódico, precisamente, en la misma jornada que ha pasado por la sede de la asociación en la capital de la provincia para recoger «pañales y potitos» para el bebé, pero «me ayudan», reconoce, «con lo que pueden cada vez que voy». En otras ocasiones, «recojo también un kit de limpieza, alimentos como pasta, tomate y todo lo que pueden». También tienen a su disposición ropa de todas las tallas para los menores.

Fecha señaladas

Pilar Martín explica cómo pasará estos días de fiestas navideñas con sus cuatro hijos y también con sus cuatro hijas. «No podemos permitirnos hacer nada especial», empieza explicando, ya que «para nosotros es suficiente con pasar estos días juntos». Es la humildad que le da su experiencia vital.

Reconoce con la boca pequeña, pero con la loable actitud de ni siquiera hacerlo como queja sino incluso con una leve sonrisa de ilusión, que «hombre, siempre nos gustarían unas gambitas y esas cosas, pero cuando no es posible hay que disfrutar de cenar juntos».

Martín añade, eso sí, que «los mayores se acostumbran, pero siempre te da pellizco ver a los chiquitos, que siempre piden alguna cosa más o te preguntan por qué nosotros no tenemos árbol de Navidad» como los vecinos del pueblo.

Al final, destaca que «el año pasado, los Reyes Magos de la asociación le trajeron un regalo a los pequeños», pero «he preguntado y este año no saben aún si podrán repetirlo, están en ello; me gustaría mucho, porque lo pasan muy bien, les permiten elegir un regalo y se llevan una alegría tremenda». Con eso es suficiente.

Solángel Álvarez

«Nosotros somos felices con estar juntos en Navidad»

Solángel Álvarez es la madre de una familia cubana de cuatro miembros (ahora cinco, ya que consiguió traer a su madre) que vive en España desde 2019. Tiene marido y dos hijas, de 6 y 10 años. En su país trabajaba en el Ministerio de Exportación. Pero, nada más llegar se cruzó en su camino la pandemia. Ha tenido trabajo aquí de administrativa, de ayudante de estética y acaba de terminar un curso de agente de seguros. Ahora, con 43 años, está en paro. Sólo ingresan el salario de su esposo. Han necesitado ayuda de la parroquia del Parque Figueroa.

El padre Ángel Roldán ha sido como su custodio en este tiempo. «Con su ayuda, la parroquia y Cáritas, especialmente durante la pandemia, nos ha dado cualquier cosa que necesitábamos». Explica que «no sólo nos han ayudado con dinero cuando era necesario, la cestica de alimentos o ropa, sino también con asesoramiento para lo que hemos necesitado».

Anhelo de su país

Solángel recuerda que Cuba estos días se celebran «en el patio de la casa, con toda la familia, se asa puerco y cantamos». Ahora, «lo pasaremos en casa, pero con una comida normal», ya que toda su gente y amigos siguen en su país. Tiene algo de nostalgia, pero admite que «el barrio del Parque Figueroa es especial» y muchos vecinos se comportan ya como parte de la familia. «Nosotros estamos felices con estar juntos durante estos días; no necesitamos nada más».

Para ella, «verse con una maleta y dos niñas es duro», recuerda, puesto que «con España nos une el idioma», pero ha sido «como volver a nacer porque es otra Cultura diferente».

Amparo Castro

«El pequeño ha pedido para los Reyes Magos poder ver los dibujos de la tele en color»

Pese a su ajustada situación económica por diversas circunstancias de la vida, a esta mujer de 41 años de familia monoparental con un niño a su cargo de cinco sólo hay que escucharle la voz para ver que irradia alegría, ganas de comerse el mundo y muchísima ilusión.

Amparo Castro trabaja en lo que puede, principalmente en temas de limpieza, en las horas en las que su hijo está en el colegio para completar el irrisorio subsidio de 480 euros que tiene como ayuda pública (ni siquiera le corresponde el Ingreso Mínimo Vital). Por eso, la colaboración social de la ONG de la Iglesia Cáritas es fundamental para acabar el mes: alimentación, ropa para el pequeño y el pago del alquiler.

Castro, pese a las dificultades, habla con una fortaleza que rompe cualquier barrera. Necesita la colaboración de Cáritas «desde la pandemia». Asegura que «me vi desesperada y me acerqué a una iglesia a pedir ayudar para mi hijo; me llenaron un carrito que tenía de todo: pañales, potitos, comidas y de todo».

Desde ese momento, explica que «si fuera por Cáritas, no sé lo qué haría; gracias a ellos sigo saliendo adelante», ya que «me han ayudado en todo lo que he necesitado cuando tenía que pagar el material del colegio del niño o cuando no llegaba para el alquiler», y no sólo eso «es que además el personal es superamable, sensible, educado y atentos». Son su flotador para seguir nadando en la vida con entusiasmo.

Nochebuena

Ahora vienen unas fechas complicadas. Pero, ¿cómo es la Nochebuena, Navidad o Fin de Año en la casa de esta madre con pocos recursos? Asegura que «mi padre es pensionista, y con su poquita paga, y la ayuda que recibo de Cáritas, haremos una cena humilde pero en familia». Además, apunta que «cuando acabamos, cogemos la guitarra, porque mi padre es músico, y nos ponemos a cantar y disfrutar para olvidarnos de las penas» de todo el año. Una forma brillante de recordarnos al resto que los lujos, la ambición y las apariencias sobran en estos días.

Y cómo serán los Reyes Magos para su niño. «Este año, el pequeño ya ha hecho la carta a los Reyes Magos de Cáritas, pero es un niño sencillo y se conforma con cualquier cosita, aunque siempre nos gusta que tenga ilusión por ver algún regalo» que pueda llegar desde la solidaridad. Incluso, refleja que «tenemos la tele rota, que se ve en blanco y negro desde hace un año, y ha pedido que le traigan una que tenga color para ver los dibujos, porque eso, además, es un regalo para los dos», sonríe orgullosa de su hijo.

«Gracias a Cáritas pueden seguir adelante; ojalá algún día pueda yo ayudar como ahora me ayudan a mí; pero, de momento, voy de voluntaria a limpiar la iglesia de San Lorenzo estos días para devolver con mis propias manos un poquito de lo mucho que ellos me han dado a mí en este tiempo», finaliza.

María Palomo

«Lo pasaré solita a mis 86 años porque no hay más remedio»

Tiene 86 años y vive sola en un apartamento. «Solita», asegura María Palomo, en sus primeras palabras a ABC, para describir como le tocará pasar la Navidad este año. Desde el fallecimiento de su marido hace tres décadas es la situación que con la que ha tenido que convivir año tras año, Nochebuena tras Nochebuena, Navidad tras Navidad y Nochevieja tras Nochevieja. Sin embargo, el paso del tiempo también ha ido minando el ánimo con el que afronta estos días tan especiales. En su memoria quedan los recuerdos compartidos con sus familiares. Y reconoce que lo lleva mal, simplemente «lo llevo», afirma, «porque no hay otro remedio».

María, en cualquier caso, es una mujer a la que atiende Cruz Roja Córdoba dentro del proyecto de Atención a personas mayores en situación de soledad no deseada, como el caso de esta octogenaria. Ese «solita» y porque «no hay más remedio» de sus primeras palabras son suficiente prueba de que su soledad, en estas fechas tan señaladas (y, por supuesto, también en el resto del año), se produce contra su voluntad de haber tenido compañía.

Para paliar en la medida de lo posible esta situación, ahí está el personal de ayuda, trabajadores y voluntarios de Cruz Roja. Le dan el calor del diálogo que necesita. La propia María Palomo alaba, por las nubes, que «lo que hace Cruz Roja conmigo y otros mayores es una maravilla, me llaman todos los días para ver cómo estoy». Siendo esos minutos de charla muy importantes para ella, en estos días reconoce que es fundamental «que también me traen cualquier cosa que necesito».

Sin quejas

Pese a todos los achaques «de mis bronquios» y a sus 86 años de edad, Palomo asegura que «yo no me quejo» de su situación, porque, ahora mismo para esta señora, «pasó la Navidad como Dios manda», haciendo muestra de su devoción religiosa. Eso sí, admite que «lo malo de la Navidad es que me toca estar sola».

Para la cena de Nochebuena y Nochevieja o la comida de Navidad, María Palomo reconoce «me da algo de pena» estos días por sus recuerdos familiares, pero respecto a la comida que tomara apunta que «yo me conformo» con lo que haya «en el comedor» porque «ellos siempre saben qué ponernos» para hacer el día algo más especial desde el punto de vista de la alimentación.

María es la otra cara de la Navidad desde el prisma de la soledad indeseada. No hay décadas de soledad a la que se acostumbre.

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