El macero
Campos de golf que se riegan con Mirinda
En Córdoba se han gestionado durante la última década dos instalaciones nuevas de este tipo aparte de la tradicional de Los Villares
El campo de golf de Casilla del Aire recibe licencia municipal en Córdoba casi diez años después
El Macero
Córdoba
La izquierda cordobesa toda ha aprovechado el pasado ferragosto informativo para darle fuerte y flojo a la construcción de un campo de golf en Casilla del Aire por parte de una empresa privada. Tanto el PSOE como Hacemos (antes, IU ... y Podemos) han calificado el asunto de barbaridad ambiental, derroche de recursos, golpe al cambio climático, etcétera. Y han culpado a la Junta y al Ayuntamiento de Córdoba, peperos ambos, que es lo que hace la oposición.
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Este artículo no va de campos de golf sino de campos de golf malos y buenos. Porque todo el mundo señala al tercer campo de golf en liza, el que se construye allá por Turruñuelos, pero (ay, amigos) nunca habla del segundo. Porque hay un segundo, sí. La cosa es que en Córdoba se han gestionado durante la última década dos instalaciones nuevas de este tipo aparte de la tradicional de Los Villares. La que está en desarrollo está siendo promovida por una empresa privada y en su definición han participado hasta los tribunales de justicia que, mediante una sentencia firme, fijaron qué edificaciones eran pertinetes y cuáles no.
En unos suelos menos complicados, por cierto, que los propuestos en tiempos del socialista Pepe Mellado para un campo de golf de 18 hoyos dentro del plan especial de Medina Azahara. Sorpresa. La instalación deportiva que ya está abierta, desde diciembre de 2022, se realizó sobre unos 20.000 metros cuadrados en terrenos de la Arruzafa bajo la propiedad de una empresa estatal, Paradores de España, que alcanzó un acuerdo estratégico con una firma privada para efectuar la inversión.
El proyecto
Aseguraban los impulsores del proyecto que permitiría completar los servicios del Parador y dar un servicio a los aficionados a este deporte no alojados. Hasta ahí, canela. Resulta que Paradores, como todo el mundo sabe, es una empresa propiedad del Estado. Durante los años finales de creación del campo de golf (dos veces se convocó el concurso), la sociedad pública respondió a las directrices del Consejo de Ministros formado por el PSOE y Unidas Podemos. El presidente actual de la empresa es el economista Pedro Saura, a quien Antonio Hurtado debe conocer bien porque fue diputado socialista.
El anterior fue Óscar López, hoy jefe de gabinete del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Dado que no se escuchó protestar a PSOE, IU y Podemos por la construcción de 'su' campo de golf habrá que aventurar que tiene algo especial, que es la caña. Que el césped de sus nueve hoyos se riega con mirinda, por ejemplo. Verbigracia, que las banderitas de los agujericos son reciclables. Que es inclusivo, solidario, transversal, igualitario en el género.
En todos los años que ha estado dando vueltas la cosa, no consta intervención alguna de estos partidos para detener su creación o para canalizar las legítimas pretensiones de información sobre cómo se riega el césped. Será porque no había cambio climático, ni previsiones de déficit hídrico, ni nada por el estilo. Va a ser eso, seguro. Porque, si no, no se entiende.
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