(En vídeo) Un Belén en movimiento en Montilla para renovar la tradición

Hasta quince rincones únicos que se reparte por el casco urbano de la localidad. Así el mítico edificio de El Parador, la casa de las Camachas, el arco de Santa Clara, el palacio de los marqueses de Medinaceli, la huerta de San Francisco Solano o los arcos de la Puerta de Aguilar. Lugares que con solos mirarlos rezuman sabor a Montilla.

Pero ahí no queda todo. Si de algo puede presumir la ciudad es de su larga y fructífera relación con la vendimia y el vino. Pues este belén también huele a uva. Así hay escenas en las que se reproduce una viña con sus vendimiadores, una bodega y hasta una lagareta en la que se pisa y se venencia el vino.

Acercándose a cada una de las escenas se puede apreciar el trabajo meticuloso que Manuel ha llevado a cabo. Cada escena puede ocuparle hasta una semana de trabajo. Y para que el público asistente comprenda mejor cómo se mueven las figuras cuenta con una documentación fotográfica en la que, de manera pormenorizada, explica la magia del movimiento.

Todo lo consigue por medio de un motor, una leva central, alambre, fichas de empalme, hilo de pescar y mucha imaginación. Este proceso se repite en cada una de las escenas. El autor dice que aunque su profesión como electricista puede que le ayude en algo la verdad es que la mecánica tiene aquí más importancia que la propia electricidad.

De este modo consigue que los pasajes tengan un realismo absoluto y cuenten con el ajetreo propio de los pueblos de la época. No faltan las escenas costumbristas como los agricultores trabajando el huerto, las mujeres regando plantas o horneando el pan, un hombre que se afana en cuidar las gallinas cogiendo los huevos del ponedero o los clientes de un bar que están pasando el rato. Y, por moverse, hasta tienen movimiento aves como las cigüeñas o los palomos sobre los tejados.

Para hacer realidad esta obra de arte usa materiales como cartón, poliespán, corcho, madera o poliuretano. Todo lo trabaja de manera artesanal. El suelo se consigue a base de serrín teñido y las plantas y árboles son todos naturales.

En cuanto a las figuras las consigue de un bazar porque tienen un precio mucho más asequible. Una vez en sus manos llega el momento de la transformación porque estas figuras hay que adaptarlas al movimiento y esto requiere de un arduo y meticuloso proceso.

El belén tarde en montarlo aproximadamente un mes aunque gracias al trabajo que ya viene atesorando desde los últimos años. De este modo consigue que se llenen de contenido los aproximadamente treinta metros cuadrados que ocupa.

Una de las curiosidades radica en lo bien que se ha conseguido la diferenciación entre el día y la noche, una de las aspiraciones más buscadas por los amantes del belenismo. Y de noche hasta las figuras dejan de trabajar porque son las horas del descanso.

Sin duda el belén de Manuel Quintero hace que grandes y pequeños revivan la magia navideña que hace posible que las figuritas cobren vida. Por eso cada tarde el local donde se ubica se llena de miradas atónitas que sueñan con una bella Navidad que se hace mucho más real.