El señor Lobo de la política local

El gobierno municipal había presentado algunas disfunciones: el error no forzado de las Cruces -con el edil de Festejos, Julián Urbano, diciendo que aquí no pasaba nada y el regidor desautorizándole poco después-; el esperpento de Alfaros -hubo que anular un proceso de contratación de reforma porque nadie consultó antes a Movilidad y Aucorsa los meses que se planteó inicialmente que iba a estar cortada- o las dificultades del Consistorio para agilizar su gestión, un problema crónico en el que se ha mejorado pero no lo suficiente. Este martes, el primer edil confirmó por la vía de los hechos que su experimento de junio de 2023, nada más ser reelegido, de diluir Presidencia y colocar al frente de ella al citado Urbano, una cara nueva en la lista del PP y en el Ayuntamiento, salió mal. Y recuperó para el puesto a Torrico, quien ocupó la citada Concejalía en los mandatos 2011/2015 y 2019/2023.

Ése es el Departamento de la fontanería y es fundamental. Debe hacer que la coordinación interna fluya lo máximo que se pueda y ha de lograr que, cuando hasta allí llegue un asunto atrancado, se desatasque lo antes posible. Torrico conoce el Ayuntamiento como la palma de su mano y eso no es fácil: hablamos de una Administración de 559 millones de presupuesto en 2024.

De esta crisis de gobierno, él es el ganador. Malparados resultan Urbano, que también pierde Fondos Europeos -necesita mejoras profundas en la captación y la agilidad en su gasto- y Daniel García-Ibarrola, otra cara nueva en la lista de 2023 del PP. Este último sale de Turismo tras vivir choques por los cargos de confianza, acumular cierto malestar del sector o fundírsele el espectáculo del Alcázar -un clásico entre los concejales del ramo-. Asume el cargo Marián Aguilar, hasta ahora en segundo plano en Deportes.