primera plana
El mal de la despoblación
Se debe actuar de inmediato; antes de que la sangría de residentes acabe enfermando gravemente el futuro de nuestra provincia
La constante sangría de habitantes deja a Córdoba al frente de la despoblación en España
Baltasar López
Córdoba
El INE nos mostró la pasada semana que la despoblación se nos está agravando en Córdoba. Ha sido la provincia española que más habitantes ha perdido por el camino del último año (-4.168 ). Es una señal aún más alarmante de un prolongado mal: ... nuestro territorio desde 2012 ha perdido 33.000 residentes. La situación no admite torniquetes políticos para salir del paso.
Más allá de síntomas demográficos comunes a toda España -descenso de la natalidad, por cuestiones sociológicas y por los problemas de los jóvenes para emanciparse, y crecimiento del envejecimiento, ya que el aumento de la esperanza de vida se deja notar-, nuestra tierra presenta una seria dolencia específica. La debilidad estructural de nuestra economía bombea a parte de nuestros habitantes -muchos de ellos en edad de tener hijos, que acabarán naciendo en otros lugares- fuera de la provincia. Se van buscando un porvenir menos anémico que el que, auguran, tendrán aquí. Y esa herida por la que se desangra el padrón de nuestros municipios no se ve mitigada con transfusiones de extranjeros o de ciudadanos del resto de España que arriben. No vienen porque no somos un territorio próspero.
Córdoba, como otros lugares de España, necesita que todas las Administraciones se unan para aplicar un tratamiento de choque. En nuestro caso, el equipo médico debe estar liderado por la Junta y el Gobierno central. Este último puede empezar por liberar un par de medicamentos para el Norte, donde las defensas contra la despoblación empiezan a estar por los suelos: la construcción de una auténtica autovía A-81, que jubile a la N-432, y agilizar el anunciado aumento de la potencia eléctrica, para retener a las empresas ya implantadas y poder captar a otras.
Pero, vamos, que hay tarea para todas las instituciones más allá de esas dos importantes actuaciones. A muchas de nuestras localidades hay que recetarles comunicaciones en condiciones y en un amplio sentido de la palabra (carreteras adecuadas para sus coches y 'autopistas' para los ordenadores), mejores servicios públicos o más empleo y de mayor calidad si queremos que sus censos empiecen a levantar cabeza. Y se debe actuar de inmediato; antes de que la sangría de residentes acabe enfermando gravemente el futuro de nuestra provincia.
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