La biblioteca interminable

Ese almanaque tiene más tachones que un copiado de un alumno de Segundo de Primaria. Con la diferencia de que un niño está en la fase de aprendizaje, mientras que un político debería llegar a ministro con la lección aprendida de que no hay que dar plazos en vano.

Y es que, desde el principio, la sensación fue la de que hizo un 'brindis al sol'. De hecho, pocos días después de producirse, la Subdelegación del Gobierno intentó corregir el borrón y recurrió a un superventas entre nuestros dirigentes: 'Donde dije digo, digo Diego'. Ya pasó a hablar de que en el último mes de 2022 lo que se produciría sería la entrega por el Ejecutivo de esta infraestructura a la Junta, que la gestionará. La matización tuvo menos recorrido que aquel libro que escribió Leticia Sabater.

Tras las campanadas, la situación es la siguiente, el Gobierno central ya dispone del mobiliario de este equipamiento que ha contratado por 1,1 millones, aunque le resta por hacer lo propio con la señalización (128.000 euros). O sea, este inmueble no está aún para ser cedido. Y, cuando esto se produzca, la apertura no será inmediata. Entre otras cuestiones, la Administración regional deberá trasladar a la flamante Biblioteca del Estado los 244.000 volúmenes que tiene en la Provincial.

Esta última demora es una nueva página de la historia interminable en que se ha convertido este proyecto -otro más que se nos atasca; que, si existiera el Nobel de las demoras en grandes obras no nos dejarían participar por abusones-. Porque sus trabajos arrancaron en 2014 e iban a estar listos en 2018. Y no fue lo único que se dilató: de un coste inicial de 10,5 millones se pasó a 19,4. No estaría de más que PP y PSOE, ambos han dirigido el país durante su ejecución, hicieran por fin algo juntos. Que firmaran una comparecencia a cuatro manos con todo lujo de detalles en la que nos explicaran semejante despropósito.