«Si no baja la tasa de paro juvenil, no hay solución al problema de la despoblación en Córdoba»

El responsable del Área de Geografía Humana de la UCO, Rafael Garzón, explicó ayer a ABC que las causas de la despoblación en la provincia «son complejas y múltiples, no hay sólo una». A su juicio, se debe «fundamentalmente al escaso dinamismo económico de muchas zonas de Córdoba», entre las que destacó «algunas zonas críticas en el norte y otras en el sur». Otro problema parte de «la percepción del mundo rural como algo no atractivo para los jóvenes». Otro cimiento del declive ha sido que «no se ha planteado un modelo alternativo» en determinadas comarcas «como el Guadiato» que «paren el proceso migratorio, el envejecimiento y el relevo generacional».

Garzón contempla que el problema de la pérdida de población se ha generalizado, pero recuerda que «hay municipios que muestran signos positivos». Además de la capacidad de «Córdoba capital de generar un área metropolitana» con el impulso que puede significar «la Base Logística», existen casos «como Puente Genil, especializada en la iluminación; Espiel, con la logística; o Lucena, con el sector de la madera».

Por eso, estima que la solución a la crisis poblacional está en «apostar por políticas públicas que fomenten las alternativas» a los modelos actuales, así como «el impulso de empresas con elementos específicos», sin olvidar que es necesario un empujón a «modelos de desarrollo supramunicipales». En este punto, incidió en que «hay planes territoriales vigentes que no se cumplen», como es el caso «del plan para todo el sur de Córdoba, de 2012, que pretende un nudo logístico e industrial para el Campiña, Guadajoz y Subbética».

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El exrector de la Universidad de Loyola Gabriel Pérez Alcalá cree el punto de origen es el fenómeno de «estancamiento y envejecimiento que vive Europa». Para él, «Córdoba y Jaén sufren el problema de las provincias de interior» en Andalucía. Pérez Alcalá desglosó que Córdoba ha tenido dos problemas fundamentales «mantener una alta tasa de paro juvenil», que ha provocado que los jóvenes migren, ya que «es la consecuencia si no hay trabajo». Además, a ello une «los efectos de la crisis de 2008», que provocó la «pérdida de grandes empresas y empleos cualificados con altos salarios». Recuerda como ejemplos «la salida de los servicios centrales de Cajasur, y la caída de las tres grandes constructoras: Ramade, Prasa y Arenal».

El exrector de Loyola confirmó que el fenómeno de la despoblación «no es ya sólo un problema del norte, sino que se ha generalizado en toda la provincia, salvo algunas excepciones». Pérez Alcalá no tiene dudas de las posibles soluciones. La primera y fundamental: «Sin solventar el problema de la alta tasa de paro juvenil, no hay solución al problema de la despoblación».

Además, todo pasa por «la creación de empresas y más sociedades industriales y de sectores avanzados que anclen personas jóvenes y con empleos de alta cualificación». En este sentido, «la BLET es un gran tractor» porque «puede generar el efecto aglomeración que significa que una empresa abre la puerta a la segunda y la tercera, pero las siguientes ya son fáciles de implantar». Pone el foco en que «Escribano es un claro ejemplo y puede producir ese efecto».

El sociólogo del IESA Eduardo Moyano ratificó en ABC que «la pérdida de población es reflejo de un problema generalizado en todos países de la UE, no sólo en España, y no sólo en nuestra provincia». A su juicio, el punto de partida es la baja natalidad, ya que «se tienen menos hijos, e incluso ninguno». La posibles soluciones para Córdoba no son fáciles: «Creo que tendremos que acostumbrarnos a esta situación de hielo demográfico, y buscar soluciones para paliar sus efectos sobre la economía y el bienestar social».

Moyano incidió en que «los datos del declive demográfico en la provincia nos indican que cada vez hay menos diferencias entre las comarcas del norte y del centro y sur», es decir, que se ha generalizado el problema «y eso dice que se han homogeneizado las actitudes y comportamiento de la población joven». Las consecuencias serán que «con menos población significa menos actividad económica y por tanto menos riqueza general y menos bienestar».