Perdonen las molestias
Pinchitos morunos
Dónde mejor para arreglar contratos municipales debidamente fraccionados que a la fresca del porche
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Faltan mantas
No es difícil imaginar al ex jefe de Mantenimiento soplándose un botellín de cerveza helada mientras los dos empresarios imputados arriman media docena de pinchitos morunos a la barbacoa. Un chanchullo de facturas falsas como dios manda se fragua en la parcelita los domingos ... a mediodía. Presuntamente, por supuesto. Dónde mejor para arreglar contratos municipales debidamente fraccionados que a la fresca del porche, con la adecuada discreción y en mangas de camisa. Pues eso.
El juez ya tiene en el sumario del caso Infraestructuras el dato de la parcela. Que no es un dato cualquiera. Los capitostes de Wall Street negociarán sus apaños en el jacuzzi. De acuerdo. Aquí en la parcela. Con la tortilla de papas y el plato de jamón de patané. Que cada territorio tiene su cultura del pelotazo, con su personalidad jurídica y su hecho diferencial de aquí te quiero ver.
El caso es que, según confesó un ex trabajador al señor togado, cada vez que los tres encausados se sentaban al fresquito a ventilarse medio kilo de pinchitos morunos y un plato de salmorejo, las empresas investigadas engordaban su cartera de contratos por arte de birlibirloque. El proceloso mundo de los negocios es así. Entre trago y trago, media docena de facturas falsas y tiro porque me toca.
A estas alturas de partido, la trama de Infraestructuras, con sede en la parcelita del cuñao, es una hidra de siete cabezas que no para de crecer, según certifica el juez instructor. Ya van una decena de empresarios investigados, un alto funcionario, una coordinadora de área, el señor concejal, por supuesto, y cuatro piezas separadas. Que todo no nos cabe en una sola instrucción.
Luego está el pago en especie. Hoteles de lujo y un asiento en el Santiago Bernabéu. Como marcan los cánones del «chori-business». Todo negocio que se precie se remata con un whisky con hielo y un partidito de fútbol. Así que el sumario del señor juez está plagado de lugares comunes y parentescos de cuarto grado al frente de empresas pantallas. De tal modo que hay días en que parece que está a punto de abrir la puerta Torrente. Y oiga: no lo descarten.
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