Un año del viaje sin retorno de Álvaro Prieto

El miércoles 11 de octubre de 2023, el joven, de apenas 18 años, jugador del Córdoba CF en la categoría juvenil, inició un viaje del que jamás retornaría. Lo que comenzó como una escapada de diversión con sus amigos acabó en la peor de las fatalidades para un chico que ha dejado una profunda huella entre sus allegados.

Prieto había decidido acudir a una fiesta universitaria que se celebraba en la discoteca New Theatre de la capital hispalense, por la zona de Sevilla Este. Después de una noche de diversión, el joven salió del local con un amigo, y, tras despedirse, se dirigió a la estación de trenes de Santa Justa. Su convoy de vuelta a Córdoba salía a primera hora, un Avant que partía sobre las 7.35.

Envió un mensaje a sus padres a las 7.22 hoars: «Ya voy para la parada». Sería el último. Después, su teléfono se apagó por falta de batería. Las últimas imágenes que se tienen de Álvaro con vida las recogieron las cámaras de seguriad de Santa Justa, en las inmediaciones de la misma, sobre las nueve de la mañana del jueves 12 de octubre.

Tenía billete, pero perdió el tren. Sin móvil, dinero en efectivo ni tarjetas de crédito (probablemente las tendría vinculadas al terminal), intentó colarse sobre las 8.45 horas en un AVE con destino a Barcelona y parada en la capital cordobesa, según la versión de los trabajadores de la estación. Sin embargo, fue interceptado por los empleados de Santa Justa, que lo identificaron y expulsaron de la zona.

Los mismos declarantes aseguraron que se dio al joven la opción cargar su teléfono, pero declinó tal ofrecimiento y se marchó.

Mientras, su familia, que lo esperaba para comer, comenzó a inquietarse tras no tener noticias de Álvaro y no poder contactar con él: su móvil estaba 'apagado o fuera de cobertura'. Marchó a Sevilla a interponer la preceptiva denuncia ante la Policía Nacional, que desde un primer momento calificó la desaparición de 'inquietante'. El misterio rodeaba un caso en el que lo único que parecía claro es que el joven no se había 'desvanecido' por voluntad propia. Por la zona en la que había estado de fiesta no lo había visto nadie; sus amigos tampoco tenían noticias suyas.

SOS Desaparecidos se hizo eco del suceso y también el Córdoba CF, que publicó el primer tuit sobre la desaparición de Álvaro. En el mismo se hacía referencia a que había sido visto por última vez el 12 de octubre. Vestía pantalón beige y camisa verde.

La imagen del chico empezó a circular en redes sociales y medios de comunicación. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba Álvaro?

Las teorías que se abrieron fueron varias. Podría haber hecho autoestop para llegar a Córdoba, y que alguien le hubiera hecho algo. Se habló, igualmente, de atropello, posibilidad que se descartó pronto al no haber aparecido el cuerpo. O quizá podría haber vuelto a entrar en la estación para tratar de saltar a otro tren.

Una testigo aseguró que lo vio cuando se dirigía hacia el barrio de Las Huertas, que discurre entre las vías del tren (dirección Córdoba) y la avenida de Kansas City. No fue la única que contactó con la Policía. Los agentes recibieron más de 500 avisos sobre su posible paradero, pero fue la declaración de aquella mujer, que luego se vio confirmada por más personas, la que cobró fuerza.

El sábado, 14 de octubre, se estableció un dispositivo de búsqueda mas amplio compuesto por la Policía Nacional y Local de Sevilla, y Protección Civil. También se desplazaron algunos amigos del Córdoba CF hasta la capital hispalense.

El epicentro de los rastreos se ubicó en las inmediaciones de la estación de Santa Justa, donde parecía que se había visto a Álvaro por última vez. Pero igualmente se buscó al chico la comarca del Aljarafe donde lo ubicaron algunos testigos, y se puso el foco en estaciones de autobuses y de trenes, hospitales, residencias y albergues.

Mientras, en Córdoba, unas trescientas personas, la mayoría jóvenes de no más de veinte años, acudieron ese sábado a la iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón a rezar por el regreso de Prieto.

También se organizó un rezo en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, en Arroyo del Moro, con la que la familia del joven tiene relación.

Por su parte, sus compañeros del CCF también se encontraban consternados; el partido previsto para el 15 de octubre se suspendió y aplazaron los entrenamientos; y en el encuentro contra el AD Mérida, los jugadores del primer equipo sacaron una pancarta en la podía leerse «Álvaro, vuelve pronto».

La Unidad Militar de Emergencias (UME) se sumó a la búsqueda desde la noche del sábado 15 al domingo 16 de octubre con sus perros especializados en el rastreo de cuerpos; la zona de restringió al área de las vías del tren entre el puente de la carretera de Carmona y la avenida Veintiocho de Febrero, a unos minutos de Santa Justa. Allí instalaron una carpa y estuvieron realizando batidas, con drones y canes, además de revisar las partes vulnerables por las que pudiera colarse alguien a través de la valla para entrar de manera no autorizada. Finalmente, sobre las 4.00 horas se dio por finalizado el operativo sin éxito.

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Nada hacía suponer que unas horas después y a escasos metros de donde se habían desplegado militares y agentes, la casualidad destapó el fatal paradero del joven Prieto.

Casi 100 horas después de que se viera por última vez al chico, después de cuatro días de incesante búsqueda, un equipo de TVE que grababa recursos para una conexión sobre la última hora del caso en Santa Justa, captó, sin querer, lo que parecía ser un cuerpo inerte aprisionadoentre dos vagones en movimiento.

Se cumplían las peores expectativas: el cuerpo sin vida era el de Álvaro. La autopsia reveló que murió electrocutado el mismo día de su desaparición. El chico recibió una descarga al tocar la catenaria; fue tan fuerte que lo desplomó en el techo del convoy, y posteriormente en la zona en la que más tarde lo encontrarían debido al movimiento del tren, en pruebas.

El examen del cuerpo de Álvaro descartó las decenas de bulos que circularon en redes sociales sobre el fallecimiento del chico, en los que se afirmaba que había sido asesinado por un grupo de personas de etnia gitana, en venganza por haber estado el joven cordobés con la novia de uno de ellos en la discoteca sevillana.

Dichos comentarios racistas sin pruebas se desmontaron por completo con la autopsia que descartó la participación de terceras personas en la muerte de Álvaro.

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El 6 de noviembre, la Catedral de Córdoba, con todas sus bancadas llenas, celebró una misa por el alma del joven, oficiada por el obispo de la diócesis, monseñor Demetrio Fernández. No fue el único acto para recordar al chico y solidarizarse con su familia y amigos: el Ayuntamiento de Córdoba decretó un día de luto por su muerte y celebró una concentración en su memoria -hubo otras como la realizada por la Universidad de Córdoba (UCO) o aficionados del Córdoba CF-.

El 2 de enero de 2024 el Juzgado de Instrucción 11 de Sevilla archivó el caso de Álvaro Prieto, al considerar probado que su muerte fue accidental y no haber evidencia alguna de la comisión de ningún delito en el terrible deceso.

La muerte del chico, no obstante, abrió un debate sobre los agujeros de seguridad de la estación de Santa Justa: tanto por los puntos vulnerables que ofrecen resquicios para acceder a los raíles sin ser interceptado, como por la falta de suficientes cámaras de videovigilancia.

El caso de Álvaro, pese a haberse cerrado hace un año sigue muy abierto en los corazones y en el recuerdo de quienes más lo querían. Su familia, rota para siempre por el dolor, ha preferido no hacer ninguna declaración en la efeméride de esta vívida pérdida.