DESDE MI RINCÓN
NOMBRES DISTINTOS, MISMO SISTEMA
JOSÉ LUQUE VELASCO
No estaría mal reflexionar sobre los paralelismos del feudalismo de la Edad Media y nuestra actual democracia en España
QUIERO referirme a una institución que surge en la Europa medieval y que se extiende por toda la península ibérica en plena Edad Media. El feudalismo. ... Sistema de gobierno descentralizado, con un poder monárquico débil, en el que unos pocos «señores» actuaban como dueños, que lo eran, de la tierra, la justicia y las personas. Han de ser las monarquías autoritarias, a finales del siglo XV, las que pongan freno a tan funesta institución. Digo funesta, porque además del daño que produjo, dejó raíces en nuestra sociedad que, como sucede en la naturaleza, generan «chupones» que pretenden vivir improductivamente a costa de agotar despensa y ahorros del tronco, amenguando el progreso y la vida de la planta.
Los señores feudales que por cuna tenían poder absoluto, buscaban mayor poder a través de cruentas guerras y matrimonios convenidos, generando enorme sangría en las arcas del Estado. Esto obligaba a imponer impuestos confiscatorios a los vasallos. Su cobranza estaba encomendada a los nobles que disponían de ejército propio para obligarles a pagar para no ser aplastados por la fuerza de un sistema que premiaba generosamente a los recaudadores, sin mirar las formas y maneras que usaban para conseguirlo. Salvo honrosas excepciones, los nobles, sabedores de su impunidad y conscientes de que lo único importante para alcanzar influencia y poder era la recaudación, no escatimaban en el método. El miedo a la violación, al castigo corporal o al fuego en viviendas y graneros, eran razones más que suficientes para que los vasallos entregaran hasta el último grano de cereal, la última tinaja de vino o aceite, o cualquier animal de granja que reclamaran los «sayones». Personajes, estos últimos, comisionados y primados económicamente por los nobles para cumplir ciegamente y a toda costa la consigna de… ¡recaudar!
Señores feudales, nobles, vasallos, chupones, sayones, sólo son ¡nombres! Lo que interesa no es eso, sino el sistema de convivencia que generan. ¿Percibe el lector semejanzas entre señores feudales y presidentes autonómicos; nobles y líderes de partido; matrimonios de conveniencia y pactos políticos, vasallos y sujetos pasivos o contribuyentes...? Dejo en el aire otros parecidos para que nadie se ofenda.
Los españoles deberíamos preguntarnos si al limitar el periodo de memoria histórica, no estaremos soslayando alguna otra parte de esa historia de la que convendría conocer más, para que nadie nos engañe. Reflexionemos si existen coincidencias de comportamientos entre el feudalismo de la Edad Media y la actual democracia española. Sería lamentable que haya bastado un cambio de nombres, para que mientras nos incitan a mirar a una parte, nos estén dando gato por liebre.
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