Estocada mortal por quitarle el sitio

Así, según cuentan, el día de la procesión, que salía de la iglesia de la Magdalena, todos pugnaban por colocarse lo más cerca de la Custodia. Uno de ellos era Luis Fernández de Córdoba, perteneciente a una de las más altas familias de la ciudad; pero otro, hortelano de profesión, le cogió el sitio, lo que sentó fatal al aristócrata, que reclamó su preminencia.

No obstante, el hortelano se negó a apartarse y «la reacción del caballero fue fulminante y terrible, pues sacando su espada mató al infeliz de una estocada, sin tener en cuenta la presencia del Santísimo», recoge el libro.

La Justicia prendió al asesino y lo encerró en una torre ya demolida, la de los Donceles, que existió frente a la iglesia de la Magdalena, «ya que, por su condición de noble, no podía ser ingresado en la cárcel general, reservada a los plebeyos», cuentan Puebla Povedano y Cruz Gutiérrez.

Una tarde, durante su encierro y a la espera de ser juzgado, las campanas del templo tocaron a sacramento «y don Luis subió al adarve. En ese momento, pasaba por allí la viuda del hortelano, al tiempo que el muro de la torre se desprendió con gran estruendo, llevándose el cuerpo del homicida, que quedó muerto a los pies de la viuda», concluye la historia.