PRETÉRITO IMPERFECTO
ANGUITA, ALFA Y OMEGA
Mientras que Anguita escenifica el final de su «Califato rojo», el PSOE parece lograr de rebote que termine la vieja «anomalía»
En Julio Anguita todo está lleno de una simbología, un aire castrense, una enorme carga política en el sentido clásico del término y un ... guión shakesperiano sin parangón que lo convierte en uno de los trascendentes personajes de don Guillermo. La imagen de esta semana en el Instituto Góngora apadrinando al nuevo «salmorejo» político de Ganemos Córdoba (Podemos, Stop Desahucios, ecologistas, sindicalistas, oportunistas...) y dándole de manera implícita un portazo a su propia criatura, Izquierda Unida, sitúan el pasaje en una especie de profecía bíblica sobre lo que él y su proyecto significaron para Córdoba. El alfa y omega de lo que fue el «Califato rojo» y hoy ha quedado relegado a ruinas saqueadas, casi como sucedió con Medina Azahara y sus propios depredadores.
Anguita fue una especie de demiurgo para IU y toda España cuando en 1979 la marea socialista inundó a casi todos los ayuntamientos del país tras el final del franquismo y la llegada de la democracia. Menos en el caso de Córdoba, donde empezó a fraguarse lo que el PSOE siempre ha denominado como la «anomalía histórica». Una raya en el agua que acabó en un reposado lago inmune al oleaje y los vaivenes de la piel de toro con sus lógicas consecuencias. Ahí nació el político que mudó al maestro. Ahí ancló la sociología que aún sobrevive en Córdoba y sus entretelas. Ahí se fabricó la marca que ha acompañado a esta ciudad hasta que el epílogo del rosismo se dio de bruces con la crisis interna, la económica y el PP de Nieto.
En toda esta singladura, el faro de Anguita, a modo de oráculo o viejo sabio presente e influyente, no ha dejado de dar destellos hacia los suyos intentando marcar un rumbo fijo que se antojaba utópico. Desde la lejanía, el excoordinador federal de IU no ha cesado de probar experimentos, políticos a fin de cuentas (Prometeo, Frente Cívico,...), al objeto de solidificar su teoría de las dos orillas y el sorpasso al PSOE en la margen izquierda. Sólo la demoledora irrupción mediática de Podemos le ha brindado al «califa rojo» el caso práctico que andaba buscando su teoría. Y a poco que el experimento rupturista y tramposo ha cobrado empuje, Anguita ha roto el cordón umbilical con su criatura, a la que ha dejado en el desierto y sin apenas víveres —con la inestimable ayuda, eso sí, de sus correligionarios—. El último y penoso escarceo con el socialismo andaluz y el régimen maloliente de los ERE y los cursos de formación, fue el precipicio al que IU decidió lanzarse.
Resulta paradójico, y aún más llamativo, que a la vez que Julio Anguita escenifica el final de un tiempo para el Partido Comunista y Córdoba, el PSOE logra, según los sondeos, situarse como la primera fuerza de la izquierda en la ciudad 36 años después. Justo cuando lanza en su candidatura a la aspirante con menor grado de conocimiento de la historia de este partido en su vertiente local, pese a su larga estancia en esos despachos oficiales de la Junta de Andalucía que provocan flacidez reivindicativa y silencio corporativo. Pues parece que la señora Ambrosio acaba de llegar hace unos días a Córdoba procedente de la vecina localidad de Socuéllamos como la entrenadora de la «positividad» y sin saber nada.
La «anomalía» parece tocar a su fin por casualidad y causalidad. Con una mezcla de fatalidad e infortunio, pero, sobre todo, de incapacidad ante la fuerza de los hechos. La mitología tiene estas cosas.
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