CÓRDOBA, EN CLAVE DE FUTURO

Ángela Jiménez, raíces profundas

Ángela Jiménez, del lagar Los Raigones, pertenece a la cuarta generación de bodegueros de su familia

Ángela Jiménez, raíces profundas GASPAR

r. aguilar

Las claves más sugerentes para encarar el futuro con ciertas garantías de éxito se encuentran a veces en el pasado. Ángela Jiménez las busca con ahínco en los registros orales de su familia, en los recuerdos transmitidos de padres a hijos además de en la ... Casa de las Aguas de Montilla. Una de las conclusiones principales es que el Lagar de los Raigones, que es propiedad de su familia desde hace cuatro generaciones, data de 1803.

«Los miembros de la cuarta generación, a la que pertenezco, hemos aprendido a sentir el lagar como algo muy nuestro y valioso, por lo que forma parte de nuestra cultura y sabemos que somos parte de ese eslabón de la cadena que tenemos que continuar para que los caldos que se producen en esta pequeña subzona de calidad superior de la denominación de origen Montilla-Moriles no se pierdan entre los graneles de las grandes cooperativas y bodegas», indica.

Cifras de negocio

Las cifras de negocio actuales avalan que los herederos del fundador del lagar han sabido estar a la altura: «Elaboramos entre 60 y 120 mil kilos de aceite al año y de vino, entre 80 y 120 mil litros. La actividad turística va aumentando año tras año gracias a la buena publicidad que nos hacen nuestros visitantes», puntualiza Ángela Jiménez durante la conversación.

La historia ha sido larga. «A mediados del siglo XX había en la Sierra de Montilla en torno a los ochenta y cinco lagares, que son un signo de identidad de la Sierra de Montilla; ahora solo se conservan una decena», informa la bodeguera.

«La Sierra de Montilla es muy desconocida»

¿Y qué camino se ha andado desde entonces? O dicho de otra manera: ¿Han sabido quienes tienen en sus manos el vino y el aceite hacerse valer más allá de la actividad comercial y situarlos donde les corresponde en el plano de la cultura, del valor de la tradición? La opinión de Ángela es crítica: «Llevamos unos años en los que se ha hecho mucho hincapié en la cultura de los aceites. En el vino quizás necesitamos algo más, sobre todo en esta zona, en la sierra de Montilla, que es muy desconocida para muchas personas. De hecho, cuando yo tengo aquí visitas, la gente se sorprende de que aquí, en esta pequeña zona, llevemos tantos siglos dedicándonos a hacer lo mismo en los lagares. Creo que esta cultura del vino ha de potenciarse, porque ha existido una gran cultura, una gran forma de vida vinculada al vino».

Ángela Jiménez, raíces profundas

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