cabalgata de reyes magos
Los emisarios de la ilusión
Melchor, Gaspar y Baltasar repartieron ayer miles de caramelos y regalos durante su tradicional desfile por la ciudad
d. d.
La estrella de Oriente cambió ayer su trayectoria y guió a Sus Majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar, hasta la capital cordobesa, donde, engalanados y con las sacas cargaditas de regalos e ilusión, recorrieron sus calles en la tradicional Cabalgata del 5 de enero.
Los tres ... coronados hicieron su aparición sobre tres coches de caballos, que los trasladaron hasta la plaza de Santa Teresa, después de haber saludado al alcalde, José Antonio Nieto, como manda el protocolo. Junto al puente de El Arenal esperaban sus carrozas y el resto de la comitiva. Una marea humana aguardaba impaciente a los Reyes, a los que acompañaba una decena de carruajes, tres bandas de música y pasacalles.
El pistoletazo de salida lo dio un petardazo ensordecedor con el que comenzó el desfile al ritmo del villancico «Ya vienen los Reyes Magos». Antes siquiera de que el cortejo echara a andar, decenas de manos alzadas reclamaban las ansiadas golosinas. Los más pequeños, sobre los hombros de sus progenitores, levantaban sus brazos y gritaban hasta casi desgañitarse, sin apartar la mirada del suelo en busca de caramelos sin dueño. «¡Mira qué suerte, mamá, he cogido esto!», vociferaba una pequeña mientras agarraba con fuerza una pizarra magnética que lanzó la primera de las carrozas, con figuras de la película de animación «Up». Las siguientes de la comitiva estuvieron dedicadas al 50 aniversario de Mafalda, el personaje más querido de Joaquín Lavado «Quino»; al Córdoba Club de Fútbol y su ascenso a Primera División; a los súper héroes y a los duendes.
Para todos los gustos
Por su parte, las que precedían a los carruajes de Sus Majestades estaban centradas en una temática tradicional, bíblica. Pastorcillos, angelitos y mercaderes lanzaban sin mesura chucherías y regalos, tratando de calmar los excitados ánimos. No en vano, durante la Cabalgata llegaron a repartir, a lo largo de todo el recorrido, más de 150.000 unidades de productos infantiles, como peluches, llaveros, monederos y pulseras, entre otros; más de 10.000 kilos de caramelos; más de 199.000 golosinas; unas 200.000 chocolatinas, o 185.000 gominolas.
La mayoría de los asistentes aguardaron la llegada del desfile en las avenidas de Conde de Vallellano y Ronda de los Tejares, donde se colocaron vallas de seguridad para evitar incidentes. Esta medida ya se adoptó el pasado año, si bien en esta edición la zona acotada se amplió a la avenida de Cádiz, en el trayecto que une las plazas de Santa Teresa y de Andalucía.
El Rey de blanca barba apareció en una enorme carroza adornada con motivos orientales. Sin dejar de mirar a su alrededor, Melchor daba instrucciones a sus acompañantes para el reparto de golosinas.
Gaspar, por su parte, se alzaba en el trono de su carruaje ante un arco con forma ojival. Desde lo alto y sin parar de sonreír, Su Majestad lanzaba sin detenerse monedas de chocolate, gusanitos y caramelos.
Cerrando el desfile, llegó Baltasar sobre un gran carro dorado y rojo. «¡Aquí, aquí!», vociferaban un grupo de jóvenes, a la par que planeaban «atrochar por las calles» para adelantarse al cortejo y «coger más chucherías», acordaron sus miembros.
El cortejo recorrió la plaza de Colón, que lució abarrotada; la avenida de los Molinos, Ollerías, Ronda del Marrubial, la plaza Cristo de Gracia y, finalmente, la avenida de Barcelona, donde la gran Cabalgata se despidió, como manda la tradición, junto a la fuente de Canaletas.
Los emisarios de la ilusión
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