Las ventas suben este año un 40% mientras crecen las quejas vecinales por el ruido

Una situación que corroboran los propios vendedores de petardos en Córdoba. Evidentemente, los que cuentan con licencia para ello. «Hemos bajado mucho los precios y la verdad es que se ha notado mucho el aumento de las ventas», comentó a ABC Martín Guijarro, responsable de Petar2M.com, que cuenta con una tienda en La Torrecilla. Ese incremento lo cuantificó en un 40 por ciento, aunque, a cambio, la caja no lo hay notado en la misma proporción. «Los ingresos sólo han crecido entre un 3 y un 5 por ciento, pero eso es porque hemos bajado demasiado los precios y también se han mejorado mucho las ofertas», explicó.

Algo que, quizá, no resulte conveniente para este tipo de negocios, pero es que «nuestra campaña es una al año y se marcan las estrategias a largo plazo; el año que viene ya veremos lo que hacemos después de la experiencia de ahora», adelantó Guijarro.

Según aseguran los vendedores legales, las preferencias siguen siendo las mismas: los explosivos, cada vez más potentes, y también los voladores. «En realidad, contamos con un catálogo de 450 artículos y se vende un poco de todo, pero en Córdoba la gente se tira al ruido», abundó Guijarro.

Eso lo han notado los principales representantes vecinales de la ciudad. «Lo de los petardos no es nuevo, viene de lejos, pero la verdad es que cada vez son más gordos», advierte Francisco Molina, presidente del Consejo de Distrito Levante. «Aquí, en el parque Madre Coraje todos los días se escuchan y parece que estemos en guerra», se lamenta.

Igual que él piensa Rafael Soto, presidente del Consejo de Distrito Centro y miembro de la hermandad de las Angustias. «No hace mucho nos tiraron uno en San Agustín que hizo vibrar los cristales de la sede, porque parecía una bomba», señaló.

Tanto ellos, como el resto de presidentes contactados por este periódico, avanzaron que van a tratar el problema de los petardos en próximas reuniones del Consejo de Distrito y en algunos casos, como es el de la zona Centro, se «planteará una denuncia en la junta municipal, porque nos tememos que hay descontrol a la hora de vender petardos a los chavales y hemos observado control cero por parte de la Policía Local», apuntó Soto.

No obstante, los vendedores se defienden de estas acusaciones. «Lo de la venta a menores es algo que llevamos a rajatabla», apunta Martín Guijarro. Y es verdad que en la puerta de su tienda hay un cartel que dice que está prohibida la venta a menores de 12 años. «Nuestros dependientes tienen la obligación de pedir el DNI y cada cliente que compra tiene que firmar con su número de carné la copia del ticket», aseguró. «Otra cosa es lo que se hace de puertas para afuera», dijo.

Eso significa que aunque son adultos los que adquieren el material, son niños menores de edad quienes lo lanzan. Eso es algo que han detectado en los diferentes distritos de la ciudad. «La ordenanza existe y quizá se cumpla para la adqusición de petardos, pero no a la hora de usarlos en la calle», estimó Francisco Molina.

Además, está el problema de la venta ilegal, cada vez más controlada, aunque latente «hasta que no se regule al estilo de como se ha hecho, en Madrid, Cataluña, Alicante o Valencia», apuntó Guijarro. «A nosotros, los legales, nos vienen siempre a vigilar cuando tendrían que estar controlando a los que no tienen licencias y que nosotros mismos hemos detectado en numerosas tiendas de chinos y algunas papelerías», añadió. Este periódico, sin ir más lejos, comprobó esa venta ilegal en establecimientos regentados por orientales de Jesús y María y Osario.