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Andalucía en femenino: la fascinación por el conocimiento

La cuarta y última ponencia de la edición 2023-2024 congregó a cuatro científicas punteras de Andalucía

El papel de la mujer en la ingeniería, a debate en el foro Andalucía en Femenino

Un momento del foro celebrado este lunes en la Galería de ABC
Un momento del foro celebrado este lunes en la Galería de ABC Raúl Doblado
Fran Piñero

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El Foro Andalucía en Femenino despidió ayer su edición 2023-2024 con un encuentro indispensable que abordó la ardua tarea, pero de incalculable valor, de saber transmitir la pasión por adquirir conocimiento. En cualquiera de sus disciplinas. A través del itinerario formativo que se elija. En los distintos puntos de crecimiento cognitivo de una persona.

Así, la Galería de ABC volvió a ser el escenario sobre el que compartieron su diestra experiencia cuatro andaluzas de máximo nivel como fueron Silvia Alguacil, responsable de proyectos de Divulgación Científica de la Fundación Descubre; Elena Ibáñez, CEO de Singularity Experts; Adela Muñoz, catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y divulgadora científica; y Lola Pons, historiadora de la Lengua y catedrática, de nuevo, de la Hispalense.

Bajo la moderación de la periodista Isabel Aguilar, las cuatro científicas —la propia Pons, pese a su formación puramente humanista reivindicó precisamente su raíz como científica, no sólo la de ella, sino la de todas las mujeres que la precedieron en esa rama del saber— mostraron su parecer acerca de cuáles son las fórmulas 'magistrales' para inocular el veneno del conocimiento, entendido como esa curiosidad que al nacer de uno mismo lleva a querer instruirse más y más en una materia.

Distintos públicos objetivos

La primera en tomar la palabra fue Alguacil, de pasado académico tan completo como variado. Aunque primero estudió Biología, a continuación cursó también Magisterio de Educación Infantil pues le motivaba sobremanera la idea de transmitir el conocimiento. Para ella, la clave está en dirigirse a un público muy amplio, pero no como un público general, sino como un conjunto de distintos públicos objetivos. Su reto es «saber dirigirse hacia todos ellos, con herramientas adaptadas, para fomentar el interés por la ciencia y responder a los distintos retos que tiene la comunidad de divulgadores de Andalucía». En ese sentido, asegura que hacen «difusión de todo el conocimiento científico que se hace en Andalucía, desde Humanidades a Ciencias Sociales, Jurídicas, Económicas...».

No tardó en ofrecer su opinión Elena Ibáñez, que forjó Singularity Experts alentada por problemas educativos de la sociedad poco alentadores como es el hecho de que «uno de cada tres estudiantes abandona la carrera o FP durante su primer año» o que tengamos una de las «ratios más altas de desempleo juvenil en Europa», al tiempo en que «la mitad de las empresas no encuentra perfiles cualificados».

Entendió todo ese maremagnum como una oportunidad y se enfocó en orientar a los jóvenes no hacia «profesiones tradicionales que quizá puedan desaparecer» sino hacia profesiones de futuro, «como los lingüistas computacionales, los auditores de algoritmos o los expertos éticos en Inteligencia Artificial». En su caso, aboga por una suerte de fusión o simbiosis equilibrada entre la tecnología y las humanidades, fundamental para anclar a los jóvenes de letras que piensan por lo general que sus carreras «no tienen futuro».

Por su parte, Adela Muñoz trajo a colación el debate de la cultura del esfuerzo. Su perfil va en sintonía con la tesis previa, pues aunque formó parte de una de las primeras generaciones de mujeres que más apostó por la formación, en su caso como Química, nunca abandonó su pasión por las letras, enfocándose en escribir libros sobre la historia de la ciencia y, sobre todo, de las científicas.

Respecto a esa idea de que lo arduo no se suele elegir, la científica cree que hay que facilitar el acceso a los más jóvenes a esas materias que se presuponen más difíciles. Y no se limita a la vía clásica a la hora de entusiasmar a sus alumnos, sino que forma parte del elenco de una obra teatral, de microteatro, en la que a través de monólogos breves representa la vida de científicas para que los niños se vayan familiarizando con referentes tangibles. Al final de la obra aparece junto al resto de actrices ya vestidas con ropa normal y cuentan su estilo de vida, sus hobbies... todo para que se entienda que ser científico es una profesión ya no sólo factible, sino real.

También se encuentra detrás de un cómic que, más allá de unas ilustraciones atractivas y de gancho para la juventud, sirve de método divulgativo añadido. En esta publicación se dan la mano el interés por la difusión del conocimiento de la química de hasta 91 profesionales.

Interés por la lengua

Como no podía ser de otra forma, el planteamiento conectó con la forma de pensar de la cuarta invitada al foto, la lingüista Lola Pons, que entendía que todas estas fórmulas no eran sino manifestaciones variadas de lenguaje. De sus intervenciones se pudieron extraer datos más halaguëños como es el hecho de que las filologías hayan visto incrementar sus matriculaciones en los últimos años, «en especial las clásicas». «Pese al momento de descenso demográfico hay más estudiantes ahora que en mi época, yo que soy del Baby Boom», explicó.

La razón que aportó fue la propia naturaleza de nuestra sociedad, «multilingüe», aunque a su juicio se deberían adquirir otras competencias lingüísticas más allá de aprender un segundo idioma».

Además, en un momento en el que los países parecen librar una batalla por el liderazgo tecnológico, y más concretamente en lo que a Inteligencia Artificial se refiere, Pons abogó por no perder nunca el pasado «lingüístico, humanístico y mitológico que tenemos como europeos», sino sacar pecho de él. «La cultura no puede relegarse a una afición de sábados por la tarde. En Europa no», aseveró con determinación aclarando que las máquinas y los sistemas pueden tomar el foco en la literalidad, pero el humano tiene la llave del valor añadido en la interpretación.

Los tres factores del éxito

La motivación por el conocimiento debe iniciarse en las edades más tempranas. La granadina Silvia Alguacil recordó exitosas iniciativas llevadas a cabo en Algeciras, en la que consiguieron que les «picara el gusanillo» a niños pequeños haciéndoles parte del método científico, permitiéndoles que ellos lo desarrollaran, establecieran sus hipótesis y obtuvieran resultados. Además, ya en edades más avanzadas, pudieron transmitir al alcalde las soluciones a las que llegaron ellos mismos sobre problemas reales del municipio.

Sobre la siguiente etapa, Adela Muñoz calificó de héroes y heroínas a los profesores, que son capaces de transmitir conocimiento y despertar «la curiosidad en un ambiente a veces tan hostil», integrando incluso en una misma aula «distintas culturas, religiones o idiomas».

Aunque es el paso a la Universidad el que se perfiló como uno de los pasos más trascendentales en este arte de la divulgación.

Elena Ibáñez explicó que son tres los factores que llevan al éxito: en primer lugar «fomentar la curiosidad, que es explorar, no decidir, pues es la curiosidad la que dispara el conocimiento»; en segundo, los valores «pues es absolutamente frustrante el efecto de la cultura de la imnmediatez el derecho y la no obligación. Pienso que cuando no hay meritocracia no hay esfuerzo». Como última aportación, la de respetar las decisiones: «Veo como hay padres que están influenciando demasiado las elecciones de los chicos. Si alguno elige una carrera que aparentemente no tiene futuro, los padres deben esforzarse en orientarlo para que opte por algo dentro de ese área que sí pueda tener mejores resultados».

Para la CEO de Singularity Experts, deberíamos perseguir generar «personas felices, no empleables», pues el saber siempre se complementa con el querer hacerlo.

«Ya no estanos en la sociedad del conocimiento sino en la sociedad del aprendizaje. Vale más el que más rápido y horizontalmente aprende que el que más conocimiento tiene en un momento dado», añadió.

A tenor de ello Lola Pons puso el punto final incidiendo en que un título obtenido hace cinco años tal vez no capacite para labores o necesidades actuales. Hay que regenerarse, y en ese sentido la Universidad no hace sino replicar —a poder ser en tiempo real—, estas nuevas vías de conocimiento.

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