Ataque en Algeciras
Yazine, el presunto yihadista de Algeciras, fue expulsado de una de las mezquitas y tuvo problemas en otra
Durante dos meses dio síntomas de radicalización, pero no hubo denuncias ni estuvo en el radar de la Policía
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J.J. Madueño
Algeciras
La comunidad islámica de Algeciras fue la primera que repudió a Yazine Kanjaa, el presunto yihadista que mató a una persona e hirió a otras tres el pasado miércoles por la tarde. Estos hechos, previos al atentado a dos iglesias, fueron desvelados públicamente por el ... imán de la mezquita mayor, Omar Khamleni, durante los actos de duelo por la muerte de Diego Valencia. Allí, después de rezar por el alma del sacristán, el imán dijo que Yazine «era un loco» que había tenido enfrentamientos con la comunidad musulmana.
Es cuando reveló, según publican varios medios, el supuesto 'lobo solitario' «no está en su sano juicio» y que había tenido «problemas» en alguna mezquita. «En la nuestra decía que por qué la gente subía con los pies mojados», recordó el líder religioso, que fue más allá y aseguró que en otro templo fue expulsado. Llegó a pedir que no se cerrase la mezquita nunca.
El imán explicó que su templo abre cinco veces al día para el rezo y que Yazine estuvo allí unos diez días antes del ataque. «Se le ha expulsado por exigir cosas ilógicas». Al mismo tiempo relató que no era un habitual, que salvó aquellos incidentes no se le veía por las mezquitas. Un relato que coincide con sus compañeros de piso, sobre todo con Mohamed, el joven que dormía en la misma habitación de Yazine.
Entrevistado por ABC, Mohamed reconoció que leía las enseñanzas de Mahoma por el móvil, que no iba a la mezquita. En su relato, decía como Yassine miraba el teléfono con mensajes religiosos. Es la pieza clave que tienen los investigadores para saber cómo se radicalizó en sólo dos meses, cómo su mente débil y diagnosticada de patologías, se volvió en la de un asesino en nombre de Alá. Es la puerta por la que entró la yihad y por la que se puede entender si hubo alguien que lo transformó.
Sólo hablaba de Dios y el diablo
Sus vecinos narraron cómo fue el proceso. En los últimos dos meses dejó de fumar, de beber y estaba irascible. «Decía que era un musulmán verdadero», aseguraba Ayman, que es la persona que más tiempo llevaba conociéndolo. Durante un año y dos meses compartieron corrala. Este joven vio el cambio. «Sólo hablaba de Dios y del diablo», señalaba el día después del atentado, cuando recordó que el día de antes de atacar las dos iglesias amenazó con rajar el cuello a un amigo que lo visitó.
Iba sembrado problemas por una interpretación del Islam que no casaba con la convivencia entre culturas. «Esto no vale», dijo sobre el Evangelio en San Isidro, antes de que el padre Antonio Rodríguez lo echara del templo y fuera apuñalado en el cuello. Luego llegó a La Palma, donde vio al sacristán recogiendo los elementos sagrados de la Misa y lo atacó. Diego Valencia huyó, pero lo sacrificó en la Plaza Alta en nombre Alá.
Aquella muerte comenzó a fraguarse en la vivienda ocupada mirando el móvil en solitario. Se dejó la barba y se colocó la chilaba. Dormía con el machete bajo la sofá cama verde junto a un patinete eléctrico. Tuvo problemas con su comunidad, pero nadie pensó en su radicalización. No hubo denuncia ni estuvo nunca en el radar policial, pero dejo un muerto y tres heridos en un atentado cómo un supuesto 'lobo solitario' de la yihad.
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