Acercamiento de los presos terroristas al País Vasco
El ventero donde paran los familiares de etarras: «Antes venían en dos autocares y ahora caben en un microbús»
Frente a la entrada de la prisión del Puerto de Santa María, el propietario de El Cepo, Miguel López-Cepero, les recibe con una bandera de España y la Marcha Real
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Iniciar sesión«Los traían en helicópteros acompañados de un montón de lecheras de la Policía y ahora se los están llevando en coches camuflados para que no se note, poco a poco, para no dar mucho el cante». Miguel López-Cepero es el ... dueño de la Venta El Cepo , un antiguo paradero de jornaleros de El Puerto de Santa María, en Cádiz, junto al que construyeron en 1981 la mayor cárcel de alta seguridad de España . Este penal se inauguró con el traslado de 117 presos de ETA, a los que se han ido sumando más condenados de la banda en estos cuarenta años. Hace una década llegó a haber 200 etarras en esas celdas . Hoy apenas quedan veinte. El Cepo está justo en la entrada del Centro Penitenciario y ha sido siempre el punto de encuentro de los familiares de los asesinos vascos que acuden cada fin de semana a visitar a sus «mártires». Miguel, el ventero, que cecea con naturalidad y podría ser más ombliguista que los abertzales porque nunca ha salido del mostrador en los últimos cuarenta años, los recibe con banderas de España y la Marcha Real sonando a todo volumen.
—Yo soy un patriota de verdad, tenemos ideas opuestas, pero por conveniencia de las dos partes nos hemos llevado siempre bien.
Hasta hace unos años viajaban todos los martes y los viernes dos autobuses de parientes de los etarras desde el País Vasco hasta El Puerto y él los acogía en su negocio hasta que les tocara el turno de visita. Ahora sólo vienen un día a la semana, los sábados.
—Antes se iban rotando, unas veces venían las madres y los padres, otras veces los hermanos, otras los amigos… El trato siempre ha sido muy cordial. Ellos piden un café y yo les pongo el azucarillo con la bandera de España , siempre me he expuesto lo máximo, pero siempre nos hemos respetado.
«Ellos piden un café y los pongo el azucarillo con la bandera de España, siempre me he expuesto lo máximo, pero siempre nos hemos respetado»
Ahora esa clientela, muy aficionada por cierto a los guisos de la casa, ha bajado. La frase de Miguel ilustra el acercamiento tácito de los presos etarras a cárceles más próximas al País Vasco que está llevando a cabo el Gobierno. La de El Puerto se está vaciando.
—De los dos autobuses que venían dos veces en semana hemos pasado a un microbús los sábados .
El último que ha trasladado Interior ha sido Javier Zabalo Beitia , condenado a más de 72 años por su pertenencia al comando Behorhuru, que perpetró atentados con coche bomba en los aeropuertos de Barajas y Málaga en 2001 o en los juzgados de Vitoria. Desde el pasado 2 de octubre está en la cárcel de Valladolid, 600 kilómetros más cerca de su casa. También acaba de salir de la prisión gaditana con destino a la de Burgos Jon Zubiaurre Aguirre , asesino del ertzaina Iñaki Totorika en Hernani. Lejos de la Venta El Cepo están ya también pistoleros como Txikierdi o Kubati . Miguel ha conocido a todos sus familiares y les ha dado de comer durante años.
—Cuando sacaron a Kubati vino a la puerta de la cárcel un hombre de Vejer porque ese tío había matado a su hermano, que era Guardia Civil. Ahí no había nadie, ni sindicatos, ni nadie. Sólo estaba él con dos viudas más para protestar. Había cuatro gatos. Yo cerré la venta y llamé a mis amigos para acompañarles. Al final nos juntamos tantos que los familiares de Kubati se tuvieron que retirar.
Nunca ha habido un problema
Miguel López-Cepero jamás ha tenido un problema con ellos. Reivindica la concordia, que no es lo mismo que el perdón .
—Nunca les hemos puesto pega en mi casa para que puedan descansar, pero del tema político nunca hablamos. El comportamiento con nosotros es perfecto, siempre me han respetado. Si no supiera que son familiares de etarras, me parecerían personas ejemplares.
El trato es afable, pero hay un detalle que al ventero le muerde los huesos. Lleva toda su vida detrás de la barra y tiene entre su clientela habitual a familiares de otros muchos presos comunes. Sin embargo, él los distingue sin vacilar.
—Con los años que llevo en esto, tendría que ser muy torpe para no tener cierta psicología con ellos y, cuando te cuentan sus cosas, a todo le puedo acabar encontrando una explicación menos a lo de los terroristas . La madre de un violador que viene aquí con lo poco que tiene para llevarle cosas de comer a ese cabrón se avergüenza de lo que ha hecho su hijo. Sin embargo, la madre de un etarra está orgullosa. Eso no lo puedo entender.
Hay tres tipos de madres en esta historia. Las de los presos comunes, que se abochornan de las obras de sus hijos; las de los etarras, que celebran su barbarie y los abrazan en sus visitas semanales a la cárcel; y las de las de las víctimas, que sólo pueden ir a llorarles a la tumba.
«En los años que llevo trabajando aquí he visto que la madre de un violador se avergüenza de lo que ha hecho su hijo. Sin embargo, la madre de un etarra está orgullosa. No lo puedo entender»
Este verano fueron por allí a humillar aún más a estas últimas varios dirigentes de Bildu. Se reunieron con los presos más veteranos de la banda: Castro Zabaleta, Etxeberria Garaikoetxea y Dorronsoro Malaxetxebarria . No acudieron a este encuentro en la prisión los dos terroristas más sanguinarios que están en esos módulos. Iñaki Bilbao, o «Iñaki de Lemona» es uno de los pistoleros más problemáticos del penal . Hace huelgas de hambre cada dos por tres y ha amenazado al juez Alfonso Guevara con pegarle «siete tiros» por «fascista de mierda». Henri Parot forma menos líos dentro, pero acumula 26 condenas que suman 4.800 años a la sombra por haber asesinado a 82 personas , entre ellas a varios niños en la matanza del cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Hubo movimiento en la venta ese día. Miguel nota claramente cuándo se está cociendo algo importante entre ellos.
—Todos los años vienen dos autobuses de Jarrai y se manifiestan en la puerta, pero yo les pongo el Himno Nacional. Tengo que decir que son muy educados, lo pagan todo y dejan la mesa recogida. Yo tengo amigos aquí que se toman tres cervezas y me dicen que han sido dos, pero ellos hacen al contrario. Si les apunto dos y se han tomado tres, me lo dicen. ¿Cómo pueden cambiar tanto? No le encuentro explicación.
El ventero trata de no saber demasiado sobre ellos, pero es muy complicado abstraerse.
—Para no sufrir más he intentado no averiguar de quién es familia cada uno y qué había hecho exactamente. Eso me lo enseñaron los funcionarios. Lo que sí he notado es que los más viejos que venían al principio hablaban en castellano porque el euskera que sabían era de las montañas y ni siquiera se entendían entre ellos . Ahora, sin embargo, todos hablan euskera. Les han enseñado en las escuelas.
«Al principio, los que venían hablaban en castellano porque el euskera que sabían era de las montañas y no se entendían entre ellos. Ahora todos hablan euskera porque les han enseñado en las escuelas»
Los amigos de los presos, compañeros de ikastola, suelen ser más altivos con los camareros que los familiares directos.
—Al principio pensaban que venían aquí a ver gitanos con burra , usted sabe, lo típico, pero un año vinieron un Viernes Santo y salieron a ver cofradías por Jerez. Se quedaron pasmados. Uno de ellos me dijo: «Parece que todos los jerezanos son Domecq».
El tópico de arriba y abajo. Cuando los vascos y los andaluces se mezclan en la Venta, se escenifica mejor la quiebra que provoca el terror en la sociedad , que en Euskadi ha estado tantos años soslayada por la extorsión y por la corrupción de la libertad. No es la cultura ni ningún otro rasgo identitario lo que los separa, sino las ideas.
—Muchas veces, cuando están aquí, he percibido que ellos ven sólo diferencia, que sólo aprecian lo que nos separa . Los andaluces, en cambio, vemos eso como una riqueza que tiene nuestro país.
La distancia entre esos viajeros y El Puerto de Santa María no es geográfica, es humana. No es de mil kilómetros, es de 829 muertos.
Los lugareños tienen miedo
De todas formas, a Miguel jamás le han hecho un comentario sobre la bandera de España , el escudo de la Legión o las insignias de la Guardia Civil que hay en su negocio. Si acaso, se han quejado los lugareños, que no niegan el miedo. Salvo una vez. Miguel lo cuenta con la garganta en temblique.
— El día que mataron a Miguel Ángel Blanco era sábado. Los familiares de los etarras estaban todos en la puerta de la venta y empezaron a hacer gestos de celebración . Un amigo mío estaba entonces aquí con su mujer y le dijo que se marchara. Ese hombre no tenía nada de valiente, pero ese día sí lo fue. Se abalanzó sobre ellos y lo tuve que sujetar hasta que se metieron todos otra vez en el autobús.
«El día que mataron a Miguel Ángel Blanco estaban en la puerta y empezaron a hacer gestos de celebración. Un cliente se abalanzó sobre ellos»
En lo que va de año han acercado a presos como Javier Zabalo Beitia y Jon Zubiaurre Aguirre. En la cárcel de El Puerto llegó a haber 200 presos etarras, hoy apenas hay veinte
Historias como estas tiene a puñados. Pero casi todas son antiguas. El acercamiento de los presos al País Vasco le ha rebajado mucho esta clientela, de la que López-Cepero se siente orgulloso. Ha sido un testigo circunstancial de la política llevada a cabo con los asesinos de la banda terrorista. Conoce a sus hermanos, a sus aitas, a sus amas, a sus amigos. Sabe cuáles son sus planteamientos en primera persona y por eso le repugnan. Y tiene la valentía de defender sus ideas respetando las otras, pero no las atrocidades.
—Me llevo bien con ellos, de verdad. Los he tratado lo mejor que he podido todos estos años sin esconder mis ideas y ellos me entienden. Cuando murió mi hermano Benito, muchos que llevaban viniendo años y ya se marcharon porque el familiar que tenían aquí ha sido trasladado me llamaron para darme el pésame .
La relación ya se ha roto porque las cárceles andaluzas se están vaciando. A Txapote, el asesino material de Miguel Ángel Blanco, le van a revisar su estancia en Huelva , igual que a su pareja, Irantzu Gallastegi «Amaia». Javier Pérez Aldunate , que intentó matar al Rey emérito en Palma de Mallorca, se ha marchado desde Córdoba a Pamplona. Se los llevan en «coches camuflados». Poco a poco. Sin hacer ruido. Como la serpiente que zigzaguea por el hacha de la banda. El ventero patriota de El Puerto no lo entiende, pero está convencido de que España les ha derrotado con la ley y el sentido común. Lo supo el día que le pidió un favor el padre de un carnicero del comando Argala , un anciano que nunca se quitaba la chapela, al que llevaba años poniendo todos los sábados un plato de jamón y una caña. El portuense accedió a pesar de la distancia abismal que le separaba de aquel viejo abertzale.
—El hombre me cogió del brazo y me dijo algo que nunca he podido olvidar: «Miguel, tú me has demostrado que las montañas no se juntan, pero las personas sí» .
Por eso el ventero entrega a los familiares de los etarras en el café una bandera de España. La metáfora es sublime. Es su forma de endulzar tanta amargura. Contra las pistolas, los principios. Contra el dolor, sobrecillos de azúcar. Contra la injusticia del acercamiento de los verdugos a su montaña, la justicia de la cercanía de los españoles a su patria.
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