El «Miguel Ángel gaditano» tiene su sitio en Londres

Miguel Ángel, de 53 años, es economista y hace cinco años lo dejó todo para dedicarse a lo que le realmente le apasionaba. Se fue a estudiar un máster de escultura en una prestigiosa universidad londinense. «La espiral de la vida» es el resultado del esfuerzo y duro trabajo que ahora se expone en la Catedral de San Pablo hasta el 27 de octubre .

El artista estudió Económicas y Empresariales y un máster en Business Administration (MBA) en la especialidad de Estructuras en Ingeniería Superior en Edificación «con la intención de aprender cosas que me sirvieran para las esculturas que soñaba ».

En el año 2000, empezó a hacer esculturas de forma continuada. «Trabajaba en ellas todas las semanas, con verdadera pasión, en mi tiempo libre», explica Arteaga. «Comencé a mostrar mi trabajo públicamente y llegué a hacerlo en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y en Japón».

Dos años después no lo dudó. Solicitó un máster en Fine Art en Chelsea College of Art . Y fue aceptado entre más de 1.500 aspirantes de todo el mundo para las 90 plazas que disponían.

A partir de ahí empezó a hacer exposiciones en la capital inglesa y fue seleccionado para el Premio Nacional Británico de Escultura . Lo último ha sido el encargo de «La espiral de la vida» para St. Paul’s Cathedral .  

« St. Paul’s Cathedral es para los anglicanos, el Vaticano para los católicos. Es un símbolo de la ciudad y un icono de la resistencia a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Un lugar muy especial», señala el escultor gaditano.

Este año, el mundo anglosajón celebra el Año Internacional del Agua . La Catedral londinense ha invitado a nueve artistas contemporáneos para que expresen su punto de vista. « La vida comenzó en la mar y somos un 70 por ciento agua, y pensé, entonces, ¿cuál es la esencia del ser humano?, ¿somos sólo agua?, ¡vale! Un punto de vista muy de Cádiz, el plantearse las cosas al revés», cuenta con humor.

Así que, observando ciertas curvas y proporciones que se repiten en la naturaleza y que han sido usadas por artistas desde la antigüedad, y buscando elementos que pudieran establecer un diálogo sencillo con el público, « pensé en un embrión , con la forma de una espiral formada por olas del mar y que fuera capaz de transmitir la sensación de estar en el fondo marino viendo cómo la luz se filtra desde la superficie», dice. «Eso, que, en Cádiz, desde chiquillo todos hemos experimentado».

La pieza está hecha de resina de poliéster y fibra de vidrio . En este caso es una resina transparente como el agua que no amarillea con el tiempo. «Estuve haciendo pruebas, y más pruebas, hasta dar con el color que me traían mis recuerdos». Mide dos metros y medio de alto por uno y medio de ancho y profundo, por lo que se puede entrar parcialmente en la escultura.

Dentro de esa resina incorpora unas p artículas que son sensibles a la luz ultravioleta , pero invisibles a la luz del día. «Cuando se apagan las bombillas, una luz ultravioleta interior ilumina la escultura y ese mar se transforma en cielo estrellado», explica el artista. «Un altavoz, conectado en el interior de la superficie de la escultura, reproduce el latido de mi corazón, causando que toda la escultura vibre y recuerde el pulso de un embrión».

De momento, Miguel Ángel no tiene pensado regresar a casa. Londres es la capital del comercio del arte europeo . «Me gustaría poder fichar por alguna buena galería que me permitiera trabajar como escultor en cualquier parte del mundo, mientras ellos se encargan de la comercialización de las obras», afirma.

Todas sus obras realizadas hasta ahora se pueden ver en www.arteagaescultura.com