La historia de la Venta de Vargas: de las tortillitas de camarones al escenario de Camarón de la Isla
El mítico establecimiento, con más de un siglo de historia, se acaba de poner a la venta
La Venta de Vargas cuelga el cartel de 'Se vende' en San Fernando
Es el símbolo arquitectónico de la tradición isleña, y eso que allí se precian de tener el Ayuntamiento más grande de Andalucía, y el tercero de España. La Venta de Vargas, con su sencilla fachada encalada y sus arcos y rejas verdes, habla ... de Andalucía y de Cádiz en un sólo vistazo, el que ha bastado, en su holgado siglo de historia, a todos aquellos viajeros que encontraban en su rótulo de pañoleta una suerte de bienvenida a San Fernando.
Aún queda en el recuerdo aquel anuncio de Fino Quinta, de Osborne, gallardo en su lateral como reclamo de lo que podía encontrarse en su interior: desde lo más granado de las bodegas de la zona a unos platos hechos con esmero y recetas centenarias. A destacar, las tortillitas de camarones, que los más duchos en el arte del paladar han consagrado como el origen de las que hoy se tienen por bien hechas. Pero también el rabo de toro y el guiso de berza.
La Venta de Vargas es el reducto de lo que décadas atrás era una constante en la zona. Los alrededores del puente Zuazo siempre habían sido un buen lugar para tomar un refrigerio y, además, regalarse un cante.
Sin embargo, esos otros establecimientos fueron desapareciendo paulatinamente, por la propia evolución del municipio y las infraestructuras, por los cambios en los gustos y, principalmente, porque ninguno llegó a consagrarse como templo del flamenco al nivel en que lo hizo este señero negocio.
A menudo se le identifica con José Monge, aunque la Venta de Vargas surgió mucho antes que Camarón de la Isla, figura que sin duda terminó por agrandar su aura de lugar icónico.
El establecimiento como tal se alzó en 1921, bajo el nombre de Venta Eritaña, aunque los orígenes de la gestión familiar que la ha legado a nuestros días arrancaron en años después. Concretamente cuando la alcalaína Catalina Pérez, viuda con cuatro hijos, lo arrienda. La fama del local dista sobremanera de la actual, pues había sido incluso cerrado por orden judicial dadas las continuas peleas y trifulcas.
Aunque su hijo, Juan Vargas, inicialmente no veía con buenos ojos la decisión materna, al final opta por apoyar a la mujer y hacer de aquello un proyecto conjunto que asumen en 1937. Él, que además de buen cantaor tenía vista comercial, sugiere que acompañar una buena comida con aires flamencos podría ser de lo más beneficioso. No se equivocó.
El siguiente momento clave es su boda con María Picardo, el alma de los fogones de la Venta y la artífice de las mencionadas recetas que siguen teniendo incontables adeptos. De hecho, tras el fallecimiento de Juan, ella es la que toma las riendas.
Las tablas de Camarón
Para aquel entonces ya se había producido uno de los episodios grabados a fuego en la historia del emblemático lugar: un Camarón de sólo ocho años canta para Manolo Caracol. El sevillano, lejos de valorar el innegable talento, rebaja la actuación con las duras palabras «No está mal, pero un gitano rubio no va a llegar a mucho en el cante».
Diez años después, y en el mismo lugar, ambas figuras coincidirían de nuevo, con un nivel artístico del cañaílla que ya albergaba pocas dudas.
El resto es de sobra conocido, hasta el punto de que justo a la espalda de la Venta de Vargas se encuentra el centro de interpretación del cantaor, el Museo Leyenda Camarón, por la cantidad y calidad de las veces en que aquel chiquillo de la calle del Carmen derrochó sus quejíos para el respetable.
Pastora Pavón 'La Niña de los Peines', Niña Pastori, Sara Baras... son otros de los nombres ligados al devenir de la Venta de Vargas, actualmente en manos de Conchi Torres y Lela Fontao, viudas de José y Lolo Picardo, y sus hijos.
Un pedacito de la historia de San Fernando que parece iniciar nueva etapa a corto o medio plazo. El cartel de 'Se vende' ya cuelga en el negocio, aunque teniendo en cuenta el peso del lugar, el traspaso es de todo menos inminente.
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