«Ojalá Franco levantara la cabeza y te mandara a la cocina»

El documento arbitral no deja de ser un acta más, con amonestaciones y demás incidentes que se entienden como «normales» en un partido de fútbol, ha señalado hoy el Sindicato en una nota de prensa difundida a través de internet y redes sociales. Lo «extraordinario y singular» del acta arbitral está en el apartado 3, dedicado al comportamiento del público. El árbitro manifiesta que aficionados se dirigieron a su asistente femenina en reiteradas ocasiones con las frases siguientes :« Ojalá Franco levantara la cabeza y te mandara a vuestro sitio que es la cocina»; «vete a fregar, que éste no es tu sitio», «deja el banderín, los únicos palos que puedes agarrar son de fregonas y de p…» Más otros insultos machistas del tipo: guarra, p… En fin, irreproducibles por cualquier medio.

El sindicato ha mostrado su repulsa más absoluta a ese tipo de comportamiento de los asistentes al partido y ha destacado que es «inadmisible» que en el año 2015 todavía «tengamos» que observar comportamientos propios de un «indigno pasado» y no de una sociedad desarrollada e igualitaria como ésta en la «que creemos vivir».

«¿Cuál es la respuesta de la Real Federación Andaluza de Fútbol ante estos incidentes?», se han preguntado los árbitros. Pues una «minúscula e insignificante» sanción económica al club local. Los árbitros entienden como extremadamente «graves» estos incidentes y exigen que se aplique la Ley 19/2007 de 11 de julio contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, ya que es los organizadores del partido tienen una responsabilidad bien delimitada en dicha Ley.

  Los árbitros han recalcado que esas expresiones intolerantes son el día a día de muchas de sus compañeras,  mientras que los dirigentes solo parecen escuchar el «dulce sonido del dinero», que es lo único que importa. «Basta ya de sexismo en el fútbol, proyectos y programas de lucha contra toda la violencia que sufrimos y, si no se les ocurre nada, váyanse de una vez que los cargos no deberían ser vitalicios».