Casi toda Andalucía está en riesgo extremo de incendio forestal

Las altas temperaturas, el viento y la bajísima humedad de la bolsa de aire caliente que ha convertido en un horno a Andalucía estos días, tiene muy preocupados tanto al Gobierno de Juanma Moreno como al Infoca, el dispositivo encargado de la prevención y extinción de incendios en la comunidad. Solo ayer había tres fuegos activos en la comunidad: en Huércal-Overa (Almería), Ardales (Málaga) y Aroche (Huelva).

«Buena parte de nuestra comunidad se encuentra hoy en riesgo extremo por la ola de calor. Por favor, mucha prudencia», pedía el presidente de la Junta, Juanma Moreno, en su perfil de Twitter esta semana. Lógico, opina Alejandro García, subdirector del centro operativo regional (COR) del Infoca, quien señala que la situación que vive Andalucía es «muy complicada».

«A la comunidad ha llegado una masa de aire inmensa muy recalentada y, sobre todo, muy seca», explica. Eso provoca que el mapa andaluz se tiña de rojo, el color que indica el riesgo extremo. Porque, añade García, la mecha que prende los fuegos en el campo no es tanto el calor como la falta de humedad. La gente asocia los fuegos con el verano pero no es exactamente así la relación. «En el Amazonas hace muchísimo calor pero no arde. Es porque hay una humedad altísima», explica.

Aquí es al contrario. La masa de aire que tiene los termómetros por encima de 40 grados seca la vegetación y la convierte en el combustible perfecto. Si a eso se le suma el viento, se tiene el cóctel perfecto para que se produzca un gran incendio. Es lo que temen desde el Infoca, que recuerdan el fuego que arrasó miles de hectáreas en Moguer en 2017 o en Almonaster en 2020. «Existe la opción de que se repita un gran incendio como esos, sí», explica García.

Señalan desde Infoca que el número de incendios que se registran en Andalucía «va a la baja» año tras año. Pero suben, sin embargo, los mega incendios. Son los que calcinan más de 500 hectáreas. Para luchar contra los fuegos que amenazan el campo andaluz están los dispositivos de Infoca: 4.702 efectivos; 23 centros de defensa forestal; ocho pistas de aterrizaje de la Junta y una del Estado; 198 puntos de vigilancia; 117 vehículos pesados; 1.260 turismos... El despliegue cuesta 175 millones.

Toda inversión es poca para salvar el monte. Porque, además, «no hay presupuesto ni en Andalucía ni en los Presupuestos Generales del Estado que permita clarear y podar todas las masas forestales de la comunidad», explica García. ¿Qué se hace entonces? «Actuamos de forma quirúrgica en las zonas donde tenemos posibilidades», señala.

Desde la Junta defienden el despliegue de medios contra las llamas. Sin embargo, se quejan desde CCOO, entre los efectivos de Infoca hay «falta de equipos de protección individual».

Pero, además de los medios humanos y técnicos, la prevención juega un papel vital a la hora de evitar los incendios, recuerdan desde la Delegación del Gobierno en Andalucía, que pide que se evite «arrojar colillas, dejar basura o usar maquinaria» en el campo. «Las negligencias -recuerdan- son el origen de la mayor parte de los fuegos». El orígen del último fuego en el Ronquillo (Sevilla) parece estar en una chispa de una radial.

A los ciudadanos, además, se les pide que actúen también como vigías contra el fuego. Desde la Delegación del Gobierno recuerdan que, si se ve una columna de humo, se ha de avisar al 112. Y, en caso de encontrarse con un incendio, es importante «evitar penetrar en el monte o bosque», avisan.

Desde el dispositivo Infoca desmienten que siempre ardan los mismos puntos de Andalucía. Reconocen que tienen más recorrido en los medios las llamas en ciertos puntos porque están cerca de núcleos de población. Pero el fuego no hace distingos: «Hay incendios que afectan a matorral o zona forestal por toda la comunidad pero no tienen tanta repercusión», explican.

Otra clave es «el abandono rural» que convierte en terreno forestal lo que antes era agrícola. De un paisaje cuidado y controlado, limpio de combustible, se pasa a matojos porque «no se llenan esas zonas de pinsapos o árboles autóctonos», se lamenta el subdirector del COR.