Andalucía impulsará una ley para facilitar la imputación y condena a los autores de incendios
La Junta quiere endurecer las penas a los causantes de los incendios, pero sobre todo respaldar la labor de los investigadores
La Guardia Civil lamenta que, una vez detenidos, salen de prisión con demasiada facilidad, listos para volver a quemar el monte
El 90% de los incendios está causado por el ser humano
Juanma Moreno pide endurecer las penas a los pirómanos, «a estos asesinos»
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Iniciar sesiónLa mano que incendia el monte es la mano que destroza vidas. Patrimonio histórico y natural, oxígeno de nuestros pulmones y los hogares que cobijan tantas historias y se ven reducidos a cenizas. Mientras España arde y Andalucía se aferra, mitad a sus bomberos, ... mitad a la fortuna, resuena el eco de las llamas con desesperante insistencia, desmenuzando razones: falta de prevención, escasez de recursos, el abandono del mundo rural o el cambio climático, entre tantas otras.
Y todo es verdad, amén de que cada cual se ampare en un argumento u otro para desequilibrar la balanza en función de sus intereses, de su ideología. Pero ¿y el incendiario? Porque la mayoría de los incendios están causados por el ser humano, ya sea por negligencias o intencionados. Luego se desarrolla por las mencionadas causas, pero el primer paso del sendero al infierno es esa colilla encendida, esa garrafa de gasolina, esa vela que cae al pasto, ese vehículo que implosiona, la chispa de una herramienta mal utilizada...
El incendiario (no confundir con el término extendido de pirómano, que se ciñe exclusivamente al trastorno mental) es una figura poliédrica que a menudo se salva de la quema. Sin embargo, desde la Junta de Andalucía se ha iniciado una cruzada para endurecer las penas a estos delincuentes y, especialmente, para facilitar su imputación y condena.
El incendiario (no confundir con el término extendido de pirómano, que se ciñe al trastorno mental) es una figura poliédrica que a menudo se salva de la quema. Sin embargo, desde la Junta de Andalucía se ha iniciado una cruzada para endurecer las penas a estos delincuentes y, especialmente, para facilitar su imputación y condena.
Vigilancia forestal
Los investigadores lamentan las dificultades que se encuentran para imputar a los sospechosos de haber originado un siniestro de esta característica. Prácticamente, hay que cazar al autor 'in fraganti', en plena faena, un hecho extremadamente complejo. Más aún se le une la reducida plantilla de los cuerpos de seguridad en la montaña, sobre todo la unidad del Seprona de la Guardia Civil, que con una plantilla muy reducida debe vigilar miles de hectáreas de terreno forestal.
En muchas ocasiones no basta con indicios sólidos, con declaraciones de testigos que vieron pasar a una persona, con la reincidencia de ese individuo o la matrícula de un coche. Por ello, apenas permanecen arrestados después de ser detenidos y a las pocas horas ya están preparados para quemar de nuevo el monte.
El consejero de Presidencia de la Junta, Antonio Sanz, también coordinador de Interior del PP nacional, apunta que se están estudiando medidas para cambiar la normativa con el fin de facilitar esa investigación y el castigo a estos individuos. «Se busca que con indicios y pruebas definitivas se les pueda condenar», confirma.
Sanz explica que cuando se está ante un incendio provocado, «hablamos de una circunstancia lamentable, de mala intención, de mala fe, de intento de hacer daño». Por ello, destaca que «el autor ha podido provocar no solo una catástrofe natural, sino también una tragedia de daños personales incalculables».
Colaboración ciudadana
Por ello, pide que caiga sobre ellos «todo el peso de la ley». El consejero subraya que «este tipo de personas están dispuestas a hacer daño a la naturaleza y a las personas, daño a la vida cotidiana de una región que vive del turismo». El consejero resalta que también cuentan con el «rechazo absoluto por parte de la población». Algo que hace que «la colaboración ciudadana sea clave para evitar incendios y para detener a los que los causan».
Por último, pide a la población que, «si detecta cualquier actitud sospechosa, alguien que salga corriendo, de manera extraña o que se encuentra en zonas del incendio, que llame inmediatamente al 112 y que active a los servicios de emergencia y a los servicios de seguridad».
Todavía es pronto para conocer el origen de los diferentes incendios que han tenido lugar este verano en Andalucía, que ha respondido bien a los diferentes desafíos planteados sobre todo en su vertiente occidental. Moreno habló esta semana que se producían entre 15 y 20 conatos diarios. Y se apunta que tanto el de Atlanterra, en Tarifa, como el de los Caños (por una vela ardiendo), han sido intencionados.
Endurecimiento de penas
El propio presidente de la Junta ha señalado que «estaría dispuesto a un endurecimiento claro y contundente de las penas a estos asesinos», porque una vez cazados, el «Código Penal absolutamente inocuo». La ley contempla de 10 a 20 años de prisión si se pone en peligro la vida humana, la integridad de las personas.
La pena se rebaja hasta los cinco años si no se da esta circunstancia, aunque se trate de un espacio natural de alto valor ecológico o un edificio de incalculable importancia histórica y arquitectónica. Registra que, si no hay daños, se puede quedar en una multa «desde los 10 euros hasta los 100 euros al día», según la capacidad económica del causante.
Pero el gran problema se sitúa en otro plano. Los últimos datos que se recogen (2022) señalan que de los 9.348 incendios causados por la mano humana, se investigaron o detuvieron a 482 personas, aproximadamente el 5% del total. Y de esos más de 9.000 fuegos, sólo hubo 99 condenas, alrededor del 1%. Sobre el 70% de los casos se quedan sin resolver y el porcentaje de los intencionados condenados es ínfimo, por debajo del 1.
El perfil es muy variado. Existe un trastorno, una enfermedad mental relacionada con esta obsesión por el fuego, la compulsión por ver todo arder y la fascinación por las llamas, y ello sirve de atenuante en las penas (piromanía). Pero el 'neronismo' representa una porción mínima. La mayoría de los causantes son, o por otro tipo de desorden (como la esquizofrenia), o por diferentes motivos: lucrativos, ideológicos, por represalia o por venganza. El último apagado en Aliseda (Cáceres) vino motivado por intereses cinegéticos vinculados a la caza.
Los causados por cuestiones inmobiliarias, para construir sobre terrenos calcinados o vender la madera quemada, prácticamente ya no existen desde que en 1992 la ley impide recalificar suelo forestal después de un incendio hasta que han transcurrido al menos 30 años.
Hace cuatro, a raíz del incendio en Casa Bermeja (Málaga), se planteó al Gobierno la posibilidad de endurecer las penas a los causantes de estas tragedias. Entonces, el Gobierno rechazó la propuesta al no considerarla necesaria. Ahora, de nuevo en caliente, el Partido Popular a nivel nacional liderará una iniciativa que más allá de aumentar los años de castigo, permitirá facilitar la labor de los investigadores y la imputación y condenas a estos delincuentes. Queda por saber si se mantendrá este ardor desde todos los frentes una vez que se olvide el verano.
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