«La nueva beata no sabía ni rezar el Padre Nuestro, pero no denunció a quién le enseñaba»

Con mucho dolor recuerda el sufrimiento de Emilia Fernández. «Cuando llegó a la cárcel yo llevaba ya año y pico; estuve 17 meses y por eso tengo la Medalla de Sufrimientos por la Patria ». La nueva reclusa «llegó una tarde ya oscureciendo, estaba muy asustada y a ella se acercó Lola Olmos», que a la postre sería la persona que la internó en la senda de la religión católica.

«No sabía rezar el Padrenuestro, y Lola estuvo muy cerca de ella porque la veía muy retraída y avergonzada». Emilia no tenía a nadie quien le llevara comida y se tenía que conformar con lo poco que el resto de presas le daban. «Lola se le acercaba y le hablaba de Dios», pero ésto llegó a oídos de «una jefa de prisiones que le quería hacer la vida imposible a Lola y a la gitana».

Pese a los numerosos requerimientos « La Canastera nunca abrió la boca para acusarla , siempre decía que se sentaba a su lado y que no le decía nada». «Se puso de parto y se la llevaron a una celda de castigo, y dio a luz en un colchón mugriento ayudada por dos mujeres», recuerda María de los Ángeles Roda, quien en una reciente conversación con el Obispo de Almería reconoce que éste le dijo que «Emilia era una perla, la perla de la beatificación».