Cuando Quezada fue detenida con el cadáver de Gabriel dijo: «Aquí solo hay un perro»

La Guardia Civil tomó fotografías de toda la secuencia que realizo Ana Julia. Antes de desenterrar a Gabriel fumó , jugó con su perro, abrió el maletero del coche, cogió unas mantas, sacó del hoyo «lo que morfológicamente parece una persona» y lo introdujo en el vehículo.

Tras ser detenida con el cadáver de Gabriel el 11 de marzo, los agentes de la Guardia Civil encontraron en su bolso dos blísters de relajantes musculares y en el registro de la vivienda que compartía se encontró cocaína . Durante el viaje que realizó Quezada desde Rodalquilar hasta Vícar las grabaciones realizadas contenían expresiones como «¿No querían un pez? Les voy a dar un pez por mis cojones» y «tranquila Ana, no vas a ir a la cárcel» .

A partir del hallazgo de la camiseta el 3 de marzo todas las sospechas se centraron en Quezada. La fiscal le ha preguntado el motivo por el cuál no registraron la finca de Rodalquilar, a lo que el teniente ha contestado que «nosotros buscábamos a un niño vivo» . Tal y como ha relatado el 98% de los días de la desaparición de Gabriel, Quezada iba a la finca, seguramente a «verificar que ningún animal hubiera escarbado la tumba».

Tanto el teniente de la Guardia Civil que instruyó el caso como el sargento primero jefe del Grupo de Homicidios y Desaparecidos han recalcado que Quezada «intentó dirigir la investigación». Y es que, según han narrado, cuando los agentes querían hablar con Ángel era Ana Julia quién cogía el teléfono y hablaba en representación del padre de Gabrie l .

La acusada por el crimen del niño de ocho años también consumió recursos a la investigación. Intentó desviar las sospechas hacia su expareja al afirmar que «odiaba a los niños» y que tenía una furgoneta blanca como la que habían declarado ver dos vecinos de Las Hortichuelas el día de la desaparición del pequeño.

La pérdida hasta en dos ocasiones del teléfono móvil por parte de Quezada, los días 2 y 3 de marzo, fue interpretada por la Guardia Civil como «totalmente voluntaria». Ana Julia también intercambiaba los teléfonos con otros familiares por lo que los agentes tuvieron que intervenir los terminales de todos los miembros.