Este es el pueblo con menos habitantes de Andalucía: ¿en qué provincia se encuentra?

También cerca de la provincia de Jaén, Benitagla se aferra a su identidad con apenas 53 habitantes censados, despojando del título de pueblo más deshabitado de Andalucía a la localidad onubense de Cumbres de Enmedio, en la Sierra de Huelva, que ahora cuenta con 59 habitantes. Y es que la dinámica demográfica fluctúa en estos pequeños enclaves, donde cada nuevo residente o la partida de algunos vecinos pueden alterar significativamente las cifras.

Benitagla, a pesar de su tamaño modesto, se alza como un tesoro en la Sierra de los Filabres, ofreciendo más que números en un censo. Este pintoresco pueblo, fundado por descendientes de las tribus bereberes de al-Andalus, ha visto pasar los siglos como un testigo silencioso de la historia. En el siglo XV, durante la Guerra de Granada, Benitagla y sus vecinos fueron testigos de cambios drásticos cuando Pedro Manrique de Lara, I Duque de Nájera, se apoderó de estas tierras. Juan Chacón, en 1495, adquiriría estas tierras, marcando así el comienzo de una nueva era.

La historia de Benitagla tiene sus altibajos, siendo prácticamente despoblada tras la rebelión de las Alpujarras en 1568 y la expulsión de los moriscos. Desde entonces, este rincón de la Sierra de los Filabres ha permanecido en gran medida inalterado, envuelto en la vegetación propia de la sierra, con encinares, retamas, zarzales y aliagas que adornan el paisaje y atraen a los amantes del senderismo.

Las dimensiones de Benitagla, con sus 6,39 kilómetros cuadrados, pueden parecer modestas, pero su ubicación estratégica en la Sierra de los Filabres le otorga un valor incalculable. Aquí, se puede explorar la ruta de senderismo Pueblos del Interior GR-244, un recorrido de 109 kilómetros que abarca diez municipios de la Sierra de Los Filabres. Además, desde 2017, se lleva a cabo la ruta de «Almendros en Flor» entre Benizalón y Benitagla, una experiencia única para los amantes de la naturaleza.

Almería, la provincia que alberga a Benitagla, no es ajena a la presencia de pueblos diminutos. De hecho, 6 de los 10 pueblos más pequeños de Andalucía están ubicados en esta provincia. Más allá de las cifras y las estadísticas, cada uno de estos pueblos cuenta su propia historia, con sus raíces hundidas en la tierra que han visto crecer generaciones enteras.

Benitagla, sin embargo, enfrenta un desafío desalentador: la despoblación. Con solo 53 habitantes y la mayoría de ellos teniendo Benitagla como su residencia ocasional, el pueblo encabeza la lista de la Andalucía despoblada. Sin servicios básicos como médico con consulta diaria, escuela, bar del pueblo o panadería, se enfrenta a la amenaza de extinguirse.

Esta situación no es exclusiva de Benitagla. Los municipios serranos en Huelva, como Aracena y Picos de Aroche, junto con Riotinto y Cuenca Minera, experimentan una pérdida constante de población. En otras provincias como Sevilla, Córdoba, Granada y Málaga, las regiones serranas también sienten los estragos del envejecimiento y la emigración de los residentes.

De hecho, estos son los diez pueblos andaluces con menos habitantes de toda la comunidad: Benitagla, Almería (53 habitantes); Cumbres de Enmedio, Huelva (59 habitantes); Castro de Filabres, Almería (115 habitantes); Alsodux, Almería (129 habitantes); Alcudia de Monetagud, Almería (133 habitantes); Juviles, Granada (134 habitantes); Lobras, Granada (135 habitantes); Beires, Almería (138 habitantes); Cóbar, Almería (160 habitantes) y Salares, Málaga (175 habitantes).

El atractivo de la vida en la ciudad y la creciente tendencia al teletrabajo después de la pandemia han impulsado a muchas familias a buscar espacios al aire libre y cercanos a la naturaleza. Sin embargo, el turismo rural, que históricamente mostraba interés en los pueblos pequeños, no es suficiente para contrarrestar la despoblación.

Para los pueblos como Benitagla, la clave para la supervivencia radica en generar proyectos innovadores que atraigan a nuevos residentes. Facilitar la llegada de nuevas familias y ofrecer oportunidades para trabajar y prosperar en un entorno rural son elementos cruciales para revertir la tendencia hacia la desaparición. En un mundo que cambia rápidamente, estos pequeños pueblos se enfrentan a la encrucijada de adaptarse o desaparecer en el olvido.