La «copla negra» de la vida de Isabel Pantoja

Y es que a la cantora, la misma que en un tiempo fue la viuda más famosa de España, le están pasando factura sus días de vino y rosas junto al exalcalde de Marbella, Julián Muñoz (también en prisión). Atrás quedaron los buenos tiempos cuando ambos residían en «Mi gitana» y paseaban por la Costa del Sol luciendo dientes. Hoy la folklórica pasa sus días. Peores que «un nublado de tiniebla y pedernal», que diría la vieja copla. Y anda con su particular calvario.

Podría decirse que a la Pantoja se le amontonan los quebraderos de cabeza por todos los frentes. De momento, y pese a que en los últimos tiempos se ha subido a los escenarios a cantar, el «maldito parné» no le ha llegado para cubrir la millonaria sanción ya que tampoco ha logrado vender su finca de la lujosa urbanización madrileña de La Moraleja. Solo ha podido pagar una décima parte de lo que debe abonar para pagar su deuda con el fisco e intentar librarse del presidio.

Con todo, las hojas del calendario van pasando y cada vez está más cerca el día que la Audiencia de Málaga se pronuncie sobre su petición de suspensión de la condena. Pero esos no son las únicas «duquelas» que tiene Isabel. En su vida familiar, tampoco gana para disgustos. Aunque sus dos hijos, «Paquirrín» y «Chabelita», le han dado la alegría de hacerla abuela, los dos han protagonizado sonoros y constantes escándalos con sus dimes y diretes con sus respectivas parejas y las batallas por la custodia de sus respectivos retoños.

Y para colmo, la Junta de Andalucía anuncia ahora que le va a quitar la medalla de Andalucía, para lo cual publicará un decreto por el que el Ejecutivo le retirará la más alta distinción que concede y de la que la cantante estaba orgullosa. Ayer además desde el Gobierno andaluz hacían hincapié en ello al asegurar el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, que la medalla no puede estar «en la solapa de los corruptos». Con todo, no es de extrañar que Pantoja esté recluida en su finca con su madre y sin ganas de aparecer. Solo le quedan sus fans (ese público que aún la quiere). Y su pena, penita, pena....