El «juicio final» de Guerrero

Ni corto ni perezoso, la noche del pasado 24 de diciembre tomó la palabra en la Misa del Gallo de su pueblo para pedir que Dios castigase a los que le habían difamado. Ocurrió, para sorpresa de los feligreses, en El Pedroso, localidad sevillana de la que fue alcalde y donde acude los fines de semana y todos le conocen. Sobre todo si se tiene en cuenta que repartió ayudas, según la investigación, entre el churrero, su amigo de la infancia o el taquillero de la piscina municipal.

Pues bien, según han confirmado fuentes de este municipio, fue al final de la eucaristía cuando el exdirector general pidió la palabra. Y lo hizo para defender su inocencia desde su banco, en el que había escuchado la palabra de Dios, y asegurar que no es tan malo como lo pintan. Pero también para pedir un castigo divino para los que le habían difamado, según han relatado a ABC algunos de los que asistentes a la misa del día de Nochebuena, que se celebró a las 9 de la noche.

Sin embargo el párroco, que ayer confirmó que concedió la palabra a Guerrero porque la había pedido de forma educada aunque no quiso concretar más, hizo una puntualización tras las palabras del imputado en los ERE. Al parecer, según otros fieles presentes en la misa, el cura quiso zanjar el alegato recordando al ex alto cargo de la Junta que «Dios perdona pero no juzga». Desde ese día en el pueblo, una localidad de poco más de 2.200 habitantes, no se habla de otra cosa que del episodio protagonizado por Guerrero. A Dios rogando....