El PP-A sigue deshojando la margarita en busca de un líder

Cuando Juan Ignacio Zoido llegó a la presidencia del PP andaluz, la candidatura a las siguientes elecciones autonómicas no era una prioridad. A cuatro años de la cita con las urnas, había cuestiones mucho más urgentes, como recomponer una estructura de mando que orbitaba alrededor de Arenas y recuperar la moral de un partido roto tras la decepción electoral. Zodio se ha centrado en ello, pero nadie contaba con que el PSOE iba a adelantar el reloj electoral en el verano pasado , lanzando a Susana Díaz como candidata tras solo un año de mandato y abriendo la duda de quién va a ser su principal contrincante.

Con la designación de Díaz el PSOE lanzaba a la sociedad el mensaje de que había pasado página y se proyectaba hacia el futuro, un tránsito que el PP sigue teniendo pendiente. Este escenario electoral, aunque prematuro, obligaba a los populares a acelerar para no dejar terreno expedito al PSOE. Así , la dirección del PP-A activó la operación para designar a la mano derecha de Zoido, José Luis Sanz , como presidente del partido y candidato. Una operación impulsada por Zoido y que contaba con el beneplácito de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, e incluso de la última opción que se había barajado como alternativa a Sanz, el alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto. El relevo se iba a oficializar en una junta directiva regional cuya convocatoria iba a ser anunciada por Cospedal el pasado lunes, en la cual se haría oficial el nombre de José Luis Sanz y se anunciaría un congreso extraordinario para mediados de diciembre o finales de enero. Pero a última hora el mismo Rajoy paralizó la operación.

¿Qué había pasado? Las interpretaciones son diversas. En los sectores del partido más reacios a aceptar la opción de Sanz se señala que al presidente no le ha gustado que se diseñara un plan de relevo apresurado y sin cerrar el consenso interno ; en el entorno de la actual dirección del partido se culpa a algunos secretarios provinciales de boicotear la operación (el gaditano Antonio Sanz y el malagueño Elías Bendodo se desmarcaron públicamente del proceso) y se intuye la mano de Javier Arenas, en un pulso permanente con Cospedal, tras las disensiones.

En cualquier caso, el puñetazo en la mesa de Rajoy ha dejado petrificados a unos y otros . La duda es ahora si se trata de un enfado circunstancial del presidente que no cuestiona el plan previsto o si Rajoy ha desechado la operación y tiene un plan B en la cabeza. Los silencios del presidente son inescrutables, y hoy por hoy nadie sabe en el PP andaluz quién pilotará la nave hasta las elecciones. Con un Zoido en plena fase del «pato cojo» (como llaman los presidentes norteamericanos a la recta final de su mandato cuando no aspiran a la reelección) y con Díaz zahiriéndole en la tribunal del Parlamento cada quince días , el PP necesita aclarar su futuro cuanto antes. Año y medio después de la marcha de Arenas los populares andaluces vuelven a estar con un presidente amortizado y una renovación por ejecutar, y como entonces, pendientes de lo que decida Rajoy.