Una trabajadora de Vitalia: «Me pidieron que no se notara el dinero en los sobres»

En este sentido, María Celia H.G. aseguró que, pese a que fue contratada para el pago a proveedores,una vez que «hicieron jefe» a Antonio Albarracín» , éste le pedía cantidades de dinero que tenía que llevarse a Sevilla . Así, cada vez que Albarracín iba a viajar a Sevilla, le enviaban dinero desde Barcelona y, una vez que llegaba el dinero a la cuenta de La Caixa en la calle Alberto Aguilera de Madrid, le pedían que fuera ella misma la que cobrara los talones y se los entregara a Albarracín en efectivo.

Sin embargo, a esta mujer no le gustaba tener que cobrar esos cheques. «No me sonaba nada limpio» , admitió. También que el directivo de Vitalia le insistía en que «quería pasar desapercibido» y le encargaba a ella el cobro de los cheques, alguno de los cuales fue de 25.000 euros. Varias veces le dijo a Albarracín que «era él quien debía cobrarlo, ya que los cheques se preparaban al portador, pero él siempre trataba de convencerla para que lo hiciera ella». A ella no le parecía bien porque tenía que identificarse con su DNI para el cobro.

Albarracín le pidió que preparara «una serie de sobres con distintas cantidades con dinero en efectivo» y se sentaba con ella a prepararlos. En cada sobre le indicaba qué iniciales debía escribir aunque nunca llegó a decirle para quien eran esas cantidades. Incluso en algún momento le pidió que no se notara que en los sobres había dinero. «Alguna vez me dijo, métele folios para que no se note que hay dinero» , confesó. «No me sonaba nada limpio porque yo también había visto la caja fuerte», dijo.

María Celia H.G. también afirmó que llegó a ver como entraban «numerosos fajos de billetes de 500, 200 y 100 euros y que podría ser una cantidad de varios cientos de miles de euros». Un dinero que, según declaró, quedó en la caja fuerte. Una caja en la que Albarracín «introducía grandes cantidades de dinero» que desconocía de donde traía.

También confesó que tuvo que realizar 4 ó 6 transferencias a Guerrero por importe de 2.999 euros por orden de Albarracín. Como estas prácticas no le gustaban, y en junio de 2010 Albarracín le volvió a pedir que sacara 25.000 euros que le enviaban desde Barcelona y que se lo llevara a la estación delAVE donde iba a coger el tren, María Celia H.G se plantó. «Hice acopio de valor y llamé desde mi casa a Albarracín para decirle que no estaba dispuesta a hacer lo que me pedían ya que se lo había advertido muchas veces que si quería le daba el talón y que se encargara él de cobrarlo», afirmó. El jefe le dijo que iban a tener que buscar a otra persona. A las pocas semanas fue despedida de la empresa.