Zapatero no contestó las alusiones de Berlusconi a la mujer «por cortesía»
A José Luis Rodríguez Zapatero le ha salido un grano político con su actitud pasiva, si no condescendiente con Silvio Berlusconi -alabó su «sentido del humor»- en la rueda de prensa de clausura de la XVI cumbre hispano-italiana en La Maddalena (Cerdeña) este jueves. Zapatero asistió cariacontecido a las afirmaciones de Berlusconi sobre la condición de la mujer como «mejor regalo de Dios al hombre» y otras lindezas. Y la cosa probablemente hubiera quedado ahí si el diario «Il Giornale», propiedad de Berlusconi, no hubiera revelado ayer convenientemente que Zapatero accedió a ir a la polémica Villa Certosa, donde supuestamente el mandatario italiano invitó a prostitutas. para tomar un café. «Il Giornale» lo presenta como algo que deslegitima a la izquierda italiana y ayer el presidente del Gobierno se vio obligado a hablar en París de todo ello.
En rueda de prensa conjunta con el presidente francés, Nicolás Sarkozy, Zapatero comenzó por señalar que si no reaccionó fue porque nadie le preguntó. Una verdad a medias porque los mandatarios acostumbran a apostillarse entre sí cuando lo consideran necesario. Y, además, luego diría la verdadera razón por la que no contradijo al primer ministro italiano: no porque compartiera esas opiniones sino para evitar un conflicto diplomático. «Todo el mundo conoce mis opiniones sobre los derechos de igualdad, pero la cortesía y el respeto institucional hacen obligado entre gobiernos mantener esa política de prudencia». Un argumento que le sirvió también para explicar por qué fue a solas con Berlusconi a Villa Certosa (mientras los seis ministros y el resto del séquito se adelantaban para subirse al avión oficial). Según el jefe del Ejecutivo, en los viajes internacionales, se responde «a la agenda de los anfitriones» y resulta improcedente rehusar una «invitación» como la que le hizo Berlusconi a su residencia de veraneo.
Ayer, la vicepresidenta Elena Salgado, presente en la polémica rueda de prensa, aseguró que «nuestro silencio en ese momento sólo puede interpretarse como cortesía hacia nuestro anfitrión», que, recordó, ha sido elegido democráticamente. Por su parte, la vicepresidenta primera y portavoz del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, opinó que las palabras de Berlusconi «se podrán compartir mucho o nada», pero están hechas por un presidente de un Gobierno «y yo no tengo costumbre de valorar ni comentar las manifestaciones de otros jefes de Gobierno», zanjó. Para la secretaria de Relaciones Exteriores del PSOE, Elena Valenciano, las declaraciones «no tienen ninguna gracia». La vicepresidenta segunda del Congreso, Ana Pastor, del PP, considera lamentable que el comentario de Berlusconi impidiera saber qué pasó en la reunión.
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