Vuelo africano: 300 euros y camiseta de Raúl

El pasado día 19 un avión contratado por Interior con 101 inmigrantes gambianos a bordo se daba la vuelta desde Banjul tras rechazar su Gobierno el desembarco y seis horas de infructuosa negociación. La impopularidad de esos retornos masivos e impuestos fue la razón esgrimida días después por Gambia, que incumplió el acuerdo de readmisión firmado con España en 2006. El 26 de agosto un vuelo de las mismas características aterrizó en ese aeropuerto con 71 inmigrantes sin ningún problema. Miguel, nombre falso de uno de los policías que les acompañó, cuenta a ABC que cada gambiano llevaba un sobre con 300 euros que le habían entregado los agentes de Extranjería de Madrid encargados de la documentación. De la bodega sacaron cajas de galletas, de refrescos, equipaciones deportivas con camisetas de fútbol y material policial en desuso (defensas, cascos, escudos...). Es la práctica habitual.
Tras la crisis de las vallas de Melilla y las expulsiones «pactadas», los aviones españoles llevaron cajas de güisqui a las autoridades de Senegal. El presupuesto para los repatriados senegaleses «se redujo a 50 euros por cabeza pero el Gobierno de Dakar protestó y se ha vuelto a subir. Ahora se les da entre 100 y 150 euros», explica el agente, que lleva casi 15 años destinado en Canarias y ha participado en los vuelos de inmigrantes desde el inicio. Senegal, Mali, Mauritania, Nigeria forman parte de su rutina.
Miguel rememora los comienzos de la inmigración y los vuelos a Melilla en aviones de mercancías y admite las mejoras, pero reclama, como sus compañeros, unos mínimos que no se han cumplido y que el protocolo de actuación en las repatriaciones por vía aérea y marítima ha obviado. Ese protocolo se aprobó el año pasado tras procesar un juez a dos policías que custodiaban a un nigeriano en un avión y murió supuestamente al extralimitarse en sus funciones los agentes. La semana pasada si el aeropuerto de Banjul hubiera cerrado (a las 21.30) se habrían tenido que quedar a bordo. Todos los policías, uno por cada inmigrante más un retén de escolta, viajan con un pasaporte común y ni siquiera llevan visado. Han pedido sin cesar que se les entregue un pasaporte de servicio para tener una seguridad jurídica por si surgen problemas. Ahora no bajan del avión, ni siquiera cuando vuelan con expulsados hasta India o Pakistán y acumulan más de 30 horas.
Gambia forma parte del «plan África». No es de interés prioritario como Senegal o Mali, pero está en los acuerdos de cooperación. Recibe dinero en forma de ayudas y otro tipo de compensaciones. Los agentes han vivido episodios insólitos a cuenta de los regalos y del trato. «Mauritania cobró a España 650.000 euros por permitir que atracara cuatro horas el «Marine I» -el barco negrero cargado con 400 inmigrantes-, pero luego dijeron que era una ayuda». Un centenar de agentes se turnó durante cuatro meses durante esa crisis. Estuvieron retenidos en un hangar de Nuadibú con lo puesto. Algún miembro de Cruz Roja les llegó a decir que las mantas y la comida sólo eran para los «sin papeles». La sorna está a la orden del día. «Ahora viajamos con cartilla de vacunación y guantes de látex».
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