Unos novecientos talibanes amenazan a las fuerzas españolas en Badghis
La presencia talibán crece en la provincia española de Afganistán y las fuerzas de seguridad afganas han confeccionado una lista con novecientos hombres fichados como miembros «activos» de la insurgencia en Badghis, una lista en la que no se incluyen a los militantes que llegan ... para buscar refugio tras el inicio de la ofensiva americana en Helmand. De ellos «al menos cincuenta o sesenta» se pueden considerar «talibanes originales»; el resto, recibe el calificativo de «enemigos del Gobierno» o «talibanes moderados» y en ese grupo integran a los «narcotraficantes, bandidos y delincuentes comunes» de la zona.
Exceptuando el distrito de Qala-i-Nao, donde se encuentra la base del Equipo de Reconstrucción Provincial español, en el resto de distritos la inseguridad se ha extendido y la doble administración en poder insurgente eclipsa cualquier intento de expansión de la gobernabilidad de Kabul. España, tras el refuerzo del «batallón electoral», cuenta en estos momentos con unos 700 hombres en la provincia, incluidos los 185 miembros de la Unidad de Ingenieros que dirige las obras de la nueva base de Qala-i-Nao.
La cúpula talibán en la provincia la lideran los mulás Jamaloddin Mansoor y Hayatoulah, sucesores del mulá Dastagir, asesinado tras un ataque de la aviación estadounidense el pasado 16 de febrero. Fieles a la shura de Queta (Pakistán), ambos religiosos dirigen sendas madrasas donde predican su doctrina y actúan bajo las órdenes del mítico comandante muyahidín Abdul Rahman Haqqani, quien fuera gobernador de Ghor durante el régimen talibán. Su movilidad es cada vez mayor por toda la provincia aunque sus santuarios se encuentran en Bala Murghab y Ghormach, donde no hay presencia internacional.
Los insurgentes operan normalmente en pequeños grupos de diez a quince personas, armados con el tradicional arsenal dejado por los rusos, pero han demostrado en los últimos meses capacidad de reunir hasta «trescientos hombres», según la seguridad afgana, que advierte también de tensiones internas en el movimiento fundamentalista por los pequeños comandantes que proliferan en la zona y que actúan de forma independiente como delincuentes.
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