Las últimas crisis artificiales

Actualmente, quienes conocen a fondo cómo opera el Reino Alauí sostienen que su colaboración con España en este ámbito es real y leal. Y, volviendo al principio, sujeta a intereses políticos que muchas veces pasan por el Sáhara.

Los conflictos que afectan a la cooperación migratoria terminan de forma tan opaca como empiezan. El de 2010 no fue una excepción. Las pateras duplicaban a la del año anterior. Marruecos suspendió las patrullas conjuntas por el Estrecho de la Gendarmería y Guardia Civil. En Nueva York, Zapatero se entrevistó con Mohamed VI , que luego recibió en palacio a Alfredo Pérez Rubalcaba, titular de Interior, para sellar la paz.

En agosto de 2011, la cifra de subsaharianos que habían entrado irregularmente por Ceuta y Melilla superaba ya a la de todo 2010. Marruecos justificó que había tenido que retirar de las costas y fronteras a todos sus policías por que los necesitaba contener las protestas juveniles que proliferaban coincidiendo con las primaveras árabes. España lo consideró una excusa . El ministro del Interior viajó en octubre de ese año a Rabat

Los intentos de escalar la valla de Melilla adquieren en 2012 una intensidad parecida a la de la gran oleada de 2005, aunque la colaboración atraviesa una etapa «excelente». Siguen los saltos y en julio el Gobierno anuncia un destacamento de la Guardia Civil en Chafarinas , a lo que se renunciará por el enfado de Marruecos. Se produce la crisis de la isla de Tierr a y, tras ello, disturbios en Melilla y para ocupar el Peñón de Vélez.

Entre el 11 y el 12 de agosto de 2014, unos 1.400 subsaharianos llegaron a las cosas andaluzas y a través de las vallas, donde los agentes marroquíes no aceptaron ninguna devolución «en caliente». Una semana antes, el yate del Rey Mohamed VI había sido interceptado por la Guardia Civil en aguas de Ceuta. España le pidió disculpas en varias ocasiones , una de ellas enviando al ministro del Interior a ver a su homólogo en Tetuán