El «txikito» de Rentería
D. M. / J. P.
MADRID. Podrían estar volcados en investigaciones antiterroristas, o en la protección de personas amenazadas por ETA. Pero no, durante algo más de cuarenta días deben vigilar la existencia del ex dirigente de la banda Ignacio Gracia Arregi, «Iñaki de Rentería»: cuando ... duerme -no vaya a tener la tentación de descolgarse por una sábana-; cuando «txikitea» con su cuadrilla de amigos por las «herrikos» u otras tabernas de mala reputación que en la parte vieja de su Rentería natal; o cuando se desplaza a otros municipios. Son treinta los agentes dedicados diariamente a la custodia de este etarra no arrepentido, después de que la Sección Segunda de la Sala lo de Penal de la Audiencia Nacional ordenara su vigilancia permanente tras quedar en libertad, pese a que la Fiscalía le acusa de inductor en el atentado frustrado contra Su Majestad el Rey en Palma de Mallorca.
El caso es que cada ocho horas vigilan al ex jefe etarra diez agentes, lo que significa que al cabo de una jornada se han destinado a tal fin un total de 30. Un día corresponde la custodia a la Guardia Civil, otro al Cuerpo Nacional de Policía y el siguiente a la Ertzaintza. Y así, sucesivamente. Pese al derroche, no hay garantías de que el etarra no logre huir. Resulta complicado controlar a un individuo que no está sometido a una investigación, máxime, cuando ha vivido más de 20 años en la clandestinidad y conoce mil trampas para eludir un dispositivo. Cuando callejea está arropado por su cuadrilla y demás tropa de «borrokalaris». Y arriesgada se hace también su vigilancia cuando se adentra por la parte vieja para «txikitear» -consumir vinos- por los bares. En este caso los agentes se ven apoyados por la presencia de dotaciones que acceden a la conflictiva zona en furgonetas. Más derroche de agentes y de medios materiales, en plena crisis. «Iñaki», el de Rentería, como no ha trabajado en su vida, es dependiente y reside en una casa familiar. Ello también complica la vigilancia.
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