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Un trozo de España

Con la bandera y la virgen del Carmen, patrona de los marineros, el capellán del buque había oficiado una misa para todos, para los que se quedan aquí y para los que volveremos de donde nunca, en verdad, sentimos marchar: España

Jura de bandera organizada ayer en el puerto de Buenos Aires, a bordo del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano Ministerio de Defensa | Javier Casablanca Diaz
Carmen de Carlos

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En el río de la Plata , no muy lejos de los mares del sur, el buque escuela, Juan Sebastián de Elcano , echó amarras por unos días. El corazón de España latía dentro y fuera del barco que, a estas altura, debe estar cerca de doblar el Cabo de Hornos. A pie de la escalerilla, en la dársena norte del puerto de Buenos Aires, un grupo de españoles, de este lado y del otro del Atlántico, subía a bordo. Emigrantes del siglo pasado, expatriados de ayer y de hoy, emprendedores, ejecutivos de multinacionales, diplomáticos, hijos y nietos de esta otra España, formaron fila en cubierta. Todos, con una misión: jurar bandera.

En el Sebastián de Elcano los «jurandos» escuchamos el protocolo. Los nueve pasos de distancia a guardar entre uno y otro hasta llegar a la bandera, el camino del silencio hasta besarla, el giro sobre tu último paso con la frente alta y la barbilla levantada... «¿Y sí me equivoco? ¿Y si tropiezo? Yo, te sigo» , se escucha. Miras al que va delante de ti y, en mi caso, es Claudia Álvarez Argüelles (Hotel Costa Galana), que camina firme. Lo mismo hace, David Izquierdo (Consejero de la Embajada). En medio, avanzo, a mi paso que no sabes si es rápido o lento pero es el tuyo. Apenas son unos metros. No sabes cuántos ni estás para contarlos. El comandante, Ignacio Paz García, serenó: «Tranquilos, es vuestro momento, no tenéis prisa. Disfrutadlo». Así fue.

La primera en romper filas es María Paz Torres Capín, la mujer de Alejandro Monedero, el agregado Militar. Camina sin su bolso con los colores gualda y rojo. El recorrido es una ele y en la curva, que no es curva, observa el embajador Javier Sandomingo, jurando como el resto de la tropa de civiles. Los demás seguiremos su estela y sobre ella caminará un pedazo de la historia de España fuera de España. Pedro Bello (Restaurante Rioja), el hombre que en su juventud vino a hacer las Américas y se quedó. Yago Botas , entre el petróleo y las energías limpias, quizás sea el más joven de todos con su mujer, Paloma O´Shea . Veterano entre los veteranos seguía rumbo a la bandera Benito Blanco. Lo mismo hicieron Salvador Rueda, el hombre de Mapfre en Argentina, José Manuel Ortega Fournier el reinventor de sí mismo, el que dejó el banco para crear una bodega y ahora piensa en un parque de diversión del futuro que es presente. Y Felix Daniel Castro Vázquez, cuyos consejos escucha Juan Curuchet, el presidente del Banco Provincia y la Universidad de Belgrano. Entre unos y otros, a paso ligero, Diego Moleres, Patricio Rumeu y el presidente de la Federación de Sociedades Españolas, José María Vila Alén, aquel que en la recepción con Mariano Rajoy dijo algo inolvidable: «No tenemos el corazón partido, tenemos uno sólo que late al ritmo de España y de Argentina» .

Las mujeres recuperan el tiempo perdido de cuando la jura era cosa de hombres y avanzan. Raquel Pérez Varela, canciller de la Embajada lo hace cerca de sus compañeras, Almudena de Orue Sabau, Amparo Sánchez-Algaba, Maria Luisa Merino Morillas, y las Pilares: Gracia, Gómez y Ruiz Carnicero. Y en ese camino se unen los cónsules María Prada y Jorge Noval. Y la lista sigue. Somos los que somos pero hay más, invitados que son familia y el diploma o «Certificado de Formulación del Juramento o Promesa ante la bandera». Con él en mano y delante de cámara escuchamos al capitán García recordar la historia del buque y a «los 20.000 marinos que navegaron a bordo» de ese «trocito de España» donde se apoya, por todo el mundo, «la unión del Estado en el exterior».

Con la bandera y la virgen del Carmen, patrona de los marineros, el capellán del buque, el santanderino Alberto Gatón , había oficiado una misa para todos, para los que tienen fe, para los que a veces dudan, para los que se quedan aquí y para los que volveremos de donde nunca, en verdad, sentimos marchar: España.

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