Los terroristas del 11-M se inmolan y matan a un geo al volar su «piso franco» en Leganés
La Policía cree que los ocupantes de la vivienda, de la que al parecer escapó un asesino, son los que tienen pendientes una orden de busca y captura internacional
MADRID. Varios de los terroristas aún en libertad del 11-M cumplieron su amenaza de inmolarse si la Policía intentaba detenerles. Tras ser localizados en un piso del número 40 de la calle de Carmen Martín Gaite, en Leganés Norte, a no mucha distancia de ... la estación de Renfe de Zarzaquemada, los asesinos se habían atrincherado y aprovecharon el momento del asalto de los geos para hacer estallar el explosivo que aún tenían. Todos ellos, al menos tres individuos, murieron, pero además un subinspector del GEO, de 41 años, el primero en entrar en la vivienda, también perdió la vida. Deja viuda y dos hijos. Otro compañero se encuentra en estado crítico al perder una pierna. Además, al cierre de esta edición se hablaba de quince heridos más, once de ellos del Cuerpo Nacional de Policía. La fachada del inmueble quedó destruida, las cañerías reventaron y las habitaciones eran visibles desde la calle. La tragedia volvía a Madrid.
Esta zona había sido especialmente vigilada en los últimos días por los agentes de la Comisaría General de Información ante el testimonio recibido por parte de una persona, un trabajador de un establecimiento, que afirmaba haber reconocido a uno de los individuos cuya fotografía fue distribuida por Interior el pasado 30 de marzo. Estos criminale son: Jamal Ahmidan, alias «Mowgli» y «el Chino», a quien como informó ABC se considera el jefe operativo de la célula terrorista del 11-M; Serhane Bin Abdelmajid Farkhet, alias «el Tunecino», líder espiritual y coordinador del grupo asesino; Mohamed Oulad Akcha; su hermano, Rachid y Said Berraj. El juez había dictado orden de busca y captura internacional contra todos. Todo indica que entre los al menos tres muertos se encuentran algunos de estos sujetos.
Intercambio de disparos
La operación policial de ayer comenzó a primera hora de la tarde, cuando los agentes se apostaron en las inmediaciones de la vivienda. Poco después, cuando los criminales se percataron del dispositivo policial, se produjo un tiroteo en el que no hubo heridos. Uno de los criminales había logrado eludir el cerco durante la refriega, mientras que sus compañeros optaban por atrincherarse en el piso. Parece que ese criminal se percató de la presencia de los agentes cuando bajó a la calle a dejar una bolsa de basura. Anoche su búsqueda era intensa, tanto por tierra como por aire. Los helicópteros sobrevolaban incansablemente la zona en busca del fugitivo.
A partir de ese momento, la Policía desalojó a los vecinos del edificio en el que está la casa ocupada por los terroristas. En esos momentos la tensión era máxima, ya que los delincuentes amenazaban con hacer volar el edificio con el explosivo que decían tener en su poder si los agentes intentaban cualquier maniobra. En un primer momento éstos trataron de convencer a los atrincherados, si bien los sospechosos se negaban a mantener cualquier negociación.
Para entonces la zona estaba ya tomada por las Fuerzas de Seguridad y se había establecido un perímetro de control al que nadie podía acceder. La peligrosidad de los individos hizo que la Policía no quisiese asumir riesgo alguno, porque se trataba de terroristas sin escrúpulos, dispuestos a todo y capaces de volar unos trenes atestados de personas.
Los primeros intentos fallidos de negociación obligaron a la Policía a buscar vías alternativas de comunicación. Por ello decidió entrar en contacto con un familiar de uno de los terroristas con el objetivo de que fuese esa persona la que tratara de hacerles desistir de su actitud. Pero no logró su propósito.
Planos de la casa
Mientras se realizaban estas gestiones de mediación agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía estudiaban ya la mejor forma de asaltar el piso de los sospechosos. Los especialistas se hicieron con el mapa de la vivienda, que analizaron al milímitro para intentar garantizar en lo posible la integridad física tanto de los terroristas como de los geos.
Sobre las nueve y cinco de la noche en la zona se oyó una primera explosión. Luego, una segunda. Fue en el momento en el que los geos habían comenzado una arriesgada operación de asalto. Nada más irrumpir un primer agente en el piso los terroristas hicieron estallar la bomba. El geo murió en el acto; un compañero que le seguía perdió una pierna. Diez más sufrieron heridas, tres de ellos graves. Los terroristas perdieron la vida en el acto. Cumplían así su amenaza de inmolarse.
A consecuencia de la explosión otras personas, al menos quince, sufrieron heridas de distinta consideración. Los afectados, tras ser atendidos por los servicios sanitarios que se encontraban en el lugar de los hechos, fueron trasladados a distintos hospitales de la zona.
La identificación de los terroristas era anoche imposible -sus cuerpos sufrían horribles mutilaciones y serán necesarias pruebas de ADN-, aunque tomaba fuerza la posibilidad de que se tratara del «piso franco» ocupado por «el Chino», jefe operativo del comando islamista que llevó a cabo la matanza del 11-M. En principio se pensó que eran tres los criminales muertos -uno de ellos llevaba un Corán bajo el brazo-, pero podrían ser cuatro. La Policía Científica vació la piscina para averiguar si había restos de este cuarto sujeto, lo que al cierre de esta edición no estaba confirmado.
El jefe operativo
«El Chino», a mediados del mes de febrero se trasladó junto con los hermanos Mohamed y Rachid Oulad Akcha a Avilés (Asturias) para comprar el explosivo y los detonadores con los que confeccionaron las bombas que estallaron en los «trenes de la muerte». Estos individuos llegaron hasta el explosivo a través de un contacto causal que un marroquí tuvo en la prisión de Villabona con el cuñado de José Manuel Suárez Trashorras, español detenido por haber facilitado a los terroristas el material explosivo a cambio de siete mil euros y un alijo de 26 kilos de hachís.
Jamal Ahmidan fue también el que recibió seis mil euros de manos de Sehane Bin Abdelmajid, «el Tunecino», para alquilar la vivienda de Morata de Tajuña donde se confeccionaron las trece bombas que estallaron a partir de las 7:39 de la mañana del jueves 11 de marzo, y quien antes había estado en San Sebastián para comprar armas a las mafias de kosovares.
La Policía se centra ahora en averiguar la identidad del «cerebro» que ordenó cometer en España una matanza tres días antes de las elecciones generales. Este atentado y el posterior intento de volar el AVE, según todas las fuentes consultadas por ABC, es el mayor pulso lanzado contra el Estado por una organización terrorista. De hecho, el Gobierno ha puesto en marcha el mayor operativo contra este tipo de criminalidad de toda la historia en el que participan «todos los medios humanos y materiales» de las Fuerzas de Seguridad y del Ejército. El «gabinete de crisis», presidido en estas ocasiones por el ministro del Interior en funciones, Ángel Acebes, y en todo caso por el secretario de Estado para la Seguridad, Ignacio Astarloa, permanece reunido de forma permanente; de hecho anoche los máximos responsables de la Policía y de la Guardia Civil se encontraban en Castellana 5 reunidos para analizar todos los datos.
A pesar del indudable éxito de las investigaciones, que en pocos días han permitido descubrir y en muchos casos poner a disposición judicial a algunos de los autores de la matanza terrorista, anoche el Cuerpo Nacional de Policía y sus compañeros de la Guardia Civil estaban de luto por la muerte de un agente, el primer geo que pierde la vida en acto de servicio. El ministro del Interior en funciones, que mantuvo informado al Rey y al PSOE de los acontecimientos, no quiso revelar la por expreso deseo de la familia la identidad del subinspector asesinado.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete