Supergarcía contra el Imperio del monopolio

Aunque solo pretende ser ficción, la serie ‘Reyes de la Noche’ (Movistar+), remedo de la rivalidad entre José María García y José Ramón de la Morena, coincide con otros productos televisivos recientes en la parcial e incompleta revisión de los años 90. De todo, lo que más sorprende en ella es el olvido de Antena 3. García no saltó de la Ser a la Cadena Cope. Entre una y otra pasó una década en Antena 3 Radio. Allí llegó en 1982, de la mano de Antonio Asensio y Manuel Martín Ferrand, uno de sus maestros junto a Bobby Deglané y Emilio Romero. García había dejado la Cadena Ser poco antes del Mundial de España. Ya era un a estrella absoluta de la radio y había brillado contando el 23-F. Para entonces, su intención era dedicarse a la información política, pero Martín Ferrand le pidió que siguiese en los deportes por el bien de una emisora que empezaba y tenía en él a su fichaje estrella. Martín Ferrand se refería a García como el ‘pichichi’ o la ‘locomotora’ de la emisora. Antena 3 Radio nacía con la aspiración última de ser una televisión privada y como un proyecto de la sociedad civil. En su accionariado estaban el Grupo Godó, el Grupo Zeta, Prensa Española (ABC) y Europa Press. A García, fichaje estrella, le acompañarían jóvenes como Antonio Herrero, Luis Herrero o Miguel Ángel García Juez, pero lo más novedoso de la cadena era su apuesta por la FM. La programación convencional era propia de la onda media, mientras que la frecuencia modulada se dedicaba a las radiofórmulas. Antena 3 decidió hacer radio convencional en FM, empezando con pocos postes en tres ciudades: Madrid, Cádiz y Almería. Ni siquiera había muchos transistores adaptados, y llegaron a agotarse con el tirón inicial de García.Antena 3 puso el énfasis en la información, en la veracidad. Boletines cada media hora con un lenguaje directo, ágil, entendible. Un puntal de la cadena era ‘El primero de la mañana’ de Antonio Herrero, del que se decía que llevaba el estilo de García a la información general. Esa agilidad de reportero y la persecución de la noticia, así como el control narrativo de la actualidad, fueron una de las marcas de la casa. La oferta se fue completando con profesionales como Santiago Amón, los Gomaespuma, Carlos Pumares, Ana Rosa Quintana o José Luis Balbín.García consolidó un equipo, los Andrés Montes, Javier Ares, Gaspar Rosety o Siro López; lideró la noche con ‘Supergarcía en la Hora Cero’ y desarrolló, además del fútbol, las retransmisiones del baloncesto y el ciclismo, deportes que contribuyó a popularizar en España. Son los años de La Quinta del Buitre, de Perico Delgado, pero también, al final de la década, de la guerra de Irak o los escándalos de corrupción del PSOE.José Ramón de la Morena y José María García, en una fotografía tomada en mayo de 2016 - EPDel éxito al 'antenicidio'La frescura de Antena 3 estaba asociada a unos principios marcados. La emisora defendía la unidad nacional, su pluralidad, el libre mercado, la Constitución y la libertad de expresión. Lo primero que sonó el día de su inauguración fue el himno de España. Antena 3 era una radio urbana, moderna, amplia de espectro pero asentada en lo liberal o liberal-conservador y crítica con el gobierno. Además de Martín Ferrand, director, el nervio de ese proyecto era José María García, que extendió a la cadena su proverbial actitud ante el poderoso, el ‘Pablo, Pablito, Pablete’. Junto a Antonio Herrero aportaba el grueso de la audiencia, tenía la hora de radio más escuchada de España y la publicidad más cara. Antena 3, nacida en 1982, superaba en 1992 a la Cadena Ser, por primera vez batida, y se convertía en la emisora de los españoles con más de tres millones de oyentes. Ya era un contrapoder periodístico en ascenso, y su motor estaba en los deportes.Unos días después del triunfal dato del EGM, se desencadena el ‘antenicidio’. La segunda cadena, la Ser, compra a la primera. Prisa adquiere las acciones de Javier Godó en Antena 3 Radio. Esto fue considerado una traición por el propio García, al que Godó le había negado que tal cosa fuera posible; también habló de traición Guillermo Luca de Tena en una tercera de ABC. Godó no ofreció el derecho de tanteo que fijaban los estatutos al resto de accionistas y entregó la empresa a Polanco. Pronto se vio en ello un trasfondo político. Era el 92, año olímpico, la corrupción del PSOE estaba en su apogeo y Antena 3 era una emisora crítica. Al año siguiente habría elecciones generales y el PSOE ya se había resentido en las municipales de 1991. «El PSOE avanza titánicamente en el control de la sociedad, en el secuestro de la sociedad», le dijo Martín Ferrand a Luis del Olmo en su programa. La operación vino acompañada de la entrada de Mario Conde en Antena 3 Televisión. Asensio quedó a los mandos, y profesionales como Carrascal, Losantos y Luis Herrero fueron sustituidos por otros más afines al PSOE. La línea cambiaba. Se trataba de un movimiento empresarial y mediático de gran calado, diseñado en lo que se llamó el ‘pacto de los editores’ y con grandes efectos inmediatos: el PSOE se libraba de su incordio y la Ser de su rival, quedándose con sus postes y potencial en la FM. Esto asentaría definitivamente una hegemonía mediática. En dos años, Antena 3 fue convertida en ‘Sinfo Radio’ y luego liquidada. El Consejo de Ministros de Felipe González validó la absorción en 1994 y tarde, en el 2000, una sentencia judicial dio la razón a quienes consideraban que hubo abuso de poder, pero la sentencia que obligaba a la Ser a devolver las emisoras nunca se ejecutó.El mismo día en que se cerró la operación, García se despedía de su audiencia. Su destino iba a ser Onda Cero, pero al no poder llevar consigo a Antonio Herrero optó por la Cope. Con él se llevó a su audiencia, y en cuestión de meses, octubre de 1993, la Cope ya era líder. Frente a sí tendría ‘El Imperio del Monopolio’, a ‘Jesús del Gran Poder’.Prisa, el rival monstruoPrisa era dueña de la Cadena Ser desde 1985. Jesús de Polanco ya tenía ‘El País’ y se hizo con la emisora comprando las acciones del Banco Urquijo y de los Garrigues. Eugenio Fontán, director de la Ser hasta ese momento, declaró al periodista J. F. Lamata que para adquirir la Ser, Polanco contó además con «el favoritismo del gobierno de González». La Ser no se había repuesto de la marcha de García en 1981 e incluso le habían intentado fichar. Tras la entrada de Prisa, la dirección de deportes pasa a Alfredo Relaño, que en 1989 impulsa a José Ramón de la Morena, becario en los lejanos tiempos de García en Gran Vía, 32.La pauta era distinta. Al primer encontronazo, De la Morena responde directamente a García y saltan chispas. También con Relaño, con el que se dice que llegó a las manos en una Vuelta a España. La dirección de Eugenio Galdón, amigo de García, aparta unos meses a De la Morena, hasta que Augusto Delkáder, hombre de Prisa ya con plenos poderes en la emisora, le devuelve el programa.Ese año sucederá algo más. El Canal+ iniciará en 1990 sus emisiones ofreciendo un partido a la semana con un nuevo estilo de retransmisión. Entre la Ser, ‘El País’ y Canal +, habrá eso que años después buscaría García en Telefónica Media: las sinergias de grupo. García no luchaba solo contra un locutor más joven. De esa opinión es el periodista Pepe Gutiérrez, según recogió Vicente Ferrer Molina en ‘Buenas noches y saludos cordiales’ (Ed. Roca): «De la Morena era solo la voz. La cabeza era Alfredo Relaño: el ideólogo periodístico en la Ser, un profesional de un nivel extraordinario. Luego estaba el tronco: los anti-García. Eran los Perico Delgado, Valdano, Robinson, Míchel... Por último estaban las extremidades: gente muy competente en la redacción y otros que hacían el 'Carrusel', como Paco González. El deporte en la Ser era una serie de piezas que hacían un auténtico monstruo, pero en el que la pieza más importante era el número de emisoras, sobre todo a raíz de la compra de Antena 3».Otro efecto fue romper el equipo de García. Profesionales como Feito, Eduardo Torrico o Javier Ares se quedaron con Prisa y el programa se resintió. La guerra de los 90Es aquí, con García instalado en la Cope desde septiembre del 92, y con De la Morena reforzado por Delkáder, cuando se dispara la rivalidad radiofónica. Es el asalto al liderazgo de García.En esos años, la competencia es feroz, y cada asunto de la actualidad deportiva es objeto de combate: el Madrid, Clemente, la selección, hasta el tipo de fútbol... Pero De la Morena no está solo. En el 93, ‘El País’ publica un editorial contra García: «Estamos en contra de su estilo de periodismo, que, teniendo todo el derecho a existir, no cabría en “El País”». En 1994, la Ser lanza una publicidad en la que García es comparado con Hitler. «Fanatismo o espectáculo», proponía. Por esos días, De la Morena insiste en comparar al rival con Hitler o Franco, llama ‘facha’ a Antonio Herrero y en términos parecidos se refiere a Luis Herrero. Esta estigmatización, normal ahora, era una novedad entonces y tuvo algo de precursora. Poco después, en la campaña del 96, el PSOE haría un anuncio con el dóberman del PP.En 1995, finalmente, ‘El Larguero’ superó a ‘Supergarcía’. El EGM lo proclamó vencedor. ‘El País’ lo celebró como «un cambio generacional en la manera de abordar el mundo del deporte», visión que ha quedado fijada. Pero García no competía con un locutor, ni estaba en juego solo el liderazgo de una franja horaria. Como motor de Antena 3 y de la Cope había conseguido que las dos superaran a la Ser, pero eso no volvería a repetirse. La competencia siguió, recrudecida por las guerras del fútbol, en la segunda mitad de los 90. Los derechos de retransmisión eran la base del multimedia, estructura empresarial que García creía indispensable. El contexto tecnológico y político cambiaba. Aznar ganó las elecciones en el 96 y un par de años después murió Antonio Herrero. Sin demasiado que le uniera a la Cope, García decidió irse a Onda Cero, en Telefónica Media, que reunía esa emisora, Antena 3 TV y Vía Digital con el objetivo de lograr el equilibrio mediático, competir de tú a tú con Prisa. Responder al anti-García con un anti-Prisa. Pero la experiencia fracasó, las famosas ‘sinergias’ no funcionaron y en dos años García dejó Onda Cero sin una despedida formal. Alierta y Polanco fusionaron sus plataformas digitales. García culpó a Aznar, sin voluntad política una vez instalado en La Moncloa. Los mundos de Prisa y Telefónica convergerían en la televisión de pago y, décadas después, Movistar+ emite ahora una serie producida por una empresa del hijo de Antonio Asensio en la que se cuenta la historia de esos años olvidando Antena 3.La emisora no solo fue uno de los fenómenos periodísticos de los años 80. Fue la matriz de algo, el esbozo de una alternativa abortada. El ‘antenicidio’ siguió vivo mucho después. La sentencia del 2000 no fue ejecutada y el gobierno del PP no hizo nada para revertir la situación; llegó Zapatero y aprobó una ley dando cobertura legal a lo realizado. El asunto ya estaba cerrado legalmente, García no estaba en la radio y prácticamente nada quedaba de aquel espíritu de Antena 3. Aquellos duelos entre García y De la Morena fueron algo más que radio deportiva. Estuvieron en el centro de una batalla mayor que determinó el panorama mediático posterior y su inalterable desequilibrio.

Supergarcía contra el Imperio del monopolio

La revisión televisiva reciente de la disputa radiofónica olvida el papel de Antena 3 y la injerencia del gobierno del PSOE en los años 80 y 90. La guerra contra García normalizó la satanización política y fue preámbulo del ‘dóberman’

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