Se suicida en prisión Antonio Izquierdo, el hermano pequeño de la matanza de Puerto Hurraco
Hoy tendría que haber salido en libertad si no se le hubiera aplicado la doctrina Parot
Antonio Izquierdo, de 72 años, el hermano pequeño de los dos autores de la matanza de la localidad pacense de Puerto Hurraco, se ha ahorcado en su celda del módulo de enfermería de la cárcel de Badajoz donde permanecía recluido. El cadáver fue encontrado ... sobre las dos de la madrugada del sábado por los funcionarios de la prisión durante una de las habituales rondas de vigilancia.
Izquierdo ha elegido para suicidarse el día que debería haber abandonado el centro penitenciario para salir en libertad condicional. Sin embargo, hace algunas semanas se le comunicó que se le había aplicado la doctrina Parot, por lo que aún tendría que pasar unos años más entre rejas. El recluso no aceptó nunca esa prórroga y mostraba su indignación por la decisión .
El único autor vivo de la matanza –el otro, su hermano Emilio, había muerto de un infarto hace algunos años-, apenas tenía contacto con el resto de reclusos y se mostraba huraño, malhumorado e incapaz de mantener relaciones normales con el resto de internos. Hasta el fallecimiento de Emilio había compartido celda con él en la cárcel de Badajoz; luego fue internado en una celda individual.
Con la muerte de este hombre se cierra para siempre uno de esos sucesos que helaron la sangre de los españoles. Fue en la noche del 26 de agosto de 1990 cuando los Izquierdo “salieron a cazar tórtolas” en Puerto Hurraco –esa fue la expresión con las que se despidieron de sus hermanas, Luciana y Ángela, ambas fallecidas en 2005 en el psiquiátrico de Mérida con una diferencia de diez meses entre ambas. Emilio y Antonio cogieron sus escopetas y mataron a sangre fría a nueve de sus vecinos e hirieron a otros doce, varios de ellos de gravedad. Rencillas larvadas a lo largo de los años fueron el detonante de la tragedia.
La Guardia Civil mantuvo un dispositivo de búsqueda toda la noche hasta que por la mañana logró detener a los dos asesinos. La fotografía de uno de ellos descamisado, con la mirada perdida, detenido por un hombre del Instituto Armado, dio la vuelta al mundo.
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