Seis meses de un Gobierno con menos peso político y orientado a reforzar el perfil del presidente
Sánchez soltó lastre en julio a costa de tener un Gobierno con menos nivel de conocimiento
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Iniciar sesiónHan pasado poco más de seis meses desde que el 10 de julio el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rompiese todos los pronósticos y revolucionase el Ejecutivo con una depuración que expulsó del centro de poder a algunos de sus principales lugartenientes.
El ... análisis sobre el clima interno de la coalición oscila mucho en función del interlocutor. Unidas Podemos vive un proceso de refundación que está generando disfunciones en la transición de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz. En la parte del PSOE, la salida de Iván Redondo como jefe de gabinete ha pacificado al partido. Pero su salida tiene también consecuencias. Hay puentes con la parte morada del Ejecutivo que no son tan sólidos como antes. Internamente en el partido sí hay personas que creen que Sánchez tiene ahora «menos muros» para frenar los golpes . Hasta entonces eran Carmen Calvo y José Luis Ábalos las figuras que en su doble condición de dirigentes del PSOE y miembros del Consejo de Ministros ejercían de parapeto. Redondo, Calvo, Ábalos y antes Iglesias o Illa eran dirigentes capaces de acaparar titulares. Y, por tanto, susceptibles de atraer el foco y también el desgaste hacia ellos. Los cuatro últimos eran los ministros de más peso político con los que Sánchez arrancó la coalición en enero de 2020. Y ya no están.
En los días previos a la remodelación del Gobierno se trasladaba, y así se publicó, que el nuevo equipo tendría más peso político. Eso se sustanció en la salida de figuras como Pedro Duque o Isabel Celáa. Mientras que entraban al Gobierno dos personas muy importantes en el plan de Sánchez de pacificar el PSOE: Isabel Rodríguez y Pilar Alegría. Y en menor medida las alcaldesas Raquel Sánchez y Diana Morant. Cuatro mujeres de partido y con recorrido. Sin duda un Gobierno más orgánico. Pero no más político. La que más foco ha tenido es Rodríguez en su condición de portavoz . Pero su exposición no alcanza todavía el nivel que adquirió María Jesús Montero durante el año y medio que lo compatibilizó con el Ministerio de Hacienda. Tras esas importantes salidas todas las miradas se concentraron en un hombre: Félix Bolaños. La figura más favorecida en esa crisis de Gobierno. Su condición de número dos de facto del Ejecutivo y su buena relación con el nuevo equipo de presidencia del Gobierno arrojan una conclusión: hay menos bandos en el engranaje gubernamental. Pero también menos repercusión . Porque Bolaños no tiene todavía el impacto mediático que sí tenían Calvo o Ábalos. Ese aumento del peso político se visibilizó más en el gabinete del presidente. Con la incorporación de Óscar López y posteriormente de Antonio Hernando.
Lo cierto es que a los nuevos rostros del Ejecutivo les falta todavía mucho trayecto para tener impacto. La última vez que el CIS preguntó por ellos fue en el barómetro de octubre. A José Manuel Albares solo decía conocerle un 18,3%, a Pilar Alegría un 20,8%, a Pilar Llop un 15,4%, a Diana Morant un 9,2%, a Isabel Rodríguez un 23,1% y a Raquel Sánchez un 12,2%. Tan solo Bolaños escapa de ese nivel de desconocimiento . Pero siendo solo reconocido por el 43,4%.
Si el desconocimiento es justificable en parte por la elevada renovación, las valoraciones de los nuevos ministros no han terminado tampoco de romper los registros. Ninguno aprueba . Solo lo hacen Margarita Robles, Nadia Calviño y Yolanda Díaz. Todos los nuevos ministros tienen notas comprendidas entre un 4,5 y un 4,8. Y en eso sí mejoran a algunos perfiles sustituidos que estaban muy señalados por la opinión pública.
El balance interno que hace el Gobierno de este periodo es positivo por tres cuestiones: han logrado aprobar sus segundos Presupuestos , se han recibido fondos europeos y la vacunación se consolida a muy buen ritmo. El Gobierno ha discurrido estos meses con un entretenimiento particular: las disputas en el PP, con las que se han regocijado profundamente. Pero al Ejecutivo no le faltan problemas. El que más dolores de cabeza sigue despertando es la subida de los precios de la energía . En alguna intervención pública el presidente dejó ver su preocupación porque ese alza lastrase las perspectivas de recuperación económica. Algo que ya está sucediendo. Pero en el Gobierno restan importancia a esas correcciones. Aducen que en ningún caso se trata de retrocesos económicos y que en cualquier caso las nuevas previsiones corroboran que habrá «un crecimiento robusto».
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