Sánchez, entre los barones y sus nuevos socios

Susana Díaz, presidenta de Andalucía y rival de Sánchez en las primarias que resucitaron al hoy presidente del Gobierno, dejó clara su postura en las jornadas previas a la moción de censura que culminó ayer: Rajoy no, pero independentistas tampoco. De hecho, Díaz exigió a Sánchez que no hubiera «concesiones ni acuerdos con los independentistas».

Por el momento no ha trascendido ningún pacto entre el presidente del Gobierno y los secesionistas. Todavía es pronto, pero los líderes de ERC y PDECat, llámense Tardà o Torra, han insistido a Sánchez, de forma directa o más camuflada en sus discursos, que la excarcelación de los políticos presos –Junqueras, Sánchez, Cuixart...– después del referéndum ilegal del 1 de octubre está sobre la mesa de debate.

Justo lo contrario quiere otro de los barones socialistas. Javier Lambán , presidente de Aragón, se reafirmó en la misma postura que la presidenta andaluza. «No hay que negociar con los independentistas por higiene democrática» . En estos términos delimitó Lambán el terreno y las líneas rojas que Sánchez no tendría que atravesar para evitar un conflicto interno. De momento, el nuevo presidente de la Generalitat y sucesor elegido de Puigdemont, le ha solicitado una reunión «de Gobierno a Gobierno» y le ha invitado a «tomar riesgos» para entenderse.

Guillermo Férnandez Vara , presidente de Extremadura, comparte con Lambán –al margen de líneas rojas con el secesionismo– otra condición que Sánchez no tiene visos de respetar. El 30 de mayo, en Mérida, Fernández Vara aseguró que el entonces secretario general del PSOE acudiría a la moción de censura con «un compromiso de convocar elecciones». «Esto es una moción para una censura, para recuperar la normalidad y para convocar elecciones» , avanzó el barón socialista. Sí que es cierto que Sánchez anunció su compromiso para convocar elecciones, pero no antes de terminar la legislatura.

Emiliano García-Page , líder del Ejecutivo de Castilla-La Mancha, en la línea de Fernández Vara, dijo lo siguiente un día antes de que Sánchez regresara al hemiciclo: «El Gobierno que resulte de la moción de censura debe convocar elecciones lo antes posible». «El Gobierno de España no puede resolver un problema si depende de quienes no creen en España », ahondó García-Page, quien seguramente no estará muy satisfecho con la idea de que Sánchez pretenda mantener un Ejecutivo hasta el final de la legislatura en clara minoría parlamentaria y dependiendo de las fuerzas nacionalistas y de Podemos.

Y por si faltara algo, el propio Lambán también alertó a Sánchez sobre su nuevo socio. «Pablo Iglesias ha demostrado ser un líder del que uno no se puede fiar en absoluto», suscribió el presidente aragonés, en clara advertencia a su secretario general, que en el Congreso tendió puentes con Podemos como un futuro aliado olvidando que Iglesias adelantó, antes de la moción, que si Sánchez no conseguía ganarla, debería dimitir.

Son muchos los frentes abiertos que tiene, pese a que apenas acaba de tomar posesión del cargo, Pedro Sánchez. No sólo tiene por delante el reto de gobernar un país, sino también de lograr la unidad en las filas de su propio partido . Curiosamente, y pese a las felicitaciones protocolarias del viernes tras lograr derrocar a Rajoy, son los miembros más ilustres –aquellos que tienen el poder en diferentes Comunidades Autónomas– los que sostienen discursos que difieren con el nuevo líder del Ejecutivo.