Sánchez debe pedir perdón
«Despertar a quienes cándidamente se creyeron que la performance de Otegi en Aiete era un acto sincero, huérfano de intención política, sin esperar nada a cambio, ajeno a la compraventa que preside las relaciones entre Moncloa y sus aliados secesionistas»
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Iniciar sesiónLa información que desvelan hoy los compañeros de El Correo tiene el valor, inmenso, de abrir ojos y tapar bocas. Despertar a quienes cándidamente se creyeron que la performance de Otegi en Aiete era un acto sincero, huérfano de intención política, sin esperar nada ... a cambio, ajeno a la compraventa que preside las relaciones entre Moncloa y sus aliados secesionistas. Debería desacreditar políticamente, mandar al rincón del silencio a quienes con Zapatero al frente se dedican a interpretar sus palabras, a edulcorarlas como publicistas de los herederos de ETA.
El Otegi real es el que se quita la camisa y se enfunda la camiseta para reunirse con los suyos y pedirles árnica. Camaradas míos, estad tranquilos. Lo de antes era de coña, no me lo tengáis en cuenta. Sánchez sabe que si quiere sestear en Palacio, seguir volando en Falcon, y que le aprueben los Presupuestos va a tener que sacar de la cárcel a nuestros gudaris. Eso, y que en las próximas elecciones en el País Vasco, Bildu formará ticket electoral con el PSOE y Podemos mientras negocian cómo dar forma a una amnistía a los asesinos de la banda. Es de lo que habló Otegi con su grey. Lo entiendo, ni me sorprende ni tan siquiera se lo reprocho porque el miedo es libre y puede que ETA hace diez años que dejara de matar pero sigue existiendo y tutelando a sus voceros. Otegi no ha cambiado de chaqueta ni traicionado a sus patrones bien por convicción, bien por temor.
Lo que es repulsivo y le hace acreedor del oprobio de los verdaderos demócratas, no de los que habla esa mente privilegiada de Patxi López, es Pedro Sánchez. Es el presidente del Gobierno y su partido quienes mienten a todos los españoles, quienes les ocultan entre el almíbar de la memoria selectiva el amargor de la cicuta que nos quieren hacer tragar. Sánchez, tan aficionado a las alocuciones televisivas, debería hoy mismo presentarse ante todos los españoles, pedir perdón, y reconocer que su intención no es otra que seguir buscando aliados en las taifas para seguir en la Moncloa aunque el precio sea desertar de la Constitución, someter a la Justicia, arrinconar a las víctimas y arrodillar al Estado.
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