Roldán salda su deuda con la Justicia, mientras que «otros se han ido de rositas»
Roldán salda su deuda con la Justicia, mientras que «otros se han ido de rositas»
«Estoy libre»: estas fueron las primeras palabras de Luis Roldán a la prensa tras firmar su puesta en libertad definitiva. El que fuera uno de los hombres más influyentes de la década de los ochenta acudía ayer muy puntual a su última cita con ... la Justicia española. La expectación mediática era máxima y decenas de medios de comunicación le seguían a cada paso que daba. A las ocho y cuarto de la mañana abandonaba su vivienda, ubicada en la céntrica calle Tenor Fleta, para dirigirse al centro de inserción social «Las 13 rosas», situado a escasos minutos de su domicilio. Salía con semblante serio y muy tapado, a pesar de que ayer la temperatura en Zaragoza era agradable. Una boina, las gafas de sol y una bufanda roja le sirvieron para ocultar su rostro, y es que más que salvaguardarse del frío, daba la impresión de que Roldán lo que pretendía era pasar de incógnito.
Un taxi le esperaba en la puerta del piso donde actualmente reside con su tercera mujer. Un cuarto de hora más tarde, pasadas las ocho y media de la mañana, Roldán firmaba su puesta en libertad. Tras cumplir quince años de condena, uno de los presos más famosos de España se convertía en un hombre completamente libre. Con este último trámite administrativo, Roldán saldaba su deuda con la Justicia, pero todavía le queda pendiente la que tiene contraída con el Estado, una deuda millonaria por los fondos públicos que desvió. Nada sabe de esos más de diez millones de euros, un botín guardado a buen recaudo, del que dice no conocer el paradero.
Ayer, ya convertido en un hombre libre, Roldán volvía a incidir en este aspecto ante los medios de comunicación. Aseguró que «no ha habido interés en buscar el dinero» y recalcó que él ya ha pagado «duramente» por lo que hizo, mientras que «otros se han ido de rositas».
«Ya he dicho todo»
No dio mayores explicaciones y tan sólo recordó que fue el propio Fernando Paesa -un antiguo agente de los servicios secretos que le ayudó a esconder los millones-, quien aseguró en 1994 tener el dinero. Sin embargo, y según siempre la versión de Roldán, no ha interesado localizar esta fortuna porque los investigadores llegaron a un pacto con Paesa. «Ya he dicho todo lo que tenía que decir, no alarguen ahora ustedes -comentó a los periodistas- mi falta de libertad».
Su carrera política creció y bajó como la espuma, y en unos años pasó de ser uno de los hombres con más poder y mejor situados para ocupar el Ministerio del Interior a uno de los prófugos más buscados de España. Pocos se imaginaban en los años ochenta que el teniente de alcalde de Zaragoza iba a protagonizar uno de los capítulos más estrambóticos de los últimos tiempos y se iba a convertir en uno de los presos más famosos de las cárceles españolas.
En apenas una década pasó de ser un militante del PSOE más a convertirse en el primer civil que ocupaba la dirección de la Benemérita. El poder y la ostentación se convirtieron en sus peores enemigos y unos años después llegaría su ocaso. Una investigación echó al traste su carrera política y acabó por privarle quince años de su libertad, el tiempo que estuvo entre barrotes. Así, Roldán pasó de llevar chófer, coche de lujo y escolta a viajar, como cualquier ciudadanos más, en autobús urbano. Ayer utilizó este medio de transporte para regresar a casa. Eso sí con el certificado de libertad en el bolsillo.
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