Rajoy pasa al ataque

El presidente en funciones ha tardado tres semanas en digerir la escasez de su victoria el 20-D. Algunos le han creído ver deprimido, aunque sus más cercanos opinan que un carácter tan estable es incompatible con la depresión. Le han visto tan perplejo como se quedó al contemplar desde su escaño el paso de un diputado de Podemos con rastas en la cabeza y deportivas como calzado; y otras veces muy enfadado por el empecinamiento de Sánchez de no querer hablar con él.

Al fin ha aceptado que el partido socialista votará «no» cuantas veces se someta a sesiones de investidura, pese a lo cual prepara un discurso para la primera de esas sesiones que sentará las bases del que sería su programa de Gobierno. Tiene que ser duro para alguien que sacó las oposiciones a Registrador a la primera, a los 23 años, saber de antemano que le van a suspender dos veces delante de todo el país a él, que hasta hace nada gobernaba con una mayoría absoluta de 186 escaños.

Le consuela que tampoco cree que su oponente sea capaz de lograr lo que a él se le negará. «¡A ver si Sánchez aprende a sumar y acabamos de una vez!», se le ha oído. Pero le preocupa la última deriva del líder socialista de coquetear con los nacionalistas catalanes en un momento que considera tan delicado para garantizar la unidad de España.

Por todo ello, y porque cada vez parece más probable que unas nuevas elecciones sean el único remedio para desbloquear la situación, el líder del PP se ha lanzado al ataque. Va a recorrer España y a multiplicar sus actos en las próximas semanas para centrarse en las críticas al PSOE. Otras cosas no tendrá, pero su capacidad para aguantar cuando muchos le consideran políticamente muerto es legendaria. Tiene demostrado que, como la canción del Dúo Dinámico, una de esas piezas del vetusto pop nacional que tanto le gustan, el lema de Rajoy es el de «Resistiré».