Rajoy exige al Gobierno que rectifique antes de que «arruine» a los españoles
El líder de la oposición acudió con toda su munición preparada en un debate marcado por la crisis económica y en el que dejó claro su divorcio total del Gobierno. Ya desde el comienzo marcó cuál sería el tono de su intervención: «Nunca han hecho ... falta menos palabras para exponer el estado de la Nación. Hay más de cuatro millones de personas en el paro. Éste es el estado de la Nación».
Muy jaleado por los suyos y cuestionado por los de la bancada contraria, -de los que llegó a decir, en un exabrupto extemporáneo, «pero si ustedes no saben leer» para reprocharles que criticaran su plan anti-crisis, que enarboló en varias ocasiones- agregó algunos calificativos más a esta crisis: «Recesión, déficit, deuda y un paro galopante».
El líder de la oposición reprochó a Zapatero que «no es un recién llegado», sino que lleva ya cinco años al frente del Gobierno en los que «no ha hecho ni una sola reforma. Nada de nada, de nada, de nada», agregó muy gráficamente. Ante los argumentos exculpatorios del presidente del Gobierno, alegó que la crisis «no fue una sorpresa», pero que hubo «un deliberado y mezquino cálculo electoral», lo que provocó la disconformidad de los diputados socialistas y el aplauso de los suyos. Fue una idea recurrente de su discurso hasta el punto de agregar que se trató de una «tremenda mentira que le perseguirá siempre».
Rajoy echó mano en distintas ocasiones de las palabras pronunciadas por Zapatero en el debate del año 2007 sobre la fortaleza económica de nuestro país. También recurrió a otros socialistas como al comisario europeo Joaquín Almunia, que ha señalado que España tardará más en salir de la crisis; al actual gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez; al que fuera responsable de la Oficina Económica de Moncloa, David Taguas; y hasta del premio Nobel y tótem de Zapatero, Paul Krugman, todos ellos pesimistas ante el horizonte y la dimensión de la crisis en nuestro país.
En definitiva, a juicio del líder del primer partido de la oposición «es urgente la rectificación, como rectificaron en política antiterrorista y ahora les va mejor». Al hilo de esta afirmación, señaló que cuando las cosas salen mal «el cambio es de sentido común, y a usted le están saliendo muy mal». Para ello propuso que, primero, el Gobierno «diga la verdad»; segundo, «deje de fantasear» y, por último «disponga de un plan». «Podrá improvisar, inventar medidas y arruinar a los españoles», manifestó, pero «no tiene más remedio que rectificar».
También le reprochó haber comprometido el gasto público hasta el punto de que «su Gobierno es el que más dinero ha gastado en esta crisis en todo el mundo, salvo Arabia Saudí, y el que peores resultados cosecha. Está mal el despilfarro, pero peor está que no sirva para nada». Tras comentar en una de las pocas concesiones que hizo a la ironía que «nosotros no somos jeques árabes», apostó por una reforma laboral, que no concretó, por entender que «no hay nada más importante, ni más social, ni más solidario ni más nada», que poner las condiciones para crear empleo.
En cuanto a las propuestas que el presidente del Gobierno hizo por la mañana y que Rajoy incorporó a su discurso, recordó que en 2004 ya prometió un ordenador por cada dos alumnos «y espero que esta vez cumpla su promesa». Dijo que le parecían bien las pizarras electrónicas, «pero me importa más lo que se escriba en ellas -advirtió-, la calidad de la educación» y en este punto se refirió hasta a Obama para hablar de la necesidad de tener «la mano de obra mejor educada» para poder competir.
Réplica a las propuestas
En cuanto al fin de las desgravaciones por compra de vivienda, le acusó, ya en el turno de réplica y contrarréplica, que «le está dando la puntilla, apaleando, a las clases medidas». Tampoco mostró mucho más entusiasmo sobre la rebaja del Impuesto de Sociedades, que se incluye en su plan anti-crisis, aunque no en los mismos términos ni en cuanto al alcance de las ayudas directas para la compra de automóviles que, además, fueron rechazadas en el mes de febrero por el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
«Hemos perdido ya mucho tiempo o, mejor dicho, ha malgastado usted muchísimo tiempo» dijo dirigiéndose al jefe del Ejecutivo para agregar a continuación que «no sé qué es más grave; si el desperdicio del dinero, el mal uso de las oportunidades o el despilfarro del tiempo».
Devolviendo el guante sobre la falta de voluntad del PP por arrimar el hombro, reclamó que sea el Gobierno el que estudie sus propuestas «con razones, no con descalificaciones, pero usted no da su brazo a torcer, no quiere escuchar a nadie. No tiene más obsesión que mantener la cabeza fuera del agua y esperar a que escampe. Por eso se ha convertido en el principal lastre de la economía española». Una última crítica: «No tiene crédito. Está todo el mundo acostumbrado a que el engaño sea la regla y la verdad, la excepción».
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