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Rajoy, en su primera entrevista tras el poder: «Me fui con dos millones de personas más trabajando»

El expresidente de Gobierno se ha reunido con alumnos de los colegios SEK Ecuador para hablar de su carrera política y de su nueva vida como registrador de la propiedad

Mariano Rajoy, con los estudiantes del SEK Ecuador ABC

ABC

El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy ha concedido su primera entrevista tras dejar el cargo a principios de junio por la moción de censura que le hizo Pedro Sánchez junto a sus socios nacionalistas. Rajoy ha elegido para ello un viaje a Ecuador, donde se reunió con una representación de estudiantes de los colegios SEK Ecuador.

El gallego mantuvo con ellos un encuentro agradable en el que contestó a todas sus preguntas, sin cortarse con ningún tema. Habló de sus 40 años de carrera política, de los siete que estuvo en la presidencia y de su regreso al registro de la propiedad. Aseguró que cuando entró al Gobierno recogió un país «al borde de la quiebra» y dejó uno que era «respetado» y se refirió a la moción de censura que lo relevó del poder como un acción de «partidos de izquierda y nacionalistas» junto a un «triste papel» del PSOE.

A continuación, reproducimos la entrevista íntegra de Mariano Rajoy con los alumnos del SEK Ecuador.

Presidente, sus primeros años de colegio transcurrieron en León. ¿Cómo recuerda esos años hasta su entrada en la universidad?

Entré en la Universidad a los 17 años, ahora, en España se entra a los 18 años. Comencé el colegio en un pueblo de la provincia de Orense que se llama Carballino, pero no me acuerdo de nada porque me fui de allí con tres años y medio. Después estuve en Oviedo y tampoco recuerdo mucho de esa etapa. A los cinco años fui a León y de esa etapa sí tengo recuerdos. Estuve de los cinco a los diez años en un colegio de religiosas, las Discípulas (casualmente también estudió ahí, cinco años después, José Luis Rodríguez Zapatero). Cuando tenía diez años me tuve que examinar de ingreso. Es decir, salías de tu colegio y te examinabas en un instituto. Era una prueba a la que acudíamos niños de todos los colegios y eso impresionaba porque el examen se hacía en un lugar que no era tu colegio y con gente que no conocías y eso impactaba bastante. Luego estudié cinco años en los Jesuitas, en León. Realmente era un colegio de mucho nivel académico. Era otro mundo. Teníamos clases todos los días de la semana incluidos los sábados por la mañana. El horario era de 7.45 a 20.30, o sea, estabas allí más de doce horas. Los fines de semana jugábamos al baloncesto. Formábamos dos equipos para competir, los mismos deportistas y los equipos con distinto nombre. Me acuerdo de cuando el hombre llegó a la luna, Armstrong y Collins. Estaba yo en León, en cuarto de bachillerato. Recuerdo un acontecimiento deportivo muy sonado, las Olimpiadas de México. Había un saltador de longitud que se llamaba Bob Beamon que saltaba 8,90m y se pensaba que era un récord y que nadie podía superarlo... Entonces estaba interno en los Jesuitas. Tenía quince años. También me acuerdo del Mundial de fútbol de 1970, quizá el mejor mundial de la historia. No nos dejaban ver el Mundial pero, al final pudimos verlo. Fue fantástico. Ganó Brasil, tenía un superequipo. Había mucho nivel de exigencia en los estudios, lo cual no es necesariamente malo.

Estudió Derecho en Santiago de Compostela. Hemos leído que su familia está vinculada a la carrera de derecho. ¿Estudió esta carrera por vocación o por seguir la tradición familiar?

Bueno, supongo que por las dos cosas a la vez. Es evidente que si tu abuelo, tus tíos y tu padre estudian Derecho no es normal que tú pretendas hacerte ingeniero aeronáutico. De hecho todos mis hermanos estudiaron Derecho y, por tanto, hay un componente muy grande de tradición familiar. Pero bueno, a mí también me gustaba el Derecho. Pero entonces, realmente, antes de entrar a la universidad no estudiabas Derecho. Lo más parecido que estudiabas a derecho era el latín, que tenía algo de derecho romano, que es la base del derecho privado español. Pero, en fin, Derecho era y sigue siendo una carrera muy importante. Ahí están los fundamentos de los comportamientos sociales y de la organización de la vida de la sociedad y por lo tanto estoy muy contento de haber estudiado Derecho por vocación y por tradición familiar.

Se licenció en Derecho en el año 1977. Al año siguiente aprobó con el número diez de su promoción las oposiciones de registrador de la propiedad y esta es su profesión. Desde 1981 se dedicó exclusivamente a la política. Han sido muchos años sin ser registrador. Ahora que ha vuelto, ¿encuentra muchas diferencias entre sus inicios y este momento? ¿Ha hecho algún curso de actualización para reincorporarse?

Reciclaje se llama eso. Es verdad que ejercí muy poquito. Unos meses en Villafranca del Bierzo, otros meses en Padrón (cerca de Santiago de Compostela) y muy poquito en Santa Pola (Alicante). Yo opté por la política. Ahora, cuando he vuelto a mi profesión, en algunas cosas he tenido que ponerme al día. Sobre todo en la letra... porque la música la seguía teniendo en la cabeza... Hubo algo que supuso un cambio importante y son las nuevas tecnologías. Yo hoy voy a la oficina y todo se hace electrónicamente, mientras que entonces todo se hacía a mano, lo cual era mucho más complejo, pesado y latoso y las oficinas funcionaban peor porque los papeles no los despachabas y se acumulaban, pero ahora es todo mucho más fácil. No me ha costado mucho. He tenido que repasar unas cosas de las que no me acordaba, pero como tengo dos hermanos registradores les puedo preguntar sin que nadie ande sabiendo qué cosas les pregunto...

Usted ha sido diputado, vicepresidente de la Xunta de Galicia, cuatro veces ministro del Gobierno, vicepresidente y presidente. Treinta años de vida política. Me imagino que años muy intensos y casi sin tiempo para la vida personal. Y ahora... ¿cómo es su vida actual?. Y... ¿cómo percibe su familia que ahora esté presente en casa de forma más regular?

Pues en mi vida actual la verdad es que soy muy feliz. No voy a decir que fuera infeliz a lo largo de mis más de treinta años de político porque entonces estaría reconociendo que fui un señor muy infeliz a lo largo de mi vida, cosa que no es cierta. Pero, en fin, la política era muy intensa, apasionante, durísima... Yo viví unos años en la presidencia del Gobierno muy complejos porque recibimos a España en una situación difícil. Había que tomar decisiones. La gente muchas veces no las entiende, pero había que tomarlas. Entonces, ahora, estoy mejor. También he tenido la «suerte» de que he salido del gobierno el 1 de junio. Salí de la esfera de Madrid y me trasladé a mi trabajo y cambiar de aires es bueno. Además después vino el verano donde hay mucha menos intensidad en casi todo y pude coger unas vacaciones. Las primeras de verdad en muchos años y la verdad es que me encuentro bien, sereno, tranquilo y he aprendido que hay vida en muchos sitios, lo cual es importante. Al final en el mundo hay muchos mundos. No es lo mismo el mundo de unos estudiantes como vosotros que el del presidente del Gobierno o que el de Cristiano Ronaldo o el de Donald Trump. Todo es diferente, hay muchos mundos y en el mundo en el que estoy ahora estoy muy feliz.

Ejerció el cargo de ministro de Educación antes de ser presidente del Gobierno. ¿Qué gestión política o logro importante recuerda durante su tiempo en el Ministerio?

Bueno, ejercí poco tiempo. Un año largo antes de las elecciones del año 2000 en una época en que había algunos conflictos en el sector de la educación. Si tuviera que apuntar dos decisiones importantes que adopté, diría primero las becas Séneca, que permitían a un estudiante hacer cursos en cualquier lugar de España. Eso siempre abre horizontes, fortalece la unidad de la nación, hace que la gente vea que en su país hay muchas cosas buenas y esas becas existieron desde que fui ministro de Educación. Y, segundo, el Distrito Abierto Universitario, que supuso que un universitario pudiese elegir la universidad de España donde estudiar. Son dos avances importantes de los que me siento orgulloso.

Los alumnos en general siempre se han quejado de los deberes y muchos padres se quejan de que tienen que hacerlos con sus hijos. ¿Usted ha hecho deberes con sus hijos? ¿Está de acuerdo con los deberes?

Antes de responder diría que sería bueno que la gente, en lugar de quejarse, se aplicase en buscarle soluciones a los temas. Quejarse es una forma estupenda de no resolver nada. Además de ponerse de mal humor, que es una forma estupenda de perder el tiempo. Yo hice pocos deberes con mis hijos, pero sí, algunas cosas sí he hecho. ¿Tiene que haber deberes? Sí, pero debe ser una cosa razonable. La vida al final es aplicar el sentido común. Por lo menos en España los niños están en clases de nueve a cuatro y media y no pasa nada porque le dediquen una hora para deberes o a repasar conceptos que viene bien fijar. Otra cosa es que sean excesivos. Por tanto, no pasa nada porque uno se discipline e intente aprender cosas. Creo que es positivo, lo cual no quiere decir que tengan que volverse locos.

Su mandato comenzó en el año 2011. ¿Cómo definiría la España de entonces y la actual?

En el año 2011 España era un país al borde de la quiebra, con un déficit público monumental. No se le respetaba en las instituciones europeas, los mercados no nos hacían caso y el futuro nadie lo veía con optimismo. Al salir del gobierno España era un país respetado. Muchos pensaban que lo que parecía muy difícil se había podido conseguir. España pasaba de una etapa de crecimiento negativo y de destrucción de empleo diaria a una etapa de crecimiento económico y creación de empleo. ¿Cómo se podría resumir todo esto? Pues que cuando yo me fui había dos millones de personas trabajando más que cuando llegué.

La Monarquía forma parte de la historia de España. ¿Cómo fue su relación con los Reyes durante su mandato?

Muy bien. Yo viví con dos Jefes del Estado. El Rey Juan Carlos I y Felipe VI y con ambos mi relación fue estupenda. La Monarquía es una institución muy arraigada en España. Una tradición de siglos que tiene una función moderadora, equilibradora y la mayoría de los españoles estamos muy a gusto con ella. Yo, como presidente, he tenido una relación muy cómoda y muy leal.

Hace unos meses usted dejó de ser presidente. ¿Por qué tomó la decisión de no batallar la moción de censura teniendo en cuenta que usted había sido elegido por los españoles y que la persona que se postulaba no era diputado y no había ganado elecciones?

Tengo que decir que sí lo batallamos. Hubo un debate en donde quedó claro que no había razón para una moción de censura y que esta saliera adelante. Es la primera vez en la historia de España desde 1977, más de cuarenta años, que quien ganó las elecciones no gobierna. El PP ganó las elecciones. Tenía 137 escaños. El PSOE, 85 y la diferencia fue de diez puntos. Lo más sorprendente es que se hace una moción de censura tres días después de que el gobierno hubiera sacado adelante los presupuestos, que es la norma más importante que se presenta en el Parlamento a lo largo del año. Habría que preguntar al PNV por qué un partido que aprueba los presupuestos a los tres días cambia de criterio... Probablemente haya habido falta de personalidad o miedo a lo que hubieran podido decir algunos sectores de algunos rincones del País Vasco. Lo cierto es que a mi gobierno no lo cesó el pueblo español, tampoco lo cesó mi partido. Lo cesaron unos partidos de extrema izquierda y unos partidos independentistas y el PSOE hizo un triste papel y así nos va...

En su gestión de lo público, ¿qué considera sus luces y sus sombras?

Lo de las sombras es de difícil respuesta porque castigarse uno mismo cuando hay tantos voluntarios para hacerlo pues al final... Creo que algunas cosas que se produjeron en los años que estuvimos en el Gobierno fueron muy positivas. Primero, un país quebrado como el nuestro pasó a ser el país con mayor crecimiento económico y de empleo de Europa, que se dice pronto, pero es un hecho objetivo. Segundo, fue un momento político difícil, pero se demostró que en España las instituciones funcionan porque se hizo una sucesión en la Jefatura del Estado, cosa que no se había producido desde las primeras elecciones democráticas. Eso, a algunos, les parecerá fácil porque no han tenido que hacerlo. Tercero, ETA desapareció sin que nadie pagara un precio político y cuarto, se defendió la unidad nacional. Hablar es fácil, pero tomar decisiones es un poco más complicado. Al hablar, al fin y a la postre, no hay responsabilidad. Las palabras se las lleva el viento, las decisiones se quedan ahí. Y yo formaba parte de un Gobierno que, cuando algunos se saltaron leyes y la Constitución fueron cesados como gobierno por primera vez en la historia. Ojalá ahora las cosas evolucionen como a mí me gustaría y espero que así sea.

¿Por qué cree usted que en sus mandatos el ministro de Hacienda fue el menos querido por los españoles por diferentes encuestas?

El ministro de Hacienda es una persona que le dice a la gente que pague impuestos y lo normal es que sea menos simpático para la gente que el que hace trenes, autovías o carreteras. Pero el ministro de Hacienda que yo tuve tuvo que asumir una responsabilidad importantísima en un momento muy difícil para España. Tenía un déficit del 11% y eso nos llevaba a la quiebra. No nos prestaban o lo hacían a precios muy elevados y el ministro hizo lo que había que hacer que era controlar el gasto público. No se puede gastar lo que no se tiene. Eso le vale a un Gobierno y a cualquiera, a una familia.

Usted siempre apostó por la unidad de España. ¿Qué opina de la búsqueda de la Unidad Latinoamericana?

Yo estoy a favor de los procesos de unión. Se producen cambios continuamente. Hay cambios que son inevitables y uno de ellos son las uniones regionales. Unas pueden ir más o menos a fondo. Cuando era un niño vivía al lado de Portugal. Esa zona de España y Portugal están separadas por un río y para cruzar tardabas dos horas y media porque el proceso de control de aduanas y pasaporte era muy lento. Ahora entras en Portugal sin darte cuenta porque no hay fronteras. Eso debería pasar con el comercio y con los aranceles. En América se están haciendo cosas positivas como la Alianza del Pacífico. También está el Mercosur. Los procesos de unión y los de libertad son los que acaban haciendo que los pueblos tengan más bienestar. Eso es el sino natural del mundo. Hay gente que se empeña en ponerle trabas, acaban perdiendo, pero retrasan las cosas años.

¿Qué logros destacaría de su etapa de presidente en relación con América?

He intentado unir Latinoamérica y Europa todo lo que he podido porque hoy el mundo es global pero aparecen muchos agentes distintos que están en todas partes. Estados Unidos, China, India, Rusia y Europa tienen un papel en el mundo muy importante. Son quinientos millones. Una cultura, una historia, unos fundamentos que son similares a los que tiene España con Latinoamérica y, por lo tanto, todo lo que sea unión es importante. Esa unión se puede plasmar en tratados de libre comercio. Yo he trabajado mucho para que hubiera el mayor número posible de tratados comerciales. He estado trabajando con Ecuador el tema de los visados. Lo hemos conseguido para Perú y Colombia y lo hemos dejado preparado también para los ecuatorianos para estancias de corta duración. Hemos intentado mejorar el comercio y la inversión española en América. La libertad de comercio es capital y hace ricos a los pueblos y despeja las mentes.

¿Qué valoración económica y social hace usted de la situación de América latina en general y de la crisis que atraviesa Venezuela en particular?

Creo que América latina ha ido a mejor. Todas las regiones tienen sus problemas, sus historias, momentos de ir hacia adelante y hacia atrás. Creo que hoy en América latina las tentaciones golpistas no existen, hay democracias consolidadas, libertad económica; quedan algunos retos por delante como la seguridad, el narcotráfico, la corrupción, la mejora de las infraestructuras, también de las infraestructuras digitales, pero creo que América latina ha ido progresando, se ha abierto al mundo y eso es positivo. Hay excepciones, la más notoria es Venezuela, que era un país importante, al punto de que a lo largo de periodos de nuestra historia muchos españoles iban a Venezuela a ganarse la vida y ahora nadie puede hacer eso. Lo que hay es un éxodo de venezolanos a Colombia, a Ecuador, a España o a otros países. Mi receta para Venezuela es que quiero para ella lo mismo que para España: democracia, libertad, partidos democráticos, instituciones representativas, política económica sensata y que no haya presos políticos. Eso es lo que quiero y es lo que quiere la inmensa mayoría de la gente democrática.

A lo largo de su vida habrá conocido gente increíble y otros menos increíbles. Me gustaría saber qué persona conocida en el mundo le sorprendió gratamente y qué aspectos son los que le sorprendieron.

He conocido gente increíble y menos increíble. Francamente, menos increíble he conocido unos cuantos y haces bien en no preguntarme por ellos porque no se trata de molestar a nadie aunque se lo merecieran. Hay tres personajes que son similares pero distintos. Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Son gente importante y que impacta hablar con ellos. Yo tuve la fortuna de hablar con los tres en El Vaticano. Tienen convicciones y principios que te transmiten todo menos la sensación de que te pueden hacer algo malo. Luego he conocido a personajes variopintos, pero citar políticos no tiene sentido. Me he conocido a mí mismo, que no es un tema menor.

Cuando un alumno tiene faltas de respeto continuadas hacia sus compañeros o personal del colegio, tiene una actitud provocadora, genera malestar... normalmente se le llama la atención y, si persiste en su actitud, se le sanciona. Las actuaciones públicas de algunos políticos a nivel internacional y de algunos políticos españoles de forma particular buscan siempre la polémica, el enfrentamiento por el enfrentamiento y utilizan la grosería amparándose en la libertad de expresión para ganar popularidad y, supuestamente, votos. ¿Por qué esos políticos no son sancionados?

Es difícil que en la vida los comportamientos incorrectos o negativos no tengan algún tipo de sanción. Lo que pasa es que es diferente la sanción. Al político, ¿cómo se le sanciona? Si incumple la ley lo sancionan los tribunales; también el Parlamento puede sancionarlo. Pero la sanción más importante es la que le hace la gente cuando decide si continua o no en la responsabilidad que tenía. Hay gente a la que no se le puede sancionar, sobre todo si es un dictador y no respeta las normas propias de una democracia. Pero las democracias tienen controles y los dictadores, al final, terminan casi siempre teniendo su sanción, unas veces la de la Historia, pero otras veces la reciben también en vida.

He leído que usted solo se acuerda de las cosas buenas de la gente. ¿Qué cosas buenas destacaría de Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera?

Es una pregunta muy difícil... Pedro Sánchez ha sido un hombre perseverante dando la batalla en su partido y para conseguir sus objetivos. Otra cosa son otros juicios de valor que no proceden aquí porque estamos hablando de lo bueno... Pablo Casado es un político joven pero experto que ya ha vivido muchas cosas. Ha sido, conmigo, vicesecretario general del partido. Tiene mucha ilusión, ganas, y mucho empuje. Está preparado. Pablo Iglesias... mis coincidencias con él son las que todo el mundo conoce. Pero bueno, hay que decir que es un hombre de buen trato personal, cosa que, en los tiempos que vivimos, es de agradecer. Albert Rivera, al igual que a Pablo Iglesias, hay que reconocerle el mérito de fabricar un partido de donde no había nada. Tanto Podemos como Ciudadanos. Eso tiene su mérito. Vamos a ver cuánto duran pero, de momento, ahí están. Es también como Pedro Sánchez un hombre perseverante y peleón.

En la vida hay que comportarse de forma correcta y, a veces, contener emociones. Pero... ¿cómo se contiene uno sin festejar por todo lo alto un gol en el Bernabéu cuando se es tan madridista?

Es un mérito importante. En la vida todos los que estamos aquí sabemos que, según dónde estemos, con quién, cómo y a qué hora y delante de quién tenemos que comportarnos de una u otra forma. Yo presencié cómo el Real Madrid ganó tres Champions y dos se las ganó al Atlético de Madrid y yo tenía al lado al presidente del Atlético de Madrid, así que habría sido de mala educación... Hay respetar a los demás. Otra cosa es cómo lo festejaría en mi casa.

¿La responsabilidad pesa, agobia... ¿Compensa?

La responsabilidad pesa y agobia, es una pregunta que se puede hacer a todo el mundo. Es mucho más difícil operar a alguien de corazón. Yo no lo haría. No hay que pensar en esas cosas. Lo que hay que intentar es conocerse a uno mismo, ser consciente de quien eres, de cumplir tus objetivos, saber a dónde vas e intentar hacer las cosas bien. La clave es saber reconocer cuando no has hecho las cosas bien e intentar rectificar.

Por último, ¿cómo visualiza España en diez años?

Mucho mejor que hoy. Francamente España es un país con problemas y que pasa por dificultades, pero a lo largo de nuestra historia hemos dado muestras de que somos capaces de superar los momentos difíciles. El problema no son los momentos difíciles ni las equivocaciones, sino que no tengas capacidad de reaccionar para sacar las cosas adelante. Hay gente que cuando tiene un problema se queja, busca un culpable. Cuando los países o personas en los momentos difíciles tienen capacidad de reaccionar, se saca adelante y, por tanto, España, que es una de las doce o trece economías primeras del mundo en renta per cápita, con un sistema de bienestar estupendo en sanidad, en pensiones, en servicios sociales, tiene unas infraestructuras bárbaras, primeros del mundo en trasplantes, tiene trenes de alta velocidad... es un país estupendo y creo que va a mejorar. Lo que hay son algunos cenizos que están empeñados en contarnos lo mal que están las cosas pero, con esos, lo que hay que procurar es ir en paralelo, con lo cual no coincides y eres feliz.

¿Cree que seguiremos siendo un país o una unión de estados?

Un país. Es la nación más antigua de Europa y seguiremos siéndolo.

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