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Puigdemont ya manda en un PDECat más fracturado y radicalizado

El expresidente pone el partido en sintonía con su plataforma Crida Nacional y la militancia expresa su descontento con un voto de castigo

Torra, este domingo, en la clausura de la asamblea del PDECat EFE
Àlex Gubern

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El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha tomado este fin de semana el control del PDECat , un partido que ayer cerraba su primera Asamblea Nacional con una profunda factura interna y más radicalizado. La defenestración de la hasta ayer coordinadora general Marta Pascal no ha sido indolora, y aunque Puigdemont ha logrado sus objetivos –alinear el partido con su estrategia y acabar con el liderazgo de Pascal– el precio a pagar ha sido alto. Por un lado, una inesperada reacción de las bases en forma de voto de protesta, y por otro, la laminación de un partido que se encamina a una absorción por parte de la Crida Nacional que impulsa el político prófugo. La histórica Convergència Democràtica, transformada en PDECat desde hace dos años, es ya no más que una sombra. El nuevo PDECat, fracturado, ideológicamente difuso, se suicida en favor del proyecto personalista de Puigdemont.

La principal sorpresa llegaba ayer al mediodía, cuando las bases territoriales impulsaban una candidatura alternativa a la pactada el día anterior entre «puigdemontistas» y «pascalistas» descontentos por no poder votar en listas abiertas. El rebote de la militacia por la «lista de despacho» que implicó la salida de Pascal de la dirección llevó a los compromisarios a expresar su disgusto con el apoyo a una dirección alternativa que se llevó el 28,9% de los apoyos. Un voto de castigo en toda regla en un partido acostumbrado a las salidas o enjuagues de compromiso.

Finalmente, y como se acordó el sábado, la nueva ejecutiva, de 30 miembros, la presidirá David Bonvehí, mientras que la diputada en el Congreso Míriam Nogueras , fiel a Puigdemont, será vicepresidenta. Por contra, y también por la reacción contraria de unas bases que tumbaron una propuesta para relajar el régimen de incompatibilidades, otros puigdemontistas como los consejeros Damià Clavet o Miquel Buch no estarán en la ejecutiva. Tampoco el portavoz de JpC en el Parlament, Albert Batet, mano derecha del político fugado. La nueva dirección del PDECat será en este sentido menos afín al expresidente de lo que se anunciaba –permanecen en ella estrechos colaboradores de Marta Pascal–, pero su perfil bajo y la ausencia de una secretaria o coordinadora general –el cargo ha sido eliminado– le garantizan a Puigdemont capacidad para controlar el partido a distancia.

«Lo antes posible»

Al margen de la composición de la ejecutiva, el descontento de las bases se expresó también en otras votaciones. Así, por ejemplo, y por muy escaso margen, la militancia decidió que la implementación de la república catalana no se haga de forma «inmediata» , como impulsaba el sector crítico en una moción, sino lo «antes posible», una concesión al posibilismo que de una u otra forma ejemplifica el universo lisérgico en el que se mueve ahora el soberanismo. Frente a esta dosis de realismo –es un decir–, la militancia del PDECat aprobó por contra introducir de nuevo la posibilidad de alcanzar la independencia sin renunciar a la vía unilateral, algo que las bases de ERC también impusieron a su dirección hace pocas semanas.

Aunque con quebrantos y contradicciones internas, el partido queda así alineado con la estrategia que lidera Puigdemont, que no es otra que la de subsumir el PDECat en la Crida Nacional per la República que lideran el expresidente, su sucesor en la Generalitat, Quim Torra, y el diputado y exlíder de la ANC Jordi Sánchez. La pretensión es poner en marcha en otoño un movimiento que, superando el marco de los partidos, sirva de plataforma a Puigdemont. Mientras la antigua dirección liderada por Pascal asumía como inevitable la confluencia , pero sin renunciar a preservar la personalidad del PDECat, el expresidente Puigdemont aspira a una fusión por absorción. Aunque una comisión integrada por los exconsejeros en prisión o en el extranjero –, Rull, Turull, Forn, Puig– y los dirigentes Bonvehí y Nogueras será la encargada de definir cómo se realiza la confluencia, las dinámicas surgidas de este fin de semana de congreso apuntan a que la Crida puede acabar arrollando un PDECat en retroceso. El propio Bonvehí lo certificaba en su discurso tras ser elegido: «Si eres del PDECat tienes que ser de la Crida».

El propio Puigdemont, en un mensaje por videoconferencia, sentenciaba: «Hemos hecho lo que tocaba». «Si bien los espacios ideológicos deben continuar existiendo, que hagamos una defensa colectiva de Cataluña es una prioridad. Por eso, la respuesta positiva de todos vosotros a la Crida», añadía en un mensaje que luego también ratificaría Quim Torra.

La toma de control del partido por parte de Puigdemont tendrá también otra derivada en clave de política nacional, en tanto que el expresidente querrá poner el grupo del PDECat en el Congreso –de perfil más pragmático, nada puigdemontista, como se vio en su apoyo a la moción de censura– en sintonía con su proyecto.

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