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Psicología. Cómo eliminar el estrés sin lesionarse en el intento

Si no tiene pensado redecorar su casa, no hace falta que destroce el mobiliario para liberar su estrés. Y si va a cambiar la decoración, tampoco es un requisito indispensable blandir un mazo y liarse

Si no tiene pensado redecorar su casa, no hace falta que destroce el mobiliario para liberar su estrés. Y si va a cambiar la decoración, tampoco es un requisito indispensable blandir un mazo y liarse a martillazos con todo lo que encuentre en su camino, como propone una conocida cadena de hoteles. «Las conductas destructivas y agresivas por lo general provocan más ansiedad, más ira, más emociones negativas, que es precisamente lo que se quiere eliminar. Porque las emociones negativas van asociadas muchas veces al estrés, que nos provoca ansiedad y nos vuelve más irritables». Lo dice Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (www.ucm.es/info/seas) y profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Si para combatir el estrés nos abandonamos a la expresión de emociones negativas como la ira, corremos el riesgo de no poder parar y acabar como Michael Douglas en «Un día de furia» (Warner Bros Pictures), un filme de Joel Schumacher que refleja muy bien la idea que Cano Vindel quiere transmitir. Douglas interpreta a un ciudadano corriente que desata sus instintos violentos en un día de lo más estresante. Sin embargo, lejos de apaciguarse su agresividad va creciendo y los problemas se multiplican.

Practique el «tumbing»

En lugar del «derrumbing», como estrategia para vencer el estrés los expertos recomiendan el «tumbing», que además está más arraigado en nuestra cultura mediterránea: «El estrés se elimina relajándose, que consiste en no hacer nada, salvo tumbarse en el sofá o la cama unos minutos y evocar recuerdos de situaciones que en el pasado nos produjeron sensaciones de paz y bienestar», aconseja Cano Vindel.

Y si no podemos hacerlo físicamente, ni siquiera en la silla de la oficina, siempre podemos tomarnos un par de minutos en nuestra jornada para soñar despiertos y evocar situaciones placenteras que cambiarán nuestro estado de ánimo. Porque no hay que olvidar que las emociones que sentimos en cada momento están determinadas por los pensamientos que rondan nuestra cabeza.

La respiración, que activa nuestro organismo, contribuye también a la tranquilidad: «Hay que tomar el aire de forma lenta y profunda, porque un ritmo rápido nos hace estar más agresivos», advierte Cano Vindel.

Y si prestamos atención a los músculos, podremos relajarlos en lugar de tensarlos frente al ordenador, que, aunque se estropee en el momento más inoportuno, no parece que tenga previsto atacarnos.

Estas técnicas de relajación y respiración, Cano Vindel aconseja complementarlas con otras conductuales, como organizar mejor el tiempo: «La planificación puede llevarnos unos minutos, pero a la larga es eficaz, porque nos da sensación de control y nos permite estar menos estresados».

Es fundamental también aplicar técnicas cognitivas para combatir los pensamientos catastróficos que en ocasiones nos asaltan: «Muchas veces nos complicamos la vida interpretando la realidad de una forma mucho más estresante de lo que de por sí ya es», asegura este experto. Porque al hablar de estrés, un factor decisivo es la sensación que tengamos de poder hacer frente o no a una determinada situación. Una valoración que si estimamos negativa, aumenta la dificultad objetiva que la situación conlleva.

Y para los que necesiten una actividad física mayor, el deporte elimina la adrenalina y proporciona bienestar.

El factor «Y»

Si esta semana desde el Ministerio de Sanidad nos recordaban que los «milagros» en nutrición no existen, en psicología -como en otros muchos aspectos de la vida- tampoco. Por eso la mejor forma de no estresarse es seguir una dieta «psicológica» equilibrada, que incluya algún que otro «no» como respuesta a las exigencias excesivas. Una práctica saludable que los psicólogos denominan asertividad, y que no conviene confundir con la mala educación. Como explica Cano Vindel, «cuando tenemos que decir "no" nos activamos. Y después de haberlo dicho, nos relajamos. Las personas que no se atreven a dar un no, siguen dándole vueltas y se siguen activando». Una activación que puede traducirse en ira o sentimiento de culpa.

La palabra -hablada o escrita- es un medio mucho mejor que el «derrumbing» para la expresión de emociones. Y tiene un efecto terapéutico comprobado: «Las personas que expresan sus emociones tienen una esperanza de vida más larga que quienes se las guardan».

Los beneficios de eliminar el estrés son innegables. A la conocida inflluencia negativa que las situaciones de estrés prolongado tienen sobre el sistema inmunitario, se une ahora la nueva evidencia publicada esta semana en «Nature» de que para algunas personas un ritmo de vida estresante se tranduce en sobrepeso. El neuropéptido Y se encarga de encadenar las prisas con el tejido adiposo que se acumula alrededor de la cintura, precisamente el más perjudicial para la salud.

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